En medio del arduo debate entre los países proteccionistas y aquellos que promueven el multilateralismo, fracasó este miércoles el resultado final de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Buenos Aires con una fotografía irrefutable y poco feliz: los 164 ministros presentes no alcanzaron un consenso necesario para arribar a la firma de un documento final entre los ministros y solo se logró una declaración conjunta que apenas reúne un listado de expresiones aisladas de deseo para mejorar los flujos comerciales internacionales.
Luego de tres días de deliberaciones, los ministros de los países que integran la OMC se enfrascaron en duras discusiones y escasos acuerdos. No se llegó al punto de mayor temor que imperaba entre los organizadores de la cumbre, por empezar el gobierno argentino como país anfitrión, que era el de la ruptura definitiva de la OMC. Pero tampoco los resultados alcanzados fueron suficientes como para avanzar en nuevas reglas comunes a futuro en el comercio mundial.
"Sabíamos que esta reunión iba a ser complicada por las posturas muy distintas que hay hoy en el mundo sobre el comercio. Sabíamos que teníamos que sobrevivir a Buenos Aires. Y esto fue lo que ocurrió", dijo la presidenta de la cumbre de la OMC, la ex canciller Susana Malcorra, al finalizar la reunión ministerial. El sabor a poco quedó en el aire. Se evitó que Estados Unidos, que llevó la postura de países proteccionistas, pateara el tablero de las negociaciones. Pero no se logró imponer el esquema multilateralista en muchos de los temas discutidos en la agenda de la cumbre.
El director de la OMC, el brasilero Roberto Azevedo, también se mostró visiblemente desilusionado con los resultados de la cumbre de Buenos Aires cuando expresó en una síntesis de lo que fueron los debates: "No siempre hay acuerdos. Tenemos que hacer un ejercicio de introspección sobre los puntos que no hemos logrado acordar". También lamentó que no se haya comprendido el mensaje inicial que dio el presidente Mauricio Macri junto con sus pares de la región, entre ellos los jefes de Estado de Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile respecto de la "necesidad de apostar por el multilateralismo" en el comercio internacional. Azevedo no dio nombres concretos, pero buena parte de los cuestionamientos al fracaso de esta cumbre apuntaron a la postura excesivamente proteccionista que pregonó el gobierno norteamericano de Donald Trump.
En el resultado global de la cumbre no se pudo ni siquiera mostrar un documento consensuado de temas más "lights". Se leyó en cambio una declaración de principios donde cada país miembro expresa sus diferentes puntos de vista sobre los temas discutidos: la facilitación de normas para profundizar las inversiones; las nuevas reglas al comercio electrónico mundial; la incorporación más aceitada de las pequeñas y medianas empresas en los mercados y las eventuales modalidades nuevas de subsidios a la pesca. En ninguno de estos puntos hubo acuerdo. Por el contrario, la antinomia proteccionismo-multilateralismo se impuso en contra de cualquier acuerdo.
"Fue la crónica de un fracaso anunciado y el comienzo de un declive severo de la OMC como organismo con una razón de ser en el mundo", dijo a Infobae en tono pesimista un ministro de un país europeo que siguió de cerca cada uno de los debates de los 164 miembros.
Para el gobierno argentino los resultados fueron los esperados y los "más factibles en un contexto mundial complejo", según expresó una calificada fuente de la Casa Rosada. Se refería abiertamente a la dura puja entre Estados Unidos y China por el comercio mundial o al profundo debate de multilateralismo versus proteccionismo que hay hoy en el mundo. Para la administración de Macri el solo hecho de que la cumbre de Buenos Aires no se convirtiera en otra Seattle, en relación a la cumbre antiglobalización que hace unos años culminó con miles de heridos por las protestas callejeras, resultó ser todo un éxito y el puntapié inicial para la organización del próximo desafío por delante: la cumbre de presidentes del G20 que se hará en Buenos Aires el año que viene. Desde el punto de vista de la organización y la seguridad de la cumbre de la OMC, el Gobierno se mostró satisfecho.
En cuanto al contenido de fondo de los temas de debate comercial, ni siquiera el contexto regional ayudó al clima que hubo en Buenos Aires: durante todos estos días tampoco se alcanzó un acuerdo final entre el Mercosur y la Unión Europea para dar con un entendimiento de libre comercio. "Estamos muy, muy cerca", dijo un ministro argentino tras las jornadas paralelas de deliberaciones que se realizaron en el Palacio San Martín. Pero la apuesta máxima del Ejecutivo, que era la de exponer en medio de la cumbre de la OMC un trofeo como el acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur, quedó frustrada.
En la exposición final que dieron Malcorra y Azevedo sobre la cumbre de la OMC, ambos funcionarios coincidieron en un punto casi como premio consuelo: "Habrá vida después de Buenos Aires", dijeron a coro. Es decir que se continuarán los debates abordados aquí en la próxima cumbre ministerial. Los ciudadanos de a pie recordarán esta cumbre por las molestias que ocasionó en el tránsito de Buenos Aires. Los ministros y participantes la recordarán como un hito en el fracaso de las negociaciones en un mundo globalizado cada vez más complejo.