Con tan solo 25 años, Josefina Mendoza pasó dos veces a la historia. La primera fue el año pasado, cuando fue electa como primera presidenta mujer de la Federación Universitaria Argentina (FUA), el órgano gremial estudiantil que el año que viene cumplirá 100 años de existencia. La segunda se cumplió este miércoles, cuando juró como diputada nacional y se convirtió en ese instante en la parlamentaria más joven desde que se tenga registro. Una condición que comparte con el conservador Emilio Hardoy, aunque había sido electo en 1935 con 24 años, sin contar con la edad mínima que fija la Constitución Nacional. Una salvedad: eran tiempos de "fraude patriótico".
Josefina nació en Daireaux, un pequeño pueblo bonaerense de 12.000 habitantes. Es hija de un encargado de una estancia y de una maestra jardinera. Tiene cuatro hermanos menores, dos ya universitarios y uno de ellos militante de la Juventud Radical de La Plata, donde cursa Geología. "Siempre se habló de política en mi casa, tengo abuelos peronistas y radicales que discutían siempre", sostuvo Mendoza al recibir a Infobae en la sede de la UCR Nacional, en la calle Alsina. "Mi papá militó en la Juventud Radical en el '83. Tenía 18 años, se enamoró de eso en la época de la recuperación de la democracia. Pero no fue de militar siempre", agregó.
Si bien ese entorno íntimo la favorecía, Mendoza hizo su carrera política al calor de la militancia estudiantil. Primero en el secundario, cuando fue a la Escuela Agrotécnica Salesiana "Carlos Casares", del partido bonaerense de 25 de Mayo. Sus primeras armas las hizo en un entorno no sencillo: el colegio, además de ser privado, era pupilo. "Me di cuenta que me interesaba la política cuando fundamos el centro de estudiantes. Era todo un desafío armarlo ahí", contó.
A los 17 años dejó su Daireaux natal para cursar en Tandil la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. "Cuando empecé la facultad, a los 7 y 8 meses, empecé a participar de algunas reuniones de la Franja Morada y al año siguiente estaba metida a fondo. Fui consejera de la carrera de RRII", comentó.
A los 22 años, dio uno de los primeros grandes pasos. Consiguió llegar a la vicepresidencia de la FUA. Hasta entonces, la dirigencia estudiantil de la entidad que agrupa a los 200 centros de estudiantes de por lo menos 40 de las 53 universidades públicas nacionales estuvo ocupada por hombres. En 2016, fue electa presidenta por sus pares congresales. "Eso generó cierta visibilidad y exposición", dijo Mendoza. "Estuve al frente de las posiciones de la FUA con respecto al boleto estudiantil. En el Congreso hice una exposición en la que invitamos a los diputados de todos los bloques", recuerda.
Sin embargo, la diputada reconoce que lo que la catapultó internamente en la UCR y la llevó a ser seleccionada para competir en las elecciones de este año fue su carta crítica dirigida al secretario general del Suteba, Roberto Baradel, en medio del duro conflicto docente que enfrentó este año a los docentes con la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. En ese texto lo cuestionó por los paros durante la paritaria.
"Generó mucha polémica porque algunos entendían que era políticamente incorrecto que la presidenta de la FUA critique a un secretario general de un gremio", afirmó Mendoza. "Obviamente el derecho de huelga es una conquista de los trabajadores, pero llamé a Baradel a la reflexión al plantearle si creía que con paros hubo alguna solución para la educación después de 13 años en el que él conduce el gremio. Claro que el Estado tiene total responsabilidad en este tema, pero los docentes se siguen quejando igual de sus sueldos. Esa carta hizo que se me tuviera en cuenta a la hora de la conformación de las listas. Un día antes del cierre me llamaron para ofrecerme la candidatura".
— ¿Un día antes? ¿No te lo habían sugerido?
— ¡Sí! Te diría que me lo sugirieron 12 horas antes. Cuando me llamaron yo estaba haciendo una planificación de las actividades de la FUA. Fue un viernes a las 2 de la tarde, me estaba comiendo una milanesa (risas). Ahí me llamó Daniel Salvador, el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, me preguntó si quería integrar la lista de diputados nacionales en un lugar expectante, con posibilidades reales de entrar a la Cámara. Obviamente no lo podía creer. Tuve muchos sentimientos encontrados, pero lo veía como una gran oportunidad.
— ¿Qué era lo que te frenaba?
— La primera reacción fue por el sí, no podía decir que no. Pero se me presentaron un montón de dudas, me preguntaba si podría existir alguna incompatibilidad con mi cargo en la FUA. Pero lo cierto es que no la hay y tampoco existen precedentes. También lo entendí como una oportunidad para trabajar entre todos los que componemos el movimiento estudiantil, más allá de las diferencias políticas. Haré lo posible para que sea así, no sé si lo lograremos porque no todos se sienten representados por Cambiemos.
—En el movimiento estudiantil existe un consenso respecto de que hay que apoyar los reclamos docentes. ¿Cómo repercutió internamente esa carta crítica a Baradel?
—La política en nuestro país se ha convertido cuestión de blanco o negro. Soy la presidenta de la FUA, pero no soy el conjunto de la mesa ejecutiva. Lo que opine no tiene que ser representativo de toda la FUA. Mi planteo fue intentar buscar algo superador, porque la situación de las escuelas es paupérrima. No veo que no tengamos que estar dentro del aula, año a año desmejoran los índices de la educación. Y los pibes no pueden sobrevivir a las exigencias del sistema universitario porque las escuelas no los prepara para eso. De un aula de 200 ingresantes, quedan 50. Lo que decía es que el paro no era la solución, porque después de 25 días de huelga los docentes no terminan ganando más…
— Sin embargo, en el caso de esa paritaria, hubo una mejora salarial a lo que ofertaba originalmente el gobierno bonaerense.
— La negociación está para eso también, para mejorar las ofertas. Lo que decía es que hoy nuestro docente no está visto por la sociedad en general como tiene que ser, como una persona que educa, si no no hubiésemos pensado en la posibilidad de reemplazarlos en el aula…
— ¿Estuviste de acuerdo con eso?
— Fue una cuestión del momento. No creo que nadie pueda reemplazar al docente, sí creo que hay que modificar fuertemente el sistema de formación. No tengo duda de que hay representantes gremiales que te dicen lo mismo que yo, pero algunos no se hacen cargo de la responsabilidad que tienen. Lo plantee eso desde ese lado. No me arrepiento de lo que dije porque es lo que pienso. Nadie está diciendo en política lo que piensa.
— ¿No quedan arrinconados los docentes al paro cuando les ofrecen un aumento insuficiente? ¿Hasta qué punto hay un diálogo real en una negociación así?
— Sí, creo que quedan arrinconados, por eso hay que buscar la manera en la cual no terminen los docentes contra los padres de los pibes, que son los primeros que tienen que bancar y sumarse al reclamo. Los padres necesitan que el docente de su hijo cobre bien. Me pregunto: ¿no podemos ser más creativos y pensar en una forma en la cual no ponernos en contra a los padres? Pueden haber asambleas al finalizar el horario escolar, e involucrar a ellos y a los pibes, hacer que se comprometan. Un pibe que está en la secundaria no puede pasar por alto que su docente cobre mal, no le puede parecer normal que todas las semanas le falte un profesor. Ahora el gobierno bonaerense está convocando a los docentes a las negociaciones paritarias. Esperemos que lo resuelvan sin llegar a la situación de este año.
— Alguna vez te habrán hecho el chiste de que el radicalismo no tiene juventud. ¿Hay perspectiva de una renovación en el partido? Los principales dirigentes de la UCR son bastante añosos.
— Bueno, acá estamos (risas). A principios de mayo tuvimos el congreso nacional de la Juventud Radical, en Córdoba, y fueron más de 5000 pibes de todo el país. El 26 de agosto, tuvimos el congreso de la Franja Morada en La Plata, y fueron entre 3000 y 4000 estudiantes. En las listas de la provincia de Buenos Aires hubo cerca de 200 jóvenes radicales en las candidaturas a concejales. Con lo cual, creo que la juventud está más viva que nunca en el radicalismo. Creo que somos los que tenemos que empujar para que la situación del partido cambie y se renueve hacia adentro y hacia afuera. Creo que nos lo ganamos, y que el partido entendió el momento en el que tenía que renovarse. Ahora lo que falta es que los jóvenes podamos influir. Es probable que tengamos que repensar las estructuras de nuestro partido.
— ¿Hoy no influyen?
— Creo que cada uno influye desde donde está. Los concejales electos son voces autorizadas en su distrito. Por supuesto que falta, y uno a veces por joven prefiere dejar a los que tienen más trayectoria. Creo que tenemos capacidad de influir, probablemente no tanto como quisiéramos.
— En la última década, quienes más atrayeron a la juventud fueron el kirchnerismo y las fuerzas de izquierda. ¿Por qué el radicalismo no está teniendo esa presencia entre la juventud?
— Como te digo, no creo que otra fuerza política pueda juntar y llevar 5000 pibes a un congreso. Nunca lo vi. Somos los únicos que estamos en condiciones de convocar a tantos.
— Sectores del radicalismo, entre ellos algunos que hoy están con el kirchnerismo, apuntan que Raúl Alfonsín nunca se hubiese aliado con la Sociedad Rural o los grupos económicos. ¿Qué opinas de esa discusión?
— El gobierno de Alfonsín fue el gobierno de Alfonsín, y el de Macri es el de Macri. Con eso quiero decir que hay momentos. Alfonsín, que se consideraba socialdemócrata, también creía que un país mejor era posible con pacto social, y creo que eso lo hemos roto. Creía en un país con ampliación de derechos, se la jugó con la Conadep y con el juzgamiento de los los militares, o con los "cabezones" o los "gordos" de los gremios diciéndoles que había que democratizarlos. Hoy es otra la situación, el radicalismo tiene otro rol. Estoy convencida de que la UCR tiene que darse muchas discusiones hacia adentro. Hoy la sociedad entiende que somos parte importante de esta alianza de gobierno, que tiene que trabajar desde el Congreso, y espera que acompañemos. Ojalá nos asignen pronto el rol de gobernar con la elección de un presidente de la UCR, pero no sé cuándo va a pasar.
A trabajar y honrar la voluntad popular.
Gracias a los que siempre están 😍 pic.twitter.com/yWU3lGOf1l
— Josefina Mendoza (@JosefaMendo) December 6, 2017
— Actualmente estás con una doble representación: sos presidenta de la FUA y como diputada por Cambiemos. Si el día de mañana la FUA te dice que impulses un determinado proyecto o votes en contra, ¿cómo definirías tu voto? ¿Votarías en contra de tu propio bloque?
— Creo que las representaciones no se contradicen y no son incompatibles. Mi premisa siempre fue defender la educación pública y trabajar por ella en el lugar que esté. Estoy muy tranquila de las discusiones que tenga que dar, no tengo miedo. Represento a los estudiantes a través de la FUA y represento a todo el pueblo en el Congreso, no solo a las cinco fuerzas políticas que integran la Junta Ejecutiva. Si en algún momento me toca tener una opinión distinta de la de mi bloque, que por supuesto la discutiré primero con ellos, no creo que sea porque la FUA me lo pida sino por mis convicciones.
— Por ejemplo, hoy hay universidades que están reclamando más fondos para el presupuesto 2018. ¿Cómo te posicionarías ahí?
— Estoy muy al tanto de cómo se elabora el presupuesto universitario, estamos en permanente contacto con la Secretaría de Políticas Universitarias y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Aunque no debe ser perfecto el presupuesto, estoy tranquila de que la mayoría del CIN entiende que el proyecto contempla las necesidades del sistema universitario y, por sobre todas las cosas, equipara su distribución. Ya no hay más plata para las universidades amigas del gobierno y hoy cada universidad recibe lo que le corresponde, independientemente del color político del rector de turno. Y eso es invaluable, porque nos tocó ver cómo había universidades que recibían año a año más presupuesto en detrimento de las demás, y no veíamos cómo se destinaba ese dinero. Las universidades que hoy critican son las que están alineadas al kirchnerismo y vieron crecer su presupuesto de manera arbitraria. El sistema universitario tiene muchas discusiones para dar y tenemos que repensarnos, aunque es difícil romper con el status quo.
— ¿Hay algo de estos dos años con lo que no hayas estado de acuerdo con el Gobierno?
— Lo primero que critiqué fue cuando quitaron las retenciones a las mineras. Estoy por asumir, no se si quiero que pongas esto (risas). Pero después me toco estar en una charla o evento en el que Vidal explicó que ahora con el Impuesto a las Ganancias estaban dejando más plata que con el 3% de las retenciones. Después hay diferencias, pero no son trascendentales. Personalmente nunca hubiese acompañado a un gobierno que fuera en detrimento de la educación pública, y por eso hoy soy diputada por Cambiemos. Hay un proyecto del que me siento parte, cuando vea algo que haya que criticar no voy a tener ningún problema de hacerlo.
— ¿Qué vas a impulsar desde tu banca?
— Quiero laburar centralmente en temas de educación y el acceso al empleo de los más jóvenes. Hay distintas realidades entre nosotros, que van desde la imposibilidad de acceder a la educación pública, el primer empleo o la mitad de los estudiantes que dejan la escuela secundaria. Muchos ni siquiera piensan en la posibilidad de ir a la universidad. Creo que hay mucho por hacer, es mi intención representar a los jóvenes.
— ¿Estás de acuerdo con cómo se está interviniendo el Gobierno en el conflicto mapuche en el sur?
— Es un conflicto sensible y que desde hace muchos años los gobernadores implicados están pidiendo ayuda para resolverlo. Estamos hablando de una comunidad que no reconoce el Estado argentino, ¿cómo se dialoga con alguien así? No soy experta en el tema, pero se está en una situación de tensión permanente con alguien que no reconoce tu autoridad. No creo que sea fácil tomar una decisión. Confío que Patricia Bullrich y Macri tienen la definición de resolver el conflicto.
—Desde la oposición aseguran que hay una criminalización de la protesta.
—Los conflictos en la calle siempre estuvieron. No creo que haya un enfoque represivo o represor del Estado ante el conflicto social. Por ejemplo, sí se actúa cuando se bloquea completamente el tránsito. Creo que hay una definición del Gobierno de ordenar la situación y que no necesariamente es represión. Hay un conflicto de intereses con el derecho a protestar y cortar una calle, y el tipo que sale de laburar a las cinco de la tarde. Pero he participado de muchas marchas desde la FUA en estos años y nadie me pegó. También fui a movilizaciones como la de Micaela García. Hay muchas cuestiones que se dicen y no son realidad. En las situaciones que se detenga a alguien injustamente, obviamente yo y la FUA tenemos que salir a reclamar.