"La identificación de los soldados NN en Malvinas mostró que es posible avanzar en temas donde hay entendimiento"

Lo dijo el jefe de la misión argentina de la Cruz Roja Internacional, Diego Rojas Coronel; destacó que lo más difícil fue lograr el acuerdo político del proceso

Para el jefe de la Misión de la Cruz Roja Internacional en Argentina, Diego Rojas Coronel, lo más complejo del proceso de identificación de los soldados argentinos enterrados en las islas Malvinas sin nombre no fue la exhumación de los cuerpos sino el acuerdo político. Pero en el mensaje de este funcionario con alta experiencia internacional hay un hilo de esperanza en toda esta experiencia: "Esto muestra que es posible avanzar en temas donde pueda existir cierto entendimiento de las partes", dijo Rojas Coronel al referirse a las profundas tensiones que quedaron después de la guerra de 1982 entre los isleños, Gran Bretaña y la Argentina en torno a las Malvinas.

Además, el jefe de la misión de la Cruz Roja Internacional que llevó adelante el largo proceso de cuatro años entre Londres y Buenos Aires cree que "los resultados obtenidos en la identificación de los soldados permite generar confianza hacia aquellas familias que aún no presentaron pruebas para lograr la identificación de todos los cuerpos". El equipo de forenses de la Cruz Roja Internacional logró identificar 88 de las 121 tumbas encontradas en el Cementerio de Darwin. Por esto es muy importante el trabajo que resta por delante. "Ahora vendrá una negociación para que las familias puedan viajar y para que se identifiquen con placas las cruces en las tumbas de los soldados", explicó Rojas Coronel a Infobae desde las oficinas de Cruz Roja Internacional en Buenos Aires.

—¿Qué fue lo más complicado en todo este proceso?

—Lo más difícil de todo este proceso fue el acuerdo que permitió realizar la identificación de los cuerpos. Fue bastante complicado. Era el punto más sensible para ambas partes. Teníamos que lograr que los dos Estados tuviesen que ponerse de acuerdo. No fue tan fácil. Después de cuatro años se pudo negociar el acuerdo. Luego la tarea de identificación muy compleja por el clima complicado de las islas. Pero cuando se realizaron las exhumaciones la forma en que se encontraban los cuerpos facilitó mucho a la identificación. De cualquier modo fue duro trabajar en el invierno de las islas. El tercer punto complicado fue, antes del proceso, lograr persuadir a todos los actores de la decisión de llevar adelante esta iniciativa humanitaria y lograr una adhesión de los familiares. Para que esto fuera aceptado por el conjunto de los actores. Aquí el tema Malvinas es muy sensible. Teníamos que mantener un diálogo constante con todos los actores para mantener la iniciativa humanitaria.

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—¿Cuáles eran los mayores reparos que ponían las partes implicadas?

—Hubo varios puntos. Había mucha información inexacta y muchos mitos respecto del cementerio o de lo que se había hecho con el resto de los cuerpos de los soldados en las islas. Esto hacía que hubiera un gran temor por ello de parte de los familiares respecto de lo que se iba a encontrar. También, por el tiempo que había pasado, había cuestionamientos respecto a la manera en que había sido tratado su familiar. Había en algunas familias una gran desconfianza hacia una iniciativa del Estado luego de décadas de no saber dónde estaban sus seres queridos.

—¿Y cómo se lograron despejar esos mitos?

—Dimos muchas explicaciones, mucho contacto, mucho diálogo con los familiares. Hablamos con todas las organizaciones de la manera más generalizada y transparente posible. Estamos acostumbrados en la Cruz Roja Internacional a trabajar estos temas con delicadeza y en confidencialidad. Al mismo tiempo, tratamos de explicar qué se iba a hacer y cómo se iba a hacer. También lo que no se iba a hacer. Había temores de que este proyecto estuviera ligado a decisiones particulares del destino final de los cuerpos. Siempre dijimos que era un proceso de identificación. El resultado comenzó a cambiar la percepción de los que tenían reservas. Eso no significa que todo el mundo esté de acuerdo. Pero en general hubo una recepción muy positiva del trabajo que hicimos.

—¿Cómo se logró el mantenimiento de los cuerpos después de tanto tiempo?

—Fue un conjunto de factores, entre ellos las temperaturas bajas en las islas pero también, por ejemplo, la forma de ser enterrados en ataúdes y en sacos mortuorios que resistieron bien el paso del tiempo. Contenían información de origen. Incluso se conservaron hasta cartas, rosarios, documentos de identidad y medallas de los soldados en sus uniformes. Esa conservación ayudó a la identificación. Estaban enterrados de una manera individual salvo en un caso muy particular de restos parciales, que había enterradas dos personas. Pero el resto fueron colocados en forma individual, separados, y esto hizo que se conservaran muy bien y que el equipo forense pudiera identificar mejor.

—¿Por qué siempre se habló de 123 cuerpos y se encontraron finalmente 121?

—La cifra 123 es la que hablaban todos. Esa era la cifra conocida. Nosotros no habíamos hecho el estudio de factibilidad en el lugar. No se hizo el conteo de las urnas hasta luego del acuerdo. Pero la cifra inicial del proyecto eran 123 tumbas. En los primeros relevamientos del terreno se encontraron 121 tumbas con la inscripción "Soldado Argentino Solo Conocido por Dios". El resto tenía nombres. Se trabajó entonces sobre 121 tumbas.

—¿Cuál sería el próximo paso en este proceso?

—Hay varios elementos. Esto concluye con la identificación a las partes. Pero hay pasos y tareas que se extienden en el trabajo, que es la marca de las placas en las cruces con el nombre de los soldados identificados. Parece obvio, pero hay que hacerlo. Luego la cuestión de la visita de los familiares a las islas. Los más natural es que quieran ir a rendir homenaje en el lugar a sus seres queridos. Además, existe la posibilidad de llevar a cabo otras identificaciones que no se pudieron completar porque no tienen la comparación genética correspondiente. Todos podían ser identificados pero hay un número importante de familias que no presentaron pruebas genéticas. Eso hay que organizarlo en caso de que algunas familias quieran participar en adelante.

—¿Cuántos quedan por identificar?

—Se identificaron 88 restos de 122 que se examinaron. El resultado es de 34 restos sin identificar. Son los que quedarían pendientes. Para algunos puede ser con muestras complementarias de los familiares o el aporte genético que hagan las familias que no lo hicieron para que se puedan identificar.

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—¿Hay otro lugar donde puede haber restos por identificar?

—No hay ningún sitio excepto en la isla Borbón, donde hay un cenotafio para las víctimas de un avión Air Jet. Pero allí tienen la lista de nombres los restos enterrados en esas tumbas y es posible que allí haya restos. Fuera de ese sitio no hay otro lugar que sepamos. Por supuesto esto no implica que no haya lugar donde los restos no puedan haber sido encontrados.

—¿Esta experiencia abre la puerta para un espacio de diálogo más amplio entre isleños, argentinos e ingleses?

—Eso es parte de los implicados. Lo que puedo decir es que esta iniciativa humanitaria se pudo llevar adelante porque todos los actores dieron su apoyo. Esto muestra que es posible avanzar en temas donde pueda existir cierto entendimiento de las partes. Claro que este fue un proceso humanitario. De la misma manera que se hizo esto, se puede llegar a un entendimiento en otros puntos. Esto ha logrado un nivel de confianza importante. Ahora hace falta marcar las tumbas, la visita de las familias y este acuerdo exitoso ayudará a que se resuelvan las cosas de manera más sencilla.

—¿Cree que facilitará este proceso para que las familias que no se presentaron se acerquen?

—Lo esperamos así. Puede haber familias que aún hoy tenga reservas del proceso y es respetable. Pero por experiencia es probable que ante los resultados muy buenos otras familias puedan acercarse a aportar datos. Eso puede mejorar la atmósfera para lo que viene por delante.

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—¿Hubo buena predisposición de los isleños?

—Hicimos un trabajo de explicación allí muy profundo y francamente recibimos buen apoyo de los isleños. No tuvimos obstáculos. Pienso que eso también muestra que es posible hacer este tipo de trabajos. La ventaja que tenemos es que somos un actor neutral y con muy buena reputación en la ayuda humanitaria.

—¿Este es un puntapié para generar confianza y diálogo entre los isleños y los argentinos, y también con Gran Bretaña?

—Si sucede será un excelente resultado. Será algo no previsto. No era el objetivo de esta iniciativa. Como institución humanitaria esperamos que haya soluciones pacíficas entre los Estados. Esto puede facilitar la resolución de problemas. Nuestro foco era obtener un resultado humanitario y que se logró.

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