WASHINGTON.- Que la relación bilateral entre la Argentina y Estados Unidos pasa por un buen momento no es una novedad que deba sorprender. Marcos Peña visitó ayer durante una hora y media la Casa Blanca de Donald Trump y confirmó que el vínculo entre los dos gobiernos es "extraordinario". Las coincidencias, dijo el jefe de Gabinete luego de repasar la agenda común con su par norteamericano, John Kelly, y el número dos del Consejo de Seguridad Nacional, Ricky Waddell, se expresan en todas las áreas de la relación y también en la "enorme preocupación compartida" por la situación política en Venezuela.
Este último tema, detalló Peña, se llevó parte de la agenda del encuentro, en el que también se trataron la recién inaugurada presidencia argentina del G20, las diferencias comerciales, a las que calificó de "técnicas y no políticas", y el agradecimiento de la Casa Rosada por la ayuda estadounidense en la operación de búsqueda del submarino ARA San Juan.
Sobre la mesa estuvo la posibilidad de que la administración de Trump decida imponer un embargo petrolero al régimen de Nicolás Maduro, algo que el Gobierno no vería con malos ojos pero que, indicó el jefe de Gabinete, "sería una decisión norteamericana o multilateral en caso de que Estados Unidos consulte antes a los países de la región". Aunque crecen las especulaciones, no hay todavía avances en esa decisión.
"Lo que debe quedar claro es que consideramos que lo que está viviendo Venezuela es una dictadura y en esa dictadura se está agravando el deterioro institucional, humanitario y económico. Eso es lo que más nos preocupa y entendemos que la comunidad internacional debe ayudar a estimular que haya un cambio", dijo Peña en el mediodía de ayer a Infobae, durante una charla con medios argentinos en la sede de la embajada argentina en Washington.
Pese a la presión internacional y a las instancias de diálogo promovidas por los países de la región, el gobierno argentino no ve un cambio de actitud del régimen de Caracas. "La situación está empeorando permanentemente", resumió el ministro coordinador. Esa lectura pesimista del curso institucional en Venezuela es la que lleva a considerar otras vías de presión, entre ellas la posibilidad de introducir sanciones más drásticas. "Un embargo tal vez pueda ayudar", señaló el secretario de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo, que llegó junto con Peña a esta capital y participó de la agenda de reuniones.
Antes de partir de regreso a Buenos Aires Peña se reunió esta tarde con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, con quien también trató la inquietud regional en torno a Venezuela.
A su par John Kelly en la Casa Blanca el jefe de Gabinete le agradeció la inmediata ayuda en la búsqueda del ARA San Juan. "No dudaron ni un minuto en darnos ayuda", valoró Peña, quien también dijo comprender el enojo y la frustración que un día antes expresaron en Mar del Plata los familiares de los 44 tripulantes de la nave ante la decisión de poner fin a la operación de rescate.
"Es comprensible, hay mucho dolor, es una situación horrible la que están viviendo, lo que más podemos hacer es extenderles un abrazo y la garantía de que lo que piden lo vamos a seguir haciendo, que es buscar el submarino", respondió a Infobae. "Lo tenemos que encontrar y lo vamos a encontrar, no podemos no hacerlo", enfatizó. No dio definiciones sobre un eventual mensaje del presidente Mauricio Macri. "Se está evaluando en Buenos Aires", dijo el jefe de Gabinete.
Peña recibió del gobierno norteamericano la satisfacción por el hecho de que la Argentina ocupe la presidencia del G20 y compromisos de colaboración en todo lo que sea necesario para la organización de los encuentros, incluida el delicado frente de la seguridad.
"Todos los canales de comunicación y cooperación entre las distintas agencias del Estado están abiertos, a diferencia de lo que ocurría en el pasado", afirmó Peña. Aunque ayer mantuvo un largo encuentro con el número dos del Consejo Nacional de Seguridad, no dio más detalles sobre ayudas específicas a lo largo de la serie de reuniones de trabajo que tendrán lugar en nueve ciudades, y que culminarán en la cumbre de presidentes, dentro de un año. En ese momento todas las miradas harán foco en la Argentina.