Daniel Rafecas: "El gobierno de Cristina Kirchner me acosó durante dos años"

El cuestionado juez, quien acaba de ser citado por el Consejo de la Magistratura por desestimar la investigación de Alberto Nisman sobre el atentado a la AMIA, habló con Infobae y aseguró no tener "nada que ocultar". Dijo que la muerte del fiscal lo "conmovió mucho"

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El juez Daniel Rafecas recibió a Infobae en su despacho (Fotos: Maximiliano Luna)
El juez Daniel Rafecas recibió a Infobae en su despacho (Fotos: Maximiliano Luna)

Daniel Rafecas, el titular del Juzgado Federal porteño número 3, no pasa por su mejor momento. El fantasma de la causa Nisman volvió a incomodarlo. El próximo 7 de diciembre deberá presentarse ante el Consejo de la Magistratura. En diálogo con Infobae adelantó que responderá a los cuestionamientos de manera personal. Cuenta que durante el kirchnerismo fue "acosado", y denuncia que los factores de poder quieren destituirlo. El apoyo del papa Francisco y la relación de sus hijos con su actividad como magistrado.

—¿Se va a presentar ante la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura o se limitará a presentar un escrito?
—No tengo ninguna razón para no presentarme. Voy a ir personalmente, sí. Y responderé todas las preguntas que tengan para hacerme los consejeros. Sobre todo porque no tengo nada que ocultar ni evitar.

—Usted ya presentó documentación ante el Consejo de la Magistratura.
—Sí, tres veces. A lo largo del tiempo se fueron acumulando denuncias por el mismo tema. Cada vez que ingresaba una, me ocupaba de manera inmediata de realizar mi descargo a efecto de desechar y desvirtuar cada uno de los argumentos y señalamientos que me formularon en el marco de mi actuación como juez frente a la denuncia de (Alberto) Nisman. Esta es la primera vez que el Consejo de la Magistratura convoca a un juez a dar explicaciones por un fallo.

—¿Hubo respuesta por parte de los consejeros a cada una de esas respuestas?
—No. Eso no es habitual. Yo tengo una larga historia de denuncias de distintos factores de poder que me han denunciado en la Magistratura. Los consejeros que llevan las denuncias no suelen responder a los descargos de los jueces.

—¿Qué "factores de poder", como los llamó usted, intentaron su destitución?
—En su momento fui denunciado por varios ex senadores que fueron procesados por nosotros en la causa de los "sobornos en el Senado". En el marco de la causa Papel Prensa me denunció Héctor Magnetto. Fui denunciado por procesados en causas de narcotráfico. Por mafias que operan en la Ciudad de Buenos Aires relacionadas con la venta ilegal de productos, de talleres clandestinos por trata de personas y prostíbulos. Y ninguna de esas causas prosperaron.

—Detrás de los talleres clandestinos, de trabajo esclavo, de prostíbulos también hablamos de factores de poder. 
—Sí. Recuerdo haber trabajado muy fuertemente con bandas que se dedicaban a la venta de productos falsificados. O bandas que se dedican a la clonación y venta de celulares robados en galerías de la Avenida Corrientes o Liniers.

—Hay mafias detrás de esos casos, ¿no?
—Sí, sí.

—¿En la política también hay mafias?
—(Largo silencio) Como juez no tengo una respuesta para eso. Y ahora estoy hablando como juez.

—¿Hay algún factor de poder detrás de la denuncia en su contra por no impulsar e investigar la denuncia que Nisman hizo contra Cristina de Kirchner?
—No lo sé. Más allá que me resulte desagradable, o me parezca injusto, no dejan de ser los carriles institucionales previstos en la Constitución en términos de control a la actuación de los jueces.

—Sin embargo, calificó de "injusto" el llamado a declaración ante la Comisión de Disciplina el próximo 7 de diciembre.
—En perspectiva creo que es injusto. La resolución que yo adopté en febrero de 2015 está debidamente fundada, tanto desde el punto de vista del derecho como de los hechos. No había posibilidad de encuadrar el relato que hace Nisman en su presentación en un delito punible y por lo tanto es imposible para un juez abrir a prueba, o producir las pruebas que él proponía.

—Pero una instancia superior entendió lo contrario y ahora se está investigando el supuesto encubrimiento del gobierno anterior a los terroristas iraníes que volaron la AMIA.
—No es así. La Cámara Federal y el fiscal de Casación Penal avalaron mi decisión de cerrar la causa porque no había delito. Y en términos muy elocuentes reafirmaban que la denuncia no era viable para ser tramitada como causa penal.

El reportaje con Rafecas, realizado el pasado viernes
El reportaje con Rafecas, realizado el pasado viernes

—Pero la Cámara de Casación Penal sí ordeno investigar.
—Sucedió que dos años después y a petición de la DAIA la Cámara de Casación ordenó abrir una investigación. Pero esto es habitual en Tribunales. Muchas veces hay discrepancias entre la primera y segunda instancia y la tercera.

—Con esa misma lógica, ¿los jueces de la Cámara Federal que lo supervisaron, y apoyaron sus argumentos, también deberían ser denunciados ante la Magistratura?
—No lo sé. Habría que preguntarles a los consejeros. No me puedo poner en el lugar de los senadores que me acusan. Ellos hicieron un estudio de mi resolución y evidentemente valoraron mis argumentos. No se si estudiaron lo que dijeron los camaristas.

—Entre los cinco puntos salientes de la acusación, el senador radical Ángel Rozas dice que usted dictó una "sentencia fraudulenta".
—Es sorprendente esa calificación. Mi resolución es absolutamente fundada. Me parece un tanto inaudito que se haga una calificación en esos términos.

—Rozas también sostiene que con su resolución favoreció a "las más altas autoridades del gobierno de entonces", es decir a Cristina Fernández.
—Una vez que yo me convencí de que la denuncia de Nisman carecía de una hipótesis de delito, la consecuencia lógica de mi resolución era no abrir una causa en contra de los que estaban señalados por Nisman, encabezados por la ex presidenta. Lo que hace el senador es una acusación infundada.

—Y por eso, algunos funcionarios, lo enrolan como un magistrado kirchnerista.
—Unos años antes, en marzo de 2012, a mi me tocó ser el primer juez de instrucción de la causa Ciccone. Fue cuatro meses después de la reelección de la ex presidenta, y la elección del vicepresidente (Amado) Boudou. Yo avancé en la causa y dispuse el allanamiento del ministerio de Economía, de la planta Ciccone, de las oficinas de Alejandro Vandenbroele y del departamento del vicepresidente Boudou. En ese entonces se decía de mí exactamente lo contrario de lo que sostiene el senador Rozas ahora. Decían que yo era funcional a la oposición y que era una maniobra de desestabilización contra el gobierno kirchnerista. Después fui apartado de la causa, y durante dos años, el gobierno anterior, el de la ex presidenta, me acosó en el Consejo de la Magistratura buscando mi destitución. Y no lo consiguieron.

—En esa causa a usted lo acusaron de ser "parcial".
—Claro. El kirchnerismo me acusaba de ser parcial. Ahora, el oficialismo también me acusa de "parcial" y "arbitrario".

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—Recién me dijo que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lo "acosaba" ¿Ahora también se siente acosado?
—No. Todavía no. Digamos que todavía el acoso no tiene la misma intensidad.

—El camarista Eduardo Freyler terminó muy mal. Fue destituido por el Consejo de la Magistratura también a instancias de los representantes del oficialismo. ¿Cambiemos se quiere quedar con algunas vacantes en el fuero federal?
—No puedo hacer ninguna especulación ni comentario sobre eso. Prefiero ser prudente.

—¿Se considera un juez independiente, imparcial y apolítico?
—Por supuesto. Desde ya. Surge haciendo una evaluación de mi actuación durante trece años como juez. En algunos casos fallé en favor del gobierno anterior. En otras fallé en contra. Respecto a este Gobierno, muchas veces fallé a favor.

—¿Por ejemplo?
—El año pasado el Frente para la Victoria hizo una denuncia penal por administración fraudulenta contra los principales funcionarios de este gobierno por el manejo que hace con las Lebacs (Letras del Banco Central) y la flotación del dólar. En la causa hubo impulso fiscal. La fiscalía me pidió como veinte medidas de prueba, incluyendo los nombres de los mil inversores más grandes en Lebacs.

—¿Y usted qué hizo?
—En el mismo plazo de diez días que me tomé para resolver sobre la denuncia de Nisman, dicté la desestimación del caso porque no había delito. Dije que era "no judiciable". La política económica de un gobierno no puede ser llevada a los tribunales penales.

—En el caso Nisman usted falló además en contra de lo que deseaba mayoritariamente la opinión pública.
—Y la clase política también. Por lo general, en el noventa por ciento de los casos fallamos contrariamente a lo que desea la opinión pública. Y ese es el derecho. Si una persona es inocente, es inocente sin importar el humor social.

—¿Qué sintió cuando se enteró de la muerte de Alberto Nisman?
—Me conmovió mucho. Lo conocía. Pensé mucho en su familia. Tenía una relación de respeto mutuo. Teníamos algunos temas en común como la lucha contra el antisemitismo. Nos vimos unos meses antes. Teníamos contacto por teléfono. Personas que yo le recomendé terminaron trabajando con él, y abogados que estaban en la UFI-AMIA trabajan conmigo…

—No le habrá recomendado a Diego Lagomarsino como experto informático…
—(Se ríe) No, no, yo no lo conocía a Lagomarsino.

Rafecas junto al papa Francisco en el Vaticano, en noviembre del 2016
Rafecas junto al papa Francisco en el Vaticano, en noviembre del 2016

—Fue recibido en audiencia privada por el papa Francisco ¿Se sintió apoyado?
—Sí. Fue muy conmovedor porque el Papa, en su discurso de cierre en un simposio de magistrados contra el narcotráfico, le reclamó a los Estados la preservación de la tranquilidad de los jueces. Solicitó que los jueces no sean presionados por los poderes económicos y políticos. Fueron palabras muy apropiadas para lo que es nuestra actividad cotidiana.

—¿Hay crimen organizado en nuestro país?
—Sí, por supuesto. Lo hay, lo hubo y lo sigue habiendo.

—¿Cuándo se lo combatía más, en el gobierno anterior o en la gestión actual?
—Ahora hay una coordinación muy fina entre todos los poderes del Estado. Digamos que ahora se optimizaron los recursos que existen en el Estado para luchar contra las mafias, la corrupción y el crimen organizado.

—Se va un gobierno. Entra otro, y los jueces aceleran las causas contra los ex funcionarios.
—No necesariamente es así.

—Diferimos en la apreciación.
—En el caso de José López, por ejemplo, tanto el fiscal (Federico) Delgado como yo lo investigamos durante años. Y no encontramos grandes movimientos. Hasta que apareció con los bolsos con nueve millones de dólares en el convento de General Rodríguez y ahí se aceleró todo. El expediente ya fue elevado a juicio.

—Y si no ocurría eso tan extraño, y sin explicación, el enriquecimiento ilícito del ex secretario de Obras Públicas quedaba impune.
—López declaró acá que era plata negra de la política, pero nunca nombró a funcionarios o a empresarios. Tenemos la esperanza de que lo haga en 2018 en el juicio oral y público. Él dijo que en su momento señalaría la procedencia de esa plata negra. Hasta ahora no lo hizo.

—¿Qué edades tienen su hija y su hijo?
—Quince y diez.

—La más grande ya debe leer los diarios, los portales, mirar los noticieros…
—No, no, no…

—¿Qué dice sobre los cuestionamientos que le están haciendo a su padre?
—No lee los diarios. Los adolescentes no miran canales de noticias. La adolescencia de hoy no se vive como la nuestra. Viven en un mundo casi paralelo. Viven en las redes sociales, con algunos dispositivos, con algunos programas, miran Netflix, miran YouTube. Tienen muy poco contacto con la coyuntura política. Muy pocas veces, durante mi actuación como juez, tuve planteos de mi hija. Ahora, por ejemplo, no me preguntó nada.

—No le preguntó "¿Cómo estás papá con todo esto?"
—No. Mi hija vive en un mundo alejado de la coyuntura, de los noticieros.

—¿Cuál fue el momento más complicado que le tocó vivir como juez?
—Sin ninguna duda la conferencia de prensa en la Semana Santa de 2012 cuando Boudou, siendo vicepresidente, me acusó públicamente de conspirar en su contra en la causa Ciccone. Ese fue el momento más duro y ahí sí que era inevitable que mis hijos preguntasen y que todo el mundo estuviese preocupado.

—¿Y por el tema Nisman no le preguntó?
—Sí, pero por su muerte. Quería saber que había pasado…si yo lo conocía.

—¿Y no le preguntó por la causa que posiblemente lo llevó a la muerte?
—No. Eso no. Quizás el día de mañana sí lo haga.

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