Todas las inexactitudes que se dijeron sobre la desaparición de Santiago Maldonado

Matías Santana (Nicolás Stulberg)

Que salió del río, que le pegaron entre varios gendarmes, que lo subieron a un Unimog, que lo vieron con unos binoculares… Aunque todavía hay interrogantes en torno a la muerte de Santiago Maldonado, la divulgación de los resultados de la autopsia terminó de derribar buena parte de los testimonios de los mapuches sobre lo que ocurrió aquel 1 de agosto en el que desapareció el joven artesano tras una protesta en la ruta 40.

La autopsia confirmó que Maldonado murió por "asfixia por inmersión" coadyuvada por "hipotermia". El estudio también afirmó que el cuerpo estuvo siempre dentro del río. No tenía moretones o traumatismos. En síntesis, se ahogó en el río Chubut.

Los primeros testimonios que se conocieron en su momento fueron a cara cubierta. Luego apareció un testigo con nombre y apellido: Matías Santana, un joven de 20 años que vive en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen, fue uno de los primeros en presentarse ante la Justicia y contar su versión. "Nosotros corrimos hacia el río. Yo fui a buscar un caballo que tenía a unos metros y cuando estaba subiendo escucho la voz de uno que dice 'quedate quieto'. Subí, había tiros y pude ver a tres gendarmes que estaban golpeando un bulto celeste con negro. Reconozco que era Santiago porque yo ese día le presté mi campera celeste", dijo.

Es cierto que los mapuches corrieron hacia el río y que Maldonado tenía una campera celeste, que sería la misma con la que lo encontraron cuando hallaron su cuerpo. El resto del relato no coincide con la autopsia. Santiago no tenía golpes en su cuerpo. Las marcas que tenía en la cara y el cuello resultaron ser mordidas de peces.

"A Santiago se lo llevan en un Unimog hasta la ruta 40 y de ahí se lo llevan para Esquel en una camioneta que dice Gendarmería", cerró Santana su declaración ante los medios, tras presentarse el 12 de septiembre ante el juez Guido Otranto, quien todavía tenía el expediente en su escritorio, antes de ser apartado por la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia.

De nuevo, lo único cierto es que un Unimog ingresó al predio. Están las huellas. Pero Maldonado nunca salió del río.

El otro testigo clave ni siquiera declaró en la causa, sino ante una ONG que presentó su testimonio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Es el famoso Testigo E. Su relato se conoció casi una semana después de que Santana contara su versión ante el juez. Todo indicaría que efectivamente es la última persona –o, con certeza, el último mapuche– que vio con vida a Maldonado. Es el sujeto que ayudó o habría ayudado a Maldonado a cruzar el río, ya que no sabía nadar.

"Santiago me dijo que no podía más, que se volvía. La situación del cruce del río es observada por una decena de gendarmes que se encontraban sobre el alto de la barranca. Tres de ellos bajan hasta el arbusto donde estaba Santiago gritando 'acá tenemos a uno', y ahí escucho un 'escopetazo'. Entre los tres lo arrastran con golpes hasta ese alto donde se encontraba el resto. Lo suben a una Unimog, y esa fue la última vez que lo ví".

Otra vez aparece la idea de que a Maldonado lo subieron a un camión, lo que no coincide con los datos de la autopsia. Tampoco la idea de que ese "acá tenemos a uno", que quizás sí dijeron, fue para dar a entender que lo habían capturado. Menos aún, que ese supuesto "escopetazo", que ni siquiera se sabe si existió, impactó en el cuerpo del tatuador.

Hoy la abogada de la familia Maldonado mencionó a otros cuatro testigos que serán citados a declarar. Se trata de Elizabet Loconpan, Lucas Pilkminan, Tomas Pilkminan y Nicasio Luna. Los tres primeros, según la letrada, son "personas que dijeron haber estado con Santiago el 1 de agosto, haber escuchado disparos, corrido hacia el río para poder resguardarse de los disparos que escuchaban, y que refuerzan el testimonio de Matías Santana en cuanto a que Santiago fue detenido y golpeado por los gendarmes".

El último testigo mencionado por la abogada, Luna, es un cantautor chileno que hace casi dos semanas apareció en un programa de televisión de Chile y contó que el día del operativo se escondió con Maldonado detrás de una casilla antes de correr hacia el río. Pero además, sería el dueño del celular al que Ariel Garzi dice que llamó el 2 de agosto y que "alguien atendió durante 22 segundos, sin emitir ninguna palabra", algo que fue negado por la compañía de teléfono chilena WOM.

Buena parte de lo que siguió a la trágica muerte de Maldonado el 1 de agosto y los días posteriores y que fue cuestionado por la familia Maldonado, hoy pierde sentido. El ejemplo más claro es la limpieza de la camioneta que se sugirió desde el primer momento que fue realizada para borrar los rastros de ADN del artesano. O los análisis de los GPS de esos vehículos y los registros adulterados de Gendarmería. También el mensaje de audio en el que un uniformado dice "aparentemente dijo que el que tenía a Santiago Maldonado en la camioneta era la sargento Sartirana", y que en realidad se refería a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, durante su presentación en el Congreso, y que fue una broma. Todo perdió sentido con la autopsia. Cuando la ciencia habla, las especulaciones se callan.

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