El 22 de mayo de 1968, el submarino USS Scorpion dejó de comunicarse. Poco tiempo después, se supo su fatal final, en el que 99 tripulantes perdieron la vida. Podría haber sido un caso más de otros tantos trágicos accidentes en la historia naval, pero el antecedente llama la atención por las llamativas similitudes que existen con lo que ocurrió con el "ARA San Juan".
A diferencia de la máquina argentina, el SSN-589 era un submarino nuclear. Era el sexto barco de la Armada de Estados Unidos de clase Skipjack. Salió el 15 de febrero de 1968 desde Virginia hacia el mar Mediterráneo para realizar ejercicios de despliegue y observación en conjunto con fuerzas de la OTAN. Algunas teorías apuntan a que se había embarcado en una misión secreta.
Antes de zarpar, el USS Scorpion había estado en mantenimiento exhaustivo por cuatro meses y se habían efectuado reparaciones en el astillero naval de Norfolk. Se cree que estos arreglos fueron a las apuradas para que la máquina volviera a entrar en servicio. Por entonces, Estados Unidos estaba en plena Guerra Fría con la Unión Soviética.
Terminados estos ejercicios, el submarino se dirigió a la base ingresando por el océano Atlántico. El 21 de mayo realizó su última transmisión estando a 80 kilómetros al suroeste de las Islas Azores. Debía reportarse cada 24 horas. Pero no hubo señales. Pasaron seis días hasta que se declaró la emergencia y comenzó una búsqueda intensiva de la flota aeronaval. Casi un calco del caso argentino.
El 5 de junio, el USS Scorpion fue declarado oficialmente perdido.
Las primeras pistas acústicas sobre su desenlace se obtuvieron desde las estaciones de las Islas Canarias, Terranova y, casualmente, Argentina. Otra vez, lo que empezó a develar el misterio fue un registro de una anomalía hidroacústica. El patrón respondía al perfil de una fuerte descarga de energía, una implosión, ocurrida el 22 de mayo a 400 kilómetros al suroeste de las Islas Azores.
Con este dato, la búsqueda del submarino se concentró en esa zona de operaciones, a través del buque oceanográfico USSNS Mizar.
El rastrillaje no dio sus frutos desde un comienzo. Hubo una demora de seis meses hasta que, el 30 de octubre, aparecieron los primeros restos. Los dispositivos del USSNS Mizar permitieron divisar los escombros sobre el fondo oceánico.
Otra coincidencia: como se cree que pasó con el ARA San Juan, el submarino nuclear estaba a 3.000 metros de profundidad en un talud abisal, a 740 kilómetros de las Islas Azores. Naufragó en aguas internacionales.
Las fotografías del equipo de rastreo revelaron que el casco de presión se había partido por la mitad y deformado. Su vela, en tanto, se había desprendido, y la sección quebrada de popa se había encajado al interior de la sección de proa como si intentara unir ambas partes.
La desaparición del USS Scorpion puso en estado de alerta a toda la sociedad norteamericana por el contexto bélico. El submarino era una joya de la armamentística estadounidense: contaba con torpedos nucleares de última generación y numerosos avances técnicos.
No obstante, ya registraba varios "problemas crónicos" con su sistema hidráulico, entre otras dificultades. De hecho, antes de su última patrulla, el submarino perdió cerca de 1.500 galones de combustible cuando salió de la base de Hampton Roads.
Dos meses antes, el capital del Scorpion, comandante Francis Slattery, había pedido un trabajo de emergencia ya que, según su criterio, el casco del submarino "se encontraba en muy mal estado de conservación". Se decía que algunos llamaban a la nave "USS Scrapiron" ("scrap" significa chatarra).
Recién en 1993 hubo nuevos datos. El gobierno de Bill Clinton desclasificó la mayor parte de los informes reservados sobre el hecho, que daban indicios de una falla técnica. Según los reportes de los expertos, no había evidencia de que la destrucción del submarino fuera producto de una acción hostil. Entre las probabilidades, se barajó que el navío podía haber colapsado por la activación espontánea y accidental de uno de los torpedos. Pero ninguna de las investigaciones fue concluyente.
Detrás del hundimiento del USS Scorpion persiste un manto de misterio y suspicacias. En 2012, un grupo de veteranos de la Marina estadounidense solicitó reabrir la investigación. A pesar de los avances en la tecnología y los reclamos de familiares, no hubo otras inspecciones que lograran determinar las causas del hundimiento. Por este motivo, teorías y conjeturas de sabotaje, espionaje y un posible ataque en los mares de parte de la Unión Sovietica aún persisten.