Genaro Aversa era un humilde florista de Sarandí hasta que tuvo la suerte de conocer a la hija de Julio Grondona. En poco tiempo, terminó siendo un "exitoso" empresario de la construcción, con una especialidad: estadios de fútbol. Ninguna casualidad. Su fortuna, o la del titular de la AFA, terminó escondida en cuentas bancarias fuera del país. Pero otra parte se blanqueó puertas adentro.
Según fuentes confiables del mercado aeronáutico, Aversa es dueño de un Lear Jet 31, matricula LV-BTF, valuado en 1,5 millón de dólares. La aeronave, guardada ahora en un hangar de San Fernando, supo transportar a la familia Grondona al menos en los últimos dos años.
En los papeles, el avión sigue perteneciendo a la empresa de transportes Crucero del Norte. Por eso nunca despertó sospechas. Pero Infobae pudo saber que hay un poder firmado por Aversa que se mantiene oculto. Ese papel lo transforma en el verdadero dueño.
La foto que acompaña esta nota es de 2014, durante la inauguración de un museo que lleva el el nombre de Julio Grondona. La hija, Liliana, posa para los fotógrafos junto a Julio Koropeski, presidente de Crucero del Norte.
"Cuando Julio (Koropeski) me preguntó si era posible, no dudamos un minuto y le dijimos que sí, sabíamos lo que significaba para mi papá Crucero, lo que luchó Julio (Koropeski), y aparte es un club del Nacional B, que él (Julio Grondona) siempre bregó por eso aunque nadie le haya creído", dijo aquel día la esposa de Aversa. Meses después, el humilde equipo misionero ascendió a Primera. Otra casualidad.
La alegría le duró muy poco: al año siguiente descendió al Nacional B y ahora acaba de bajar al Argentino A, después de una floja campaña.
Aversa aparece salpicado por el escándalo del FIFA Gate. ¿Por qué? Al menos dos de las cuentas sospechadas de haberse utilizado para el pago de coimas (en el banco Julius Baer de Zürich) están a nombre suyo y de su hijo, Pablo Umberto Aversa.
Su nombre ya había salido a la luz meses atrás cuando declaró el banquero Jorge Arzuaga, que se declaró culpable ante la Justicia de Estados Unidos de haber canalizado coimas por más de 25.000.000 de dólares.
Arzuaga trabajó para el Credit Suisse y luego para el Julius Baer, tanto en Buenos Aires como en Suiza, donde se convirtió en el ejecutivo de cuentas de Alejandro Burzaco. De su mano, comenzó a mover el dinero de Grondona.
La historia de Aversa es un ejemplo de "ascenso" vertiginoso: pasó de vendedor de flores de a pie a ser dueño de una constructora. Tal como reveló esta semana Infobae, en 2002 fundó su propia empresa, Constructora Deportiva SA. Al año siguiente fue beneficiado con la licitación para la construcción del estadio de Arsenal de Sarandí, inaugurado en 2004. El yerno de Don Julio fue luego tesorero de la institución en el periodo 2012-2015.
El empresario Daniel Vila denunció hace dos años que la constructora de Aversa construyó los estadios de Colón, Arsenal, All Boys, Chacarita y Atlanta, entre otros.
En 2011, Eduardo De Luca, un hombre del riñón de Grondona, reconoció en una cámara oculta grabada por el empresario Carlos Ávila que el ex titular de la AFA "puso (a su yerno) a construir estadios". "Está haciendo como diez canchas", dijo entre risas. La Justicia nunca lo investigó.