Amado Boudou vivía prácticamente encerrado en su departamento de Madero Center, con vista a la entrada del hotel Hilton. Salía muy poco a la calle. Cada tanto, recibía a sus amigos. Charlaban de política y del futuro del kirchnerismo. Cuando repasaba los errores del pasado, se refería a "su" Gobierno. En esas mismas conversaciones, despotricaba contra sus "enemigos", a los que culpaba por el escándalo Ciccone. En la lista había un ex gobernador y un ex ministro. "Iba a ser presidente de taquito si no pasaba todo esto", solía repetir. A Cristina Kirchner le guardaba respeto. "No le servía echarme, para ella era un dique que contenía todas las puteadas", explicaba hasta hace pocos días.
Pasaba horas sentado frente a su computadora, en una oficina improvisada, al fondo de su cocina. Además de papeles y expedientes, tenía cartulinas blancas con todos los nombres del caso Ciccone y los momentos cruciales. Para "ordenar" las ideas, también había comprado un fichero.
Ciccone no es su única pesadilla. Boudou tiene una docena de causas en varios juzgados federales. Hasta el ex juez Norberto Oyarbide, adicto al kirchnerismo, se animó a llamarlo a indagatoria antes de renunciar. "Gordo, quedate tranquilo que yo te voy a salvar", le dijo antes de la declaración, cinco días después de la asunción de Mauricio Macri. El ex vicepresidente se sorprendió con el diálogo porque no tenía relación previa con el magistrado. Apenas lo había cruzado un par de veces en los restaurantes de Puerto Madero. Al final, Oyarbide no cumplió con la promesa y lo procesó por dádivas.
Con todo, Boudou no tenía miedo de ir preso. Muchos menos por el caso de enriquecimiento, al que casi no mencionaba. Su obsesión era Ciccone. Confiaba en su defensa durante el juicio.
Cuando le preguntaban por sus ingresos, se quejaba porque todavía no recibía su pensión como ex vicepresidente. Decía que vivía de los honorarios que cobraba por asesorar a "dos o tres clientes".
Le preocupaba más la prohibición judicial de salir del país. Eso le impedía viajar a México, a visitar a los familiares de su pareja, que está embarazada de mellizos (en etapa muy avanzada), según le confirmó esta semana a Infobae. Cada tanto se conformaba con una escapada a Mar del Plata y a Puerto Madryn, donde proyectaba un futuro.
Boudou no tenía custodia asignada, pero juraba que le iba "bien" en la calle. Igual prefería la seguridad de su departamento, en el 2 "C" de Madero Center, donde vivía junto a su pareja y su perro. Ahí tenía sus guitarras a mano. Ahora sus días serán muy distintos.