25 de junio de 2011, quinta presidencial de Olivos. Faltaban casi dos meses para la primera ronda electoral, las PASO. Hasta entonces, reinaba un estricto hermetismo sobre quien sería el compañero de fórmula de Cristina Kirchner para su reelección. Ni el propio Amado Boudou lo sabía. Ni los gobernadores y funcionarios que habían ido al acto.
Aquel día, el clima era similar al de una entrega de premios. Una realidad totalmente opuesta a la actual. Las causas sobre la ex Ciccone Calcográfica, el enriquecimiento ilícito, entre otras, no existían en la agenda nacional. Menos aún el desenlance de hoy, con la detención. El futuro político y las expectativas eran infinitas.
Aquel 25 de junio se esperaba la confirmación oficial. Como muchos de los actos de la ex jefa de Estado, la escena tuvo un marco teatral. Afuera de la residencia había una concentración con militantes de La Cámpora. Así retrataba las expectativas Cristina Kirchner al comienzo de su discurso. "Debe haber dos cosas hoy en el país. River y el candidato a vicepresidente", bromeaba la senadora electa. Ese año, el club de Núñez pasaba el capítulo más amargo de su historia deportiva: el descenso.
Eran varios los candidatos a encabezar la fórmula del Frente para la Victoria. Sonaban fuerte Juan Manuel Abal Medina, entonces secretario de Comunicación, y Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico. Dos años después, a Zannini le tocaría encarnar ese rol junto a Daniel Scioli. El desenlace de esa competencia electoral es historia conocida.
Finalmente, la ex mandataria se inclinó por su ministro de Hacienda, una figura en ascenso por proponer y haber llevado adelante la estatización de los fondos de las AFJP. De hecho, el regreso de los recursos previsionales al Estado fue uno de los argumentos que utilizó Cristina Kirchner para designarlo como su ladero. Señaló que esa medida, "de carácter estructural", fue la más importante de su primera gestión y la que permitió sortear la debacle financiera mundial de 2008.
"La persona que vino a proponerme en aquel momento de crisis que teníamos que adoptar una medida como ésa fue nuestro ministro de Economía, Amado Boudou, que es el hombre que me va a acompañar", dijo la entonces Presidente en una escena plagada de dramatismo.
La sorpresa de Boudou quedó reflejada durante el anuncio. Hubo una ovación en la sala. Los que se acercaron a felicitarlo fueron el entonces canciller Héctor Timerman, protagonista de un afectuoso abrazo, y Hugo Moyano, secretario general de la CGT. El camionero mantenía un vínculo estrecho con el ex ministro de Economía. Luego siguió el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, otro de los más cálidos, que llegó a decirle algo en el oído. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, entre risas, le dio un golpe cariñoso a mano abierta en la cabeza.
"Necesito alguien a mi lado que no les tenga miedo a las corporaciones ni a los preconceptos", afirmó la ex presidente de la Nación. Decía que Boudou tenía dos virtudes fundamentales para lo que se avecinaba. "Lealtad y valentía". Todavía estaba presente la fallida vicepresidencia del radical Julio Cobos, un no leal que "traicionó" al Poder Ejecutivo al votar "no positivo" contra la resolución 125 durante 2008, en pleno conflicto con el campo.
El acto tuvo varios condimentos secundarios. El entonces gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, no se mostró en Olivos junto a su compañero de fórmula, Gabriel Mariotto. Ese cierre de listas lo dejó herido, ya que había aceptado a su compañero en disconformidad por la decisión.
En aquella época, el anuncio de Boudou perfilaba al ex ministro de Economía como sucesor de Cristina Kirchner hacia 2015. Durante su discurso, la ex jefa de Estado recordó el pasado político en la Ucedé de su funcionario. "Lo he valorado no por haber pensado siempre igual a nosotros, sino por haber sabido cambiar cuando el mundo cambia", rememoró.
Al poco tiempo, las denuncias judiciales y el escándalo con Ciccone sellarían el destino político de Boudou.
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