Los jefes sindicales no sólo apuestan a la recomposición del PJ: la necesitan

La CGT no logró incidir en la interna del peronismo, pero espera una reorganización poselectoral que lo fortalezca como oposición. Sería vital para sus propias negociaciones con el Gobierno. Se mantiene la agenda con Triaca

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(DyN)
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Puede resultar paradójico o por lo menos representa un enroque en los términos de la ecuación tradicional: la CGT, cuya unidad -aún precaria- parecía un polo capaz de empujar el proceso de recomposición del peronismo en la oposición, necesita ahora que el PJ se reorganice y fortalezca para cerrar sus fisuras internas y tener mejor espalda frente al Gobierno. Dicho de otra forma, los jefes sindicales aguardan los resultados de este domingo para moverse en el nuevo mapa peronista con el objetivo de recuperar gravitación propia en el universo de la política.

Los dirigentes gremiales no transitaron el camino entre las primarias y el comicio de hoy sin tender puentes, según destacan en medios sindicales. Después de la marcha posterior a las elecciones primarias, recompusieron relaciones con el ministro Jorge Triaca y se encargaron de mejorar los canales de diálogo con los bloques de legisladores, en especial con los senadores y su jefe de bancada, Miguel Ángel Pichetto, principal vía hacia los gobernadores peronistas.

Pero los dilemas de la CGT no se agotan en esos puntos. La unidad lograda con la integración de un triunvirato –Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Héctor Acuña– demostró con su rodamiento que no terminaba de unificar al conjunto. Se sumó una agenda complicada con el Gobierno. Y se añadió la competencia que en cierta forma representan las organizaciones de los movimientos sociales, en primer lugar el Movimiento Evita, la CCC y Barrios de Pie, con los cuales por momentos se intenta alguna articulación.

Sin liderazgo más o menos aceptado por todos, la propia marca de nacimiento de la CGT unificada fue creciendo en exposición. Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y en menor medida Antonio Caló –padres sindicales de los integrantes del triunvirato- continúan siendo una referencia y operan en el tejido de la interna. Y otros referentes cegetistas hacen su juego en las conversaciones más amplias, y generalmente reservadas, con Triaca y otros ministros. Esa vía fluida de contactos incluye a secretarios de gremios poderosos: Gerardo Martínez (construcción), Andrés Rodríguez (estatales), José Luis Lingeri (aguas), Armando Cavalieri (comercio), Roberto Fernández (transporte).

No se trata de núcleos o posturas individuales siempre en contradicción. Por el contrario, en muchos casos actúan en la misma dirección, pero de todos modos reflejan un cuadro de cierta fragilidad que se agravó, por ejemplo, cada vez que estuvieron en discusión medidas de fuerza generales contra la gestión macrista, en medio además de presiones de sectores internos o externos más duros o alineados sin vueltas con el kirchnerismo, como el bancario Sergio Palazzo y buena parte de las CTA.

De todos modos, el hecho inicial de reunir en una sola CGT a las tres expresiones mayoritarias del tablado cegetista –Moyano, Barrionuevo y los "gordos" con Caló- pareció el año pasado una primera señal o un polo de atracción para la recomposición del peronismo. No pudo ser entre otras razones por el juego cruzado de ellos mismos, sus "herederos" y las otras corrientes en el mundo del PJ.

El peronismo, camino a las elecciones de este año, avanzó poco en la dirección de una reorganización partidaria. Se fue perfilando el polo de los gobernadores –expresado incluso en algunos acuerdos legislativos con el oficialismo-, pero el cuadro interno se fue agravando con la acción cada vez más decidida de Cristina Fernández de Kirchner, coronada con su candidatura a senadora. La fractura, menor si se quiere, de Florencio Randazzo expresó en parte esa tensión. Hubo apuestas cruzadas de jefes sindicales en medio de esa disputa, que también incluye a Sergio Massa. Daer, Schmid y Acuña exhibieron matices diferenciados. Nada grave, pero elocuente del escaso peso político de los dirigentes cegetistas en las definiciones y crisis del peronismo.

A lo que ocurra en el entramado del peronismo se suman los cálculos sobre el poder poselectoral del Gobierno. Y ahora, esa combinación sería determinante en la lógica del propio proceso de reacomodamiento sindical. Como se ha dicho, los jefes cegetistas lo han advertido y comenzaron a dar señales que perfilan en trazo grueso lo que podría ocurrir a parir de este domingo de elecciones.

La relación con el Gobierno parece más o menos estable. Triaca se transformó en la principal pieza de ese paño, no sólo por su cargo formal sino además porque Mauricio Macri le fue dando cada vez mayor volumen político para manejarse en un terreno siempre árido para un gobierno no peronista. Después de la marcha cegetista de agosto, se sucedieron mensajes de mayor dureza oficial –con recambio de funcionarios en áreas clave para el sindicalismo-, encuentros para distender el cuadro y la visita del ministro a la sede la de la CGT.

El Gobierno ha enviado señales tranquilizadoras y también inquietantes a los referentes sindicales. Fuentes de Trabajo señalaron que pasadas las elecciones se retomarán las conversaciones para avanzar con dos iniciativas que consideran importantes: la creación de una agencia de formación profesional y, sobre todo, el blanqueo laboral, que si llega a ser coronado como ley podría sacar del trabajo informal a más de un millón de trabajadores.

El oficialismo dice haber dejado de lado la idea de una reforma laboral con formato de ley única y global, para todos los rubros productivos. Dice que avanzaría sector por sector, para intentar acuerdos que en determinadas áreas o actividades permita bajar costos laborales e incorporar nuevas características de producción.

También le ha transmitido el Gobierno a todos sus interlocutores gremiales que la intención amplia de reformas no incluye la modificación de las leyes que garantizan lo que ellos mismos definen como "modelo sindical" argentino.

Pero en medios cegetistas sienten también que algunos casos de denuncias de "mafias" sindicales opera como un elemento de presión más amplia, porque afecta la devaluada imagen del sindicalismo. Algunos de los máximos dirigentes de la CGT han acusado al oficialismo de mover los hilos de la Justicia para provocar intervenciones en algunos sindicatos.

Claro que casos como el de Omar "Caballo" Suárez, del sindicato de obreros marítimos, y el de Juan Pablo "Pata" Medina, de la UOCRA-La Plata, dejan escaso margen para ese tipo de consideraciones, más allá de los enojos por su uso político. Con un agregado: algunas de las denuncias que terminan en causas judiciales surgen de feroces internas gremiales. No hace mucho, la disputa en el interior del sindicato de la industria automotriz derivó en una causa por el manejo de unos 300 millones de pesos de la obra social.

Los jefes sindicales, como ocurre en otros ámbitos del peronismo, evalúan que el oficialismo saldría fortalecido de esta elección. Eso lo dirá el recuento de votos. Pero por si acaso, ya movieron algunos hilos del tejido que imaginan para el día después.

Encuentros con la Iglesia, participación en el mayor foro empresarial argentino y contactos con el Gobierno. Y también, centralmente, una apuesta a la recomposición del PJ: es crucial para su propia suerte.

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