Es otro jueves de campaña y faltan 10 días para las elecciones legislativas. Nicolás Del Caño (37) espera temprano en la casa de su novia, que vive en Boedo. Ella de Mendoza, él de Córdoba. Ambos integran el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), y se conocieron en la militancia. En las paredes de la casa hay una caricatura del candidato. Sobre un costado, una biblioteca con literatura, libros de Sigmund Freud y las obras clásicas a las que se debe abrazar todo militante que se defina "de izquierda", como Trotsky, Lenin, Marx. Hay, también, una fotocopia pidiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado. Todavía no llegó la noticia del cuerpo sin vida encontrado en el río Chubut.
Hay preocupación en Del Caño. Es probable que tenga que suspender una actividad programada en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, último punto de un recorrido de campaña en el conurbano bonarense. Llueve mucho.
"Hay muy buena onda con la base kirchnerista, por la lucha que da el Frente de Izquierda, y mucho reconocimiento por nuestra presencia en el conflicto de los trabajadores de PepsiCo. Es muy llamativo cómo mucha gente se acerca y nos dice que, aunque no pertenezca a nuestro espacio, nos banca", confía el joven candidato del FIT a Infobae, mientras comparte un mate. Sabe que en esos votos, en el kirchnerismo "crítico" y sectores progresistas, están los puntos que le permitirán a él y a sus compañeros del Frente de Izquierda entrar al Congreso.
Del Caño necesita un 3% de los sufragios del padrón para alcanzar una banca en la Cámara baja. Le faltan 30 mil votos, pero la expectativa de máxima es lograr dos cargos. Por eso se mudó para encabezar la lista en la provincia de Buenos Aires, lo que generó roces con el Partido Obrero antes de las PASO por el lugar de las listas. La apuesta tiene que ver con su desempeño electoral: en 2015 le ganó la interna presidencial a un histórico dirigente como Jorge Altamira, y en Mendoza logró un histórico tercer lugar en 2013, cuando consiguió una banca.
Finalizan los preparativos para salir. Afuera esperan dos autos. Son las 11 y la comitiva es encabezada por Guillermo Pistonesi, referente del PTS y ex editor de La Izquierda Diario (LID).
"Mi casa de la infancia estaba en un vecindario compuesto por tres casas. Al final estaba la mía, mis viejos alquilaban. Estaba cerca de una canchita de fútbol donde toda la gente del barrio iba a jugar. Compartía la pieza con mi hermano. Tenía como todo chico algunas peleas, pero me llevaba muy bien con mis viejos", describe Del Caño su hogar del barrio Yofre, de Córdoba capital. Su madre era empleada de comercio. Falleció en 2007. Su padre, un obrero gráfico, más tarde compraría un terreno propio con la plata de la indemnización cuando es despedido a fines de los años ochenta. Todavía sigue viviendo allí.
"Desde muy chico empecé a mamar la política, mis viejos eran militantes del Movimiento al Socialismo (MAS). He ido en bicicleta a afiliar y repartir volantes en el barrio con mi vieja, estuve en actos, tomas de fábricas de trabajadores cuando ellos iban un rato a la noche a ayudar. Conocí bastante de esto de niño", recuerda.
La militancia activa de Del Caño comienza en el secundario hacia 1995, en una escuela pública universitaria, con la reforma educativa de la Ley de Educación Superior (LES). En ese entonces es que funda la delegación del PTS en Córdoba. Eran solo 15 miembros, la mayoría, estudiantes secundarios.
"Ya desde muy chico me preguntaba mucho por la desigualdad, por qué hay pocas personas que tienen tanto y tanta gente que sufre la falta de cosas básicas. En la escuela sabía que venían pibes con muchas necesidades, que eran elementales, y otros que las tenían satisfechas. Generaba una angustia muy grande", afirma el diputado del PTS, y agrega: "De a poco uno va comprendiendo que todo tiene que ver con un sistema social, en el que un un pequeño sector de la sociedad de enormes riquezas explota y oprime a las mayorías. Abrazamos la causa del socialismo y la lucha por otro tipo de sociedad, en la que no exista desigualdad ni explotación".
— En la militancia juvenil, ¿hay diferencias entre la que se formó en los noventa, como en tu caso, y la del kirchnerismo después del 2001?
— En los noventa era todo más adverso. El neoliberalismo, el individualismo y el "no te metas" era lo dominante en el mundo. A veces a uno lo miraban como un raro. Yo era delegado del curso, pero había mucho respeto de los compañeros. Lo que diría es que después del 2001 el kirchnerismo tomó muchas banderas de la izquierda, y generó una militancia basada en la ilusión de que con el poder del Estado se podía gestionar mejor el capitalismo. Esa expectativa no estaba en los noventa, no creíamos que se podía humanizar el capitalismo. Despúes de 12 años, en que hubo concesiones como el matrimonio igualitario, la Asignación Univesal por Hijo y el relato de derechos humanos, no se tocó lo central de la flexibilización de los años noventa. Con el triunfo del macrismo, los jóvenes kirchneristas están en un período de reflexión, sobre todo porque la política de gestionar y generar así un cambio estructural fracasó rotundamente. Si se hubiera hecho, no habría millones de pobres.
EN LA RUTA
La primera parada es el Hospital municipal Dr. Oscar Alende, en Lomas de Zamora. Del Caño no parece un típico político en campaña. Avanza con perfil bajo por los pasillos y se entrevista con los que en sociología se conoce como "informantes clave", aquellas personas que, por su rol en la institución, pueden dar mayores datos sobre lo que ocurre en un lugar. En la entrada, se encuentra con algunos compañeros del partido que tienen allí actividad sindical. Hay indicaciones cruzadas. La dirección del Alende no habilitó totalmente el permiso para que se pueda concretar la recorrida con total libertad, ya que los empleados no podrán abandonar sus puestos de trabajo para hablar con el candidato. Desde los pasillos, una paciente llama la atención. "Buen día, Del Caño!". Pero Del Caño no escucha. "¡Pasó y no saludó!", se queja una mujer desde un umbral.
El dirigente cordobés habla con algunos empleados. Mantiene un extenso diálogo con un dirigente del sindicato Cicop, se muestra sorprendido con los "salarios de hambre" del hospital. Hay municipales, algunos técnicos farmacéuticos, que no llegan a los $8.000 de sueldo, mientras que otros tan solo perciben $4.400 de salario social por prestar tareas en el servicio de salud mental. Una mujer trabaja ahí hace ocho años.
"¡Yo soy K, muy K! Pero quiero que estés adentro", se sincera otra referente del hospital, militante del Movimiento Evita.
Tras completar la recorrida por todo el centro de salud, Del Caño vuelve hacia el inicio. Encara a una mujer. Es la que le había gritado al inicio de la recorrida. "Buen día! ¡Ahora sí!, esto es otra cosa", se saludan y ríen. Se dirige hacia otro sector del pasillo, donde está sentado un grupo de mujeres esperando su turno. "La señora está muy enojada", le marca alguien en tono jocoso. Del Caño se disculpa y justifica su falta: "Estábamos dialogando con los trabajadores del hospital". Habla como 10 minutos con la paciente, quien se queja por la falta de profesionales y turnos en la unidad sanitaria del barrio 2 de Abril. Lo invita al vecindario de calles de barro. "Nos falta llegar a muchos lugares", se sincera el candidato. Mientras se va, otro paciente le llama la atención. "¡Del Caño, usted es un caño!", le festejan y se saca una "selFIT", como le suelen decir los militantes del Frente de Izquierda a las autofotos proselitistas.
De regreso en el auto, Del Caño cuenta que es hincha de Belgrano de Córdoba. Desde el volante, Pistonesi se sonríe por el comentario y le reclama que diga "algo popular". "Soy simpatizante de Boca", admite entre risas. Habla sobre sus primeros trabajos. "Empecé a laburar de cadete, en una cadena de ópticas. Ahí laburó mi vieja gran parte de su vida. Después empecé a vender ropa, estuve mucho tiempo. Lo seguí en Mendoza. Vendía camisas y corbatas en los despachos de tribunales, a los abogados. En Mendoza laburé dos años en call centers y de mozo. Aprendí algunas técnicas de barman, era bueno haciendo Speed con vodka".
— ¿Eras bueno vendiendo ropa?
— Y, mirá… (piensa). Vendía… me la rebuscaba. Nunca usé corbata, pero fui aprendiendo combinación de colores, no es algo a lo que prestaba atención. Podría tirar algunos tips de cómo vestir.
— ¿Cuándo terminaste de trabajar en el sector privado?
— Hasta que salí electo diputado.
— ¿Estudiaste alguna carrera?
— Estudié sociología en la Universidad de Cuyo, no pude terminarla. Algún día volveré a cursarla.
PARADA DOS
El segundo parate de la jornada es en el barrio de El Jagüel, partido de Esteban Echeverría. Está programada una reunión en la casa de los padres de Ayelén Córdoba, empleada de una empresa tercerizada de Aerolíneas Argentinas y candidata a concejal. La zona es un barrio de trabajadores de Ezeiza. Del encuentro participaron aeronáuticos, empleados de la avícola Cresta Roja, docentes y adherentes del FIT. Rosa y Armando, los anfitriones, prepararon tortillas.
El candidato inicia la reunión con preguntas sobre la campaña del FIT. Advierte sobre la discriminación de los candidatos del Frente de Izquierda en la puja bonaerense, y cita un caso televisivo. "Los que podemos hacer la diferencia somos los diputados de izquierda en el Congreso. Que tengamos más voces y que acompañemos las luchas del pueblo trabajador. La izquierda molesta, la banca es un puesto de lucha", afirma Del Caño.
También apunta sobre cuál es el ánimo en los lugares de trabajo. "Lucho", trabajador aeronáutico y candidato a concejal, cuenta que hace dos años se organizan sindicalmente en la aerolínea LATAM para que no echen gente en la empresa. "Ahora empiezan de nuevo con el ataque, empezaron por mí con la persecución", sostiene, y agrega: "Quieren bajar los convenios, no los podemos dejar pasar". "Despidieron a 51 chicos hace dos meses", cuenta otro militante sindical del gremio. "Yo no milito, pero veo mucho miedo. Hay miedo de que te echen. A mí un día me despidieron y sentí que me tiraron seis años a la basura", planteó otro de los asistentes. "Para los tercerizados y los precarizados no hubo década ganada. Esto viene desde Menem y Cristina lo sostuvo", advierte Ayelén Córdoba.
— Cristina Kirchner dijo en una entrevista que "la izquierda no desafía al poder"…
— Que el peronismo desafíe el poder es un chiste. Pueden tener disputas con algunos sectores económicos, pero todas las empresas automotrices y multinacionales tuvieron fabulosas ganancias con Cristina. Los trabajadores que se organizaron fueron reprimidos y despedidos por estas patronales, todo el poder del Estado estuvo al servicio del poder. Hace doce años que está presentado el proyecto para el acceso al derecho al aborto, seguro, legal y gratuito, y Cristina no incomodó nunca a la Iglesia Católica. Sigue habiendo miles de abortos clandestinos.
— Los trabajadores se inclinan históricamente por el peronismo y, ahora, por Cambiemos. ¿Cuál es el problema que tiene la izquierda?
— Estamos combatiendo la idea de polarización y que se centre toda la elección en senadores. Estamos dando la pelea para sumar a aquellos que, aunque no coincidan completamente con todas nuestras propuestas, sí están de acuerdo con las peleas que damos. Nosotros hoy por hoy no somos una fuerza mayoritaria, estamos en crecimiento y consolidación. El millón de votos que obtuvimos en la PASO expresa eso y nuestra presencia en comisiones internas de delegados en sectores estratégicos de la economía. Que gobiernen los trabajadores y construir una fuerza política de la clase trabajadora es de largo plazo. El peronismo hoy está en crisis y somos optimistas en convencer a esas bases peronistas.
— ¿Qué significado tiene haberle ganado las PASO a Jorge Altamira en 2015?
— Nosotros habíamos hecho una propuesta a los compañeros del Partido Obrero para hacer una fórmula común, en la que yo iba como candidato a vicepresidente. Los compañeros no lo vieron de la misma manera y fuimos a las PASO. Lo que se expresó en el voto fue la necesidad de darles un paso a los dirigentes de izquierda y su juventud. Eso revalida la lucha que han dado compañeros como Altamira.
— ¿Sintieron que lo jubilaron?
— No, nuestra idea siempre fue forjar una fusión entre las nuevas generaciones y aquellos compañeros que pelearon tantos años. Lo tenemos que valorar de esa forma.
Son las 17:30. Finalmente no hubo lluvias y se pudo organizar la última actividad programada junto a estudiantes en la Universidad de Lomas de Zamora. Un grupo reparte volantes. La estrategia de campaña se repite: reforzar aquellos lugares en los que el Frente de Izquierda y su militancia tiene presencia en el Conurbano. En la puerta de la Facultad de Sociales, Del Caño dialogó dos horas con los alumnos sobre la futura reforma laboral y el ajuste. Varios lo interrogan (y lo cuestionan) por la posibilidad de llevar a la práctica las ideas que sostienen. Otros apoyan sus propuestas. Al final, los que plantearon dudas terminaron formando parte de la foto colectiva. Hay un reconocimiento.
De regreso a Boedo, se nota el cansancio pero la conversación es distendida. Del Caño confiesa que conoce pocos lugares fuera de Argentina, pero señala como destinos favoritos para vacacionar Mar del Plata y las sierras cordobesas de El Durazno y Santa Rosa de Calamuchita. En series, dice que le entretuvo Homeland. En el rock, se inclina por Los Redondos, Divididos, Las Pelotas y Karamelo Santo.
— ¿Por qué te habías mudado a Mendoza?
— En ese momento no estaba en la universidad pública de Córdoba la carrera de Sociología. Ese fue un motivo que me mudé. El otro fue que teníamos un desafío, ayudar a los compañeros de Mendoza que eran muy jóvenes. Yo tenía 26, mientras que ellos 19, 20 o 21.
— ¿Fernet o vino?
— Me pusiste en un aprieto bárbaro (ríe). ¿Cómo me vas a decir eso, boludo… ? Los dos, para los mendocinos no decir vino sería una traición. En Mendoza aprendí a tomar vino pero, obviamente, me gusta el fernet. No son lo mismo (risas), pero me gusta tomarlos a los dos.
— Los dirigentes de izquierda suelen ser ruidosos. Llama la atención tu perfil "tranquilo"…
— Me lo han dicho varias veces. Hay situaciones en las que uno tiene su carácter, por supuesto, y las calles o el Congreso lo exigen. Yo creo que es mi forma de ser.
— Volvamos a lo político. ¿Hay algo que aprender sobre la "izquierda latinoamericana" y los gobiernos progresistas de la región?
— La experiencia de Venezuela es muy gráfica. Si no vas hasta el final, si no te propones verdaderamente un régimen social distinto que expropie a los capitalistas, lo del socialismo del siglo XXI termina siendo falso. Hicieron esa asociación entre multinacionales petroleras y el Estado y no haber utilizado esa renta del petróleo y usarla en el desarrollo de la industria llevó a la situación en la que están hoy. En el kirchnerismo se mantuvieron los pilares fundamentales del poder, más allá de los enfrentamientos que hubo con el Grupo Clarín o las patronales del campo. Y hubo sectores de trabajadores a los que se los reprimió. Lo que se puede aprender es que, aunque hubo fuertes ilusiones, es que las luchas tienen que estar al servicio de construir una fuerza social propia de los trabajadores de ruptura con el capitalismo. Desde la izquierda tenemos la tarea de intervenir en ese proceso de reflexión en una etapa de avanzada de la derecha en la región.
— Y sin embargo, les está costando ganar elecciones.
— Somos conscientes de que lo sostenemos hoy por hoy. Sabemos que no es una construcción de un día para el otro. Hubo un avance importante de una referencia como el FIT. Hay que tener una perspectiva de no entrar en los supuestos atajos de otros sectores de izquierda, como los que apoyaron la Sociedad Rural, o Pino Solanas, sabemos cómo terminan.
— Se suele decir que Cambiemos es una derecha democrática. ¿Coincidís?
— No coincido con lo de democrático, aunque no estamos en dictadura. Existe una limitación a ciertas libertades democráticas, no podemos escapar a la desaparición de Santiago Maldonado, el caso de Milagro Sala que fue detenida en una movilización, o la represión y persecución a sectores de la oposición. Esta es una democracia para ricos.
— ¿Y el Frente de Izquierda? ¿Es una izquierda democrática, comparada con la de los setentas?
— La anomalía es que haya regímenes constitucionales que perduraron, cuando antes era la excepción. Hay diferencia con los setentas en que el camino de la guerrilla, que tuvo mucha influencia en esos años, hoy no es la perspectiva. Mi definición es que somos una izquierda anti capitalista y socialista. Nuestra participación en las instituciones está puesta en función de la transformación social a través de la movilización y organización del pueblo trabajador, que no es igual a la violencia política.
— ¿Ganar una elección, por ejemplo, presidencial, no mejoraría las condiciones para ese cambio social?
— La vía electoral al socialismo fracasó en Chile en 1973. Si eso se diera, solo podría sostenerse en la autorganización y autogestión de las masas, para fundar un país sobre nuevas bases. Sin eso, no es viable el socialismo.
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