El 12 de octubre de 1963, asumía la Presidencia de la Nación Arturo Humberto Illia, candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). Este "hombre bueno", al decir de sus amigos, llegaba al poder con el 25 por ciento de los votos y la proscripción de los dos políticos más importantes de los últimos veinte años: Arturo Frondizi, Unión Cívica Radical Intransigente, preso en Bariloche, y Juan Domingo Perón, exiliado en Madrid.
En esas presidenciales de 1963, el voto en blanco ordenado por Perón y acompañado por Frondizi alcanzó el 19 por ciento. Toda una muestra de la "fortaleza" institucional del país que, luego de la Revolución Libertadora de 1955, iba a los tumbos, mientras los políticos "permitidos" procuraban pescar con medio mundo, caña y mosca en las aguas procelosas de mares ajenos.
Dos años después, en 1965, la crisis institucional se mostraba irreversible. Incapaz de resolver los graves problemas políticos y económicos del país, por razones propias y ajenas, Illia parecía detenido en el tiempo. El proyecto de la UCRP era obsoleto y anacrónico para una Argentina que, después de Perón y Frondizi, aspiraba a horizontes más modernos.
Aparecían pequeños ‘perones’, bien o malintencionados, que buscaban reemplazar al jefe exiliado
El peronismo, por su lado y bajo otros nombres, ocupaba espacios de poder en diversos órganos legislativos. Pero esos cuadros, con hambre de política, se le escapaban a la autoridad de Perón, que residía a quince mil kilómetros de distancia del país. Aparecían en la Argentina pequeños "perones", bien o malintencionados, que buscaban reemplazarlo. A los efectos de esta nota no interesa dilucidar el intríngulis.
Dirigentes como Augusto Timoteo Vandor, Raúl Matera, Juan José Taccone o neoperonistas de provincia se probaban la ropa que el líder podría dejar. Pero también había otros que se jugaban junto al exiliado, manteniéndose firmes de pie junto a Perón. Era el caso de José Alonso dirigente del gremio Soiva (Sindicato Obrero de la Industria del Vestido) y por aquellos años secretario general de la CGT.
Varias y muy extensas son las cartas que he revisado de este dirigente gremial enviadas al general en el exilio [N. de la R: esta correspondencia está depositada en el Archivo General de la Nación]. En esta oportunidad haré referencia a tres (ver PDF al pie de esta nota) que describen la situación previa al golpe de Estado del 28 de junio de 1966, cuando las Fuerzas Armadas derrocarían a Illia en la autodenominada Revolución Argentina.
…que lo que ocurra, si no es nuestro, por lo menos que no sea contra nosotros (Alonso)
El 20 de abril de 1966 y 6 de mayo del mismo año, Alonso le informa a Perón:
"Ya hace quince días que estoy realizando una acción demoledora y que me tiene desintegrado. Ante la inminencia de que esto no puede seguir así y siempre siguiendo sus consejos de colocar el forcé para que esto reviente de una vez y a la vez tomar los máximos contactos para que lo que ocurra si no es nuestro por lo menos que no sea contra nosotros o que estemos en esos planes incluidos.
"Esta semana tuve una entrevista con el representante del Vaticano, el padre Grasse, que estuvo ocho días haciendo ejercicios espirituales con [Juan Carlos] Onganía y los que lo secundarán en el golpe. Me ha informado que la Iglesia argentina y el Vaticano apoyan una solución del peronismo con Perón puesto que el gobierno de Illia está terminado, pero en el marco de una concertación con las fuerzas positivas, pues el triunfo de Ernesto Corvalán Nanclares en las elecciones de Mendoza, abril de 1966 [candidato de Perón] sobre el candidato de Augusto Vandor, Alberto Serú García ha repercutido mucho en el exterior. ¿Qué me dice? ¿Usted se da cuenta mi general la fuerza de los curas en estos trances? Tuve una entrevista con Monseñor Antonio Plaza y el día 7 parte para Roma el informe político de la realidad y perspectiva argentina, lo lleva el cardenal Santiago Luis Copello y le garantizo que el informe es muy bueno con referencia a nosotros y prácticamente da por liquidado al gobierno y reemplazado por el Ejército. Tiene párrafos jugosos sobre la realidad peronista y tiene conceptos muy elogiosos sobre la gravitación cristiana de Perón y los sindicatos como hombre clave."
En carta del 12 de setiembre de 1965, Alonso le reitera:
"…el fogoso coronel Alcides López Aufranc junto al padre Alberto Sily [N. de la R: luego fundador de los sacerdotes para el Tercer Mundo] han conformado un grupo de estudio denominado: Equipo de Programación del Futuro Argentino. Lo forman el Ejército, la Iglesia, un economista, un industrial del grupo Atanor y se me invita a mí a integrarlo [N.de la R: le pide autorización para hacerlo]. Este grupo es tan sólo para analizar qué hay que hacer y qué se planifica, sin entrar a considerar quien lo hará, pero demuestran que no quieren entrar en nuevas improvisaciones y repetir lo de la Revolución Libertadora. El Padre Alberto Sily es la cabeza más esclarecida de la Iglesia y acaba de firmar un contrato por dos años con el Comando Azul para asesorar al Ejército. Es muy amigo mío y tiene simpatía por usted."
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En otra carta, del 13 de mayo de 1966, el dirigente sindical le informa a Perón que almorzó con monseñor Plaza y con los obispos Jerónimo Podestá y Raúl Primatesta, quienes le contaron que "el gobierno tiene un ultimátum de las FFAA". "Que ellos respaldaban la revolución y que no podría ser al margen del peronismo. Monseñor Plaza y Primatesta fueron elogiosos con usted y jugaron un rol para que Onganía acuerde una salida con el peronismo", agrega el sindicalista.
Vandor organiza con el gobierno de Illia una CGT con los gorilas-bolches para frenar el golpe (Alonso)
Mientras tienen lugar estas reuniones, Alonso le cuenta a Perón en qué anda Vandor, el todavía poderoso jefe sindical metalúrgico, que poco tiempo antes había llegado al punto máximo de su desafío al liderazgo del general exiliado. En principio de capa caída, luego de la derrota de Mendoza, Vandor, según Alonso, "organiza con el gobierno (Illia) una CGT con los gorilas-bolches para darle chance al gobierno y frenar el golpe que no lo creen favorable a ellos. En esas componendas electorales no quiere conflictos gremiales que desestabilicen al gobierno de Illia, permitiéndole, a este último, exhibir una Central castrada a sus órdenes. Esto cayó como una bomba en los medios castrenses, industriales y eclesiásticos. No hace nada, no promueve un clima social proclive al golpe, en cambio, los gremios denominados De Pie Junto a Perón (Alonso) están creando este clima en todo el país. Coincido con usted que es necesario acelerar el golpe."
Por las dudas sea cierto, le aclara que Vandor pregona a quien quiera oírlo que sus movimientos políticos están en línea con pedidos de Perón que se maneja con varias alternativas.
Hay "en carpeta" dos tipos de golpe" dice Alonso:
"El palaciego realizado en acuerdo con el gobierno, [Juan José] Taccone, Vandor, Frondizi y [Rogelio] Frigerio. Crisis de gabinete. Entrega a los militares de las carteras más importantes, frigerismo en la línea económica y preparación del Frente Nacional, claro sin Perón. Reducirlo a las paredes de la Rosada en cuyo ámbito son fuertes y tienen chance. Cambios de gabinete, renuncia de Illia, renuncia de Perette, incorporación de un hombre del Senado."
Y la otra alternativa, de la que ya hemos hablado: la CGT, la Iglesia, los Azules y los industriales y la posibilidad de acordar algo con Perón.
Cuando en la mañana del 30 de junio José Alonso y Augusto Timoteo Vandor presenciaban en la Casa Rosada la asunción del general Juan Carlos Onganía, ¿sabían para qué lado iba a saltar la liebre?
Por las dudas, y bajo la influencia de los informes de José Alonso, ese mismo día en Madrid Perón declaraba ante el cronista de Primera Plana, Tomás Eloy Martínez, lo siguiente: "Para mí, este es un movimiento simpático, pues Onganía puso término a una etapa de verdadera corrupción".
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FACSÍMIL DE LAS CARTAS DE ALONSO A PERÓN