Ni el cambio climático, ni el calentamiento global, ni la desertificación del planeta, ni nada. No son pocos los sobrevivientes del PJ que creen que la fragmentación y consecuente catástrofe electoral que hoy los sumerge en el desconcierto es consecuencia directa de las fallidas estrategias electorales de Cristina Kirchner.
Ahora solo esperan el 23, "el día después de mañana".
Concentran sus energías en imaginar un futuro en el que, recogiendo los pedazos dispersos, pueden comenzar a construir una alternativa con chances de poder para 2019. Saben que no será fácil, que la ausencia de un "líder providencial" los obligará a forzar una conducción más colaborativa, abierta a nuevas formas, nuevas maneras y nuevos contenidos, y hacia eso apuntan.
En orden a diseñar este escenario se aferran a algunas certezas. Casi todos suponen que la cruda advertencia de Florencio Randazzo ("Cristina, vas a perder con Gladys González"), una frase que el ex ministro nunca desmintió del todo, se transformará en una ilevantable realidad el domingo 22.
Los sucesivos cortes de algunas encuestas que gozan de confiabilidad entre el peronismo no precisamente K alimentan estas expectativas. Uno de los más recientes ubica a esteban Bullrich cerca de los 43 puntos y a Cristina en 32,5, aun por debajo de lo obtenido en las PASO.
Un dato muy fresquito, que desde el oficialismo de Cambiemos se prefiere no agitar sea porque no confían en ese sondeo o bien para evitar el "achanchamiento" de los votantes que apuestan al cambio.
Refugiados en una saludable prudencia, los voceros del Gobierno hablan un 40% de intención de voto a nivel nacional y, en el sensible escenario de la Provincia, manejan el dato una relativa paridad pero con más chance de crecimiento que en las PASO. Hablan de dos o tres puntos arriba, pero siempre dentro del margen de error.
La expectativa más fuerte está puesta en la migración de votos de Sergio Massa hacia los candidatos de María Eugenia Vidal. Esperan que no menos de 4 puntos de 1País pasen a Cambiemos pero creen que el tigrense se mantendrá en los dos dígitos.
Más jugados, desde el peronismo que quiere dejar atrás el tiempo del kirchnerismo, aseguran que a Massa se les escurren no menos de 7 puntos al día de hoy.
A dos semanas de las elecciones la exacerbación de los sentidos es inversamente proporcional al tiempo que falta para llegar a las urnas. Todo se vuelve más intenso, dramático o delirante cuanto más nos acercamos al día cuarto oscuro. Pero algunas certezas aplacaron los ánimos.
Lo verosímil entra en zona de sospecha y los placares se abren para desempolvar miserables secretos. Pero nada rinde más que la verdad, cruda y descarnada.
Es el caso de CFK, que cuando más habla, más se parece a sí misma, un efecto celebrado por el oficialismo, desde dónde se lo vive como un invalorable aporte a la campaña.
Las mediáticas irrupciones de los jueves de Cristina tienen sobre la ex presidente el mismo efecto que un té digestivo, no le hacen ni bien ni mal. Hasta dónde se sabe, ni le suman ni le restan, pero por indeseado efecto colateral sus apariciones parecen estar arrastrando votantes de otras fuerzas hacia la boleta de Cambiemos. Más habla, más polariza. La "ancha avenida del medio" reducida a una cada vez más estrecha callejuela.
Cristina tiene garantizada su banca en el Senado, es más, ya dispone de despacho. Lo que no tiene asegurado es un lugar en el bloque del PJ. No se la espera con un comité de recepción precisamente. El peronismo que es refractario a todo lo K está en movilizado.
A Cristina la prefieren lejos, aislada en un bloque de Unidad Ciudadana. En el caso de que llegue sin Jorge Taiana, conforme lo esperan, se preparan para hacerle sentir que no tiene espacio para 2019. La idea es mantenerla acotada, pasarle frío, mientras se busca construir un interbloque más amplio que haga pie en la voluntad de gobernadores e intendentes en un clima de horizontalidad y apuntando a recuperar espacios institucionales para plantar una oposición más abierta y participativa.
En este escenario se suceden los encuentros y reuniones. Hiperactivo, Diego Bossio trabaja en un nuevo armado parlamentario, mientras sobrelleva el sostenido "bullyng político" al que lo somete de manera sostenida el frente camporista. En el embate de sus ex compañeros no parece acobardarlo.
Permeables a una confluencia con la gente del Frente Renovador desde el Bloque Justicialista, imaginan a Massa en una etapa de reconversión y apuestan al personalísimo vínculo de Graciela Camaño, jefa de la campaña massista tiene con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey.
Todavía no se habla de un bloque unificado pero ya se buscan acuerdos sobre los debates legislativos que se vienen. Se pretende confluir sobre una agenda real y concreta con el convencimiento de que no sirve oponerse a todo.
Para los de este palo, "Macri no es gato ni la dictadura" y se manifiestan abiertos a una etapa de construcción más horizontal hacia adentro y más desprejuiciada hacia afuera.
Apuestan a recuperar espacios institucionales para el PJ, frente a un gobierno que reconocen armado pero que no la tiene fácil. Es más, no fogonean el argumento de que hay que "frenar el ajuste" porque entienden que no lo habrá. Antes bien esperan tener que lidiar con medidas gradualistas que aseguren chances para el oficialismo en 2019.
En la misma línea, aunque desde una posición más contenida por el momento, parece inscribirse el encuentro de tres intendentes de la Provincia de Buenos Aires que juegan para Cristina con el Jefe de Bloque del PJ en el Senado. Gustavo Menéndez, de Merlo, Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, y Santiago Maggiotti de Navarro, no se privaron de la selfie cuando fueron a visitar esta semana a Miguel Ángel Pichetto que ocupa en primer lugar en el ángulo de tiro de CFK quién lo calificó de "traidor" sin vuelta alguna, para no recordar otras consideraciones aún más desdorosas. Es más, Menéndez subió la foto a sus redes en un gesto casi temerario posicionado como está, al menos hasta hoy, en el escenario electoral.
Desde el Gobierno se siguen estas movidas con suma atención.
La expectativa está puesta en la conformación de un bloque de senadores animado por la Liga de Gobernadores peronistas con el cual negociar las leyes que se vienen. Cuentan con la laboriosa tarea del Pichetto quien trabaja laborioso y sin pausa en todos los frentes. Es curioso, pero se apuesta a que algunos de los caciques provinciales del PJ tengan una buena elección porque los necesitan vigorizados.
En cuanto a Cristina, de más está decir que, pensando en el 2019, la prefieren políticamente viva. A la hora de la confrontación electoral, la polarización les sigue funcionando.