El gobierno de Donald Trump tiene una lógica transaccional con la administración de Mauricio Macri que se resume de una manera muy simple: toneladas de limones argentinos por toneladas de chancho americano. Solo cuando Macri aceptó abrir la importación de porcinos, Trump permitió que los limones ingresen al mercado de los Estados Unidos. Pero esta lógica de poder apuntalada en el concepto America First, tiene una excepción clave a su regla de toma y daca: la causa que investiga el asesinato a sangre fría del fiscal federal Alberto Nisman.
Trump está embarcado en una lucha frontal contra Irán y el acuerdo multilateral que cerró para enterrar –supuestamente- su programa de desarrollo nuclear. Es un aspecto fundamental del legado internacional de Barack Obama, y ya se sabe que su sucesor americano no entiende ni comparte la diplomacia con escasos gestos ampulosos y exenta de tuits amenazantes.
La Casa Blanca hace el siguiente cálculo de política exterior: Cristina Kirchner firmó el Memorándum con Irán, Nisman acusó a Cristina de encubrimiento de los terroristas de la AMIA por ese Memo, y después fue muerto de un disparo en la cabeza. Entonces, la colaboración en el asesinato de Nisman puede fortalecer las relaciones con la Argentina, presuntamente complicar a Irán y sumar un éxito diplomático para Trump, que enfrenta una compleja situación doméstica por sus groseros errores políticos. Ya se sabe: un acontecimiento exterior puede sepultar o mimetizar un escándalo interior.
Como se trata de una decisión política asumida en la Casa Blanca, primero tiene que mover la Casa Rosada. De esta forma, explicaron a Infobae en Washington, el Ministerio de Justicia debería iniciar un acercamiento informal para entender cómo sería la ayuda para encontrar a los asesinos de Nisman. Germán Garavano conoció en DC al principal asesor de seguridad nacional para América Latina que Trump tiene asignado en su staff político. Se llama Juan Cruz, tiene contactos en toda la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, habla perfecto español y su influencia va en ascenso.
Cruz se encontró con Gabriela Michetti en la cena que Trump organizó en Nueva York para tratar la crisis de Venezuela, y meses antes había recibido a Garavano en sus oficinas del ala oeste de la Casa Blanca para analizar las evidencias del caso Odebrecht. El asesor de seguridad nacional empatizó con la vicepresidente y el ministro de Justicia, y es una llegada directa al Salón Oval, que está buscando un caso sólido para tomar distancia de Irán y el acuerdo nuclear que firmó con Obama y sus aliados de la Unión Europea.
En Washington ya saben que el fiscal federal Eduardo Taiano tiene tres pericias claves para encontrar a los asesinos de Nisman. Esas pericias implican la reconstrucción del asesinato del fiscal federal, el cruce de múltiples llamadas entre distintos miembros de la comunidad de inteligencia de la Argentina y el análisis de todos los dispositivos electrónicos que se encontraron en el escenario del crimen. Taiano apuesta al resultado final de estas pericias, para disponer una batería de medidas procesales que podrían complicar al supuesto técnico informático Diego Lagomarsino, al general César Milani y a la ex presidente Cristina Kirchner.
La colaboración de la Casa Blanca puede girar sobre las tres pericias que Taiano ya ordenó o, inclusive, una visita formal del fiscal federal a los cuarteles generales del FBI en Washington. Nisman es un concepto clave para Trump y está dispuesto a ejercitar su poder para facilitar la investigación de la Justicia argentina.
Con la pericia de la Gendarmería, se probó que Nisman fue asesinado. Sin embargo, no hay en la causa una sola evidencia que permita discernir el perfil de los dos sicarios que actuaron con impunidad en la torre Le Parc de Puerto Madero. El volumen informativo del aparato de seguridad de los Estados Unidos puede ser vital para trazar un identikit de los asesinos del fiscal federal. Tienen que mover Garavano y Taiano para poner en marcha un aparato de inteligencia que podría ayudar en una causa que ya es razón de estado.
En DC, esperan la llamada.