En la última semana de marzo, Mauricio Macri viajó a Holanda por primera vez en visita oficial. Temas políticos, comerciales y de energía nutrían la agenda. Lo acompañaron, además de Juliana Awada, tres ministros, cuatro secretarios de Estado, un gobernador peronista, un vice aliado, legisladores, algunos funcionarios provinciales y un solo dirigente sindical: Gerardo Martínez.
Allí, el secretario general de la UOCRA escuchó en versión directa del Presidente hasta dónde llegaba la decisión de enfrentar a Juan Pablo "Pata" Medina.
Ese mismo mes, una violenta disputa entre la seccional La Plata de la UOCRA, en manos de Medina, y la de Quilmes –por obras en la estación Pereyra del ferrocarril Roca- empezaba a escribir la denuncia por extorsión y otros delitos que derivó en la detención del jefe sindical platense.
Primero la fiscal Silvia Cavallo y después el juez federal Luis Armella actuaron en el caso, al que se añadieron acusaciones sobre asociación ilícita y lavado de dinero.
Pero la historia no había arrancado a la salida del verano. En medios del oficialismo afirman que ya en aquel viaje, Martínez expuso su preocupación creciente sobre los manejos de "Pata" Medina y la pérdida de control sobre la seccional La Plata. Y dejó claro, por si hacía falta, que no estaba bajo su protección y mucho menos que fuera un amigo. Había antecedentes registrados sobre la dura interna, incluso sobre enfrentamientos con otros gremios, todo un rosario previo al cambio de gobierno.
La gobernadora María Eugenia Vidal comenzó a advertir la dimensión del problema a los pocos meses de iniciada su gestión. En este punto hay coincidencias entre versiones empresariales y del oficialismo: las obras públicas en La Plata no han podido avanzar al ritmo del resto de la provincia por las "trabas" y condicionamientos del gremio local de la construcción. Denuncian que no se trata sólo de cuestiones prácticas, sino además de costos.
Dicen, en esos medios, que la seccional platense de la UOCRA exigía un mayor número de obreros -hasta 30 por ciento por encima de lo presupuestado- y que en rigor se trataba de un canal para una suerte de clientelismo gremial y para asegurar ingresos al circuito personal del jefe gremial. "Se quería agregar supuestos trabajadores en planilla y a veces ni siquiera pasaban por el lugar", resume una fuente.
Aseguran que, además, desde el sindicato intentaban imponer algunos de los servicios o abastecimientos para las obras, un tema que vendría de arrastre y que en algunos casos anotaba una década. En estos rubros, se trataría desde servicios de comida hasta provisión de baños químicos, según algunos de los datos que han trascendido.
Algunas de las preocupaciones centrales en el gobierno bonaerense crecieron frente al plan de obras hidráulicas sobre el arroyo Del Gato y sus derivadores, postergadas y parte central de una de las mayores tragedias que sufrió La Plata, con la inundación de 2013.
Vidal ya había hablado el año pasado con Macri sobre el caso de la UOCRA platense. Las referencias a las "mafias sindicales" que hizo el Presidente quedaron asociadas a casos como el de Omar "Caballo" Suárez, del sindicato de obreros marítimos, que tuvo enorme repercusión mediática, pero la cuestión de "Pata" Medina ya estaba latente entonces.
Todo lo ocurrido en las últimas 48 horas terminó de exponer la amplitud de las denuncias e historias relacionadas con el jefe de la UOCRA platense. Pero en rigor, la mayor inquietud en el oficialismo se vivió cuando el Pata Medina se atrincheró en la sede de su gremio, ayer por la tarde.
El temor nacía de las imágenes de TV y de algunos datos que circulaban en medios del Gobierno sobre la capacidad de choque de los grupos sindicales. El ministro Cristian Ritondo siguió de cerca lo que ocurría en la UOCRA, a pocas cuadras de la gobernación. Vidal estuvo en línea directa, también con el jefe de gabinete, Federico Salvai. Recién hubo cierta distensión al anochecer, cuando el jefe sindical se retiró del lugar y su gente se dispersó.
Después, el capítulo terminó con la detención. Ahora, con las primeras reacciones políticas y sindicales –en primer lugar, la de la UOCRA nacional- Medina debe estar advirtiendo que tal vez este sea un punto de quiebre en su historia, incluso más allá de la suerte de su recorrido por las distintos escalones judiciales.
LEA MÁS: