La CGT amaga con "cristinizarse"

De manera directa o ambigua, los dirigentes gremiales le hacen guiños a Unidad Ciudadana. Buscan un pie de apoyo en el Congreso para evitar una avanzada antisindical

"Estos son mis principios. Si no te gustan, tengo otros", dijo hace más de un siglo el comediante neoyorkino Groucho Marx sin saber que en la Argentina de estos tiempos se lo tomarían tan en serio.

El cambio de opinión es recurrente en la clase sindical, y si bien algunos pueden considerarlo una muestra de crecimiento o un símbolo de madurez, para otros es resultado del oportunismo o sencillamente de la desfachatez.

Pablo Moyano, tan afilado con sus métodos combativos que hasta genera tensiones internas en la CGT, se ofrece a gritos como ejemplo. En julio el camionero salió con los tapones de punta contra Cristina Kirchner, hoy su candidata para las elecciones de octubre.

—Usted se reivindica peronista pero no apoya a la ex presidenta —le planteó Infobae hace tres meses.
—Noooo. Claro que no—contestó, certero.

Pablo Moyano (Télam)

Esta semana, pese a haber dicho insistentemente que el gobierno de "esa mujer" los había "traicionado", le puso unas fichas. "Ojalá que los trabajadores le demos el voto a Massa o a Cristina", sorprendió.

La misma parábola exhibió Héctor Daer, el frontman de los "gordos" en el secretariado cegetista. A principio de año cruzó a Cristina por haber convocado a sus militantes a concurrir a la protesta de la CGT. "No queremos partidizar la marcha del 7 de marzo", tomó distancia.

Antes de las PASO, el diputado massista dio un salto en garrocha hacia el randazzismo, acaso con la errónea esperanza de ser premiado con un lugar en la lista de candidatos.

Nunca fue partidario de tensar la cuerda con el macrismo, seguro de que esa política sería capitalizada por el kirchnerismo. Y paradójicamente, la semana pasada, dejó en claro que para la carrera de octubre cambiaría una vez más de escudería. "Voy a hinchar por el peronismo y por el que le haga más fuerza al gobierno", hinchó el pecho en clara alusión a Unidad Ciudadana.

¿A qué obedeció semejante giro? En gran parte al "efecto polarización", que devaluó las candidaturas de Massa y Randazzo en favor de la de Cristina. Pero también a la ofensiva del gobierno contra los sindicatos, mediante sucesivas intervenciones o pisando el dinero de las obras sociales.

La CGT necesita de un paraguas político para pintarse la cara y en el actual peronismo, atomizado y sin conducción, Cristina sacó una luz de ventaja sobre el resto. Por eso hasta Juan Carlos Schmid, en los últimos años implacable con el kirchnerismo, desactivó su beligerancia.

Juan Carlos Schmid (Agustín Marcarian)

"Yo he sido un hombre muy crítico de la gestión anterior, pero de verdad que si me tocara votar en la provincia de Buenos Aires no tendría duda de ejercer un voto opositor sobre un trazado económico que definitivamente no nos tiene en cuenta", arengó el integrante del triunvirato conductor.

Schmid tuvo que aclarar esta semana que esa invocación a Cristina no se debe traducir como un desaire a Randazzo, a quien respaldó en las PASO, aunque evidentemente estuvo cargada de ambigüedad.

El sindicalista sumó a la confusión cuando en la misma entrevista dijo que, como orgánico del PJ, en su terruño santafesino apoyará la candidatura del cristinista Agustín Rossi.

¿Cómo se explica que Schmid, después de pedirle a la ex presidenta que dé "un paso al costado", acusándola de "zamarrear" al peronismo, de pronto considere a los candidatos de Unión Ciudadana como una opción más dentro del menú partidario?

¿Cómo se explica el armisticio de la conducción de la CGT con Cristina justo en momentos en que congela el llamado a una huelga para sentarse a negociar con el gobierno?

"Para algunos el acercamiento a Cristina no es por amor sino por espanto a las políticas de Cambiemos. Pero es acercamiento al fin. Cambia, todo cambia", interpretó Omar Plaini ante este portal.

Omar Plaini (NA)

El líder de los canillitas ahora enarbola abiertamente las banderas del kirchnerismo, aunque supo enfrentarlo en el 2013 desde la boleta del empresario Francisco de Narváez. Eran momentos de ruptura entre el moyanismo —del que Plaini es socio— y Cristina.

Todo indica que el 22 de octubre la ex presidenta será la más votada entre los candidatos peronistas y la que tendrá la mayor cantidad de legisladores en el Congreso. Eso explica la estrategia gremial de tender puentes con su "enemiga-amiga", sobre todo cuando el oficialismo amenaza con una ley flexibilización laboral.

A esa lógica del mal menor terminó adscribiendo el metalúrgico Antonio Caló, quien se sube y se baja del cristinismo con la frecuencia de un electrocardiograma. De ser el líder de la CGT oficialista durante la anterior administración pasó a denostar a la ex presidenta por no ir a una interna con Randazzo. "El que no compite en las PASO no es peronista", atizó para justificar su espaldarazo a Cumplir.

Semejante declaración de principios duró lo que la luz de un fósforo. "Lo quiero mucho al Flaco Randazzo pero quiero que Jorge Taiana sea senador porque no sería uno más. Yo quiero que sea Taiana", viró su postura tras las primarias, ahora para anticipar su apoyo al compañero de fórmula de Cristina.

El año pasado numerosos sindicalistas despidieron de la política a la ex presidenta. "Cristina ya está, cumplió una etapa, hay que dar paso a un recambio generacional", dijo, por ejemplo, Omar Viviani, cabeza del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA).

El taxista —nunca joya— ahora tira por la borda aquella idea de refundar el PJ con nuevos dirigentes y alienta una armonización de los distintos sectores internos. "Estamos con Randazzo pero después de octubre vamos a buscar la unidad de todo el peronismo", dijo a Infobae el ferroviario Sergio Sasia, uno de los referentes del MASA.

Menos sinuoso, pero sinuoso al fin, se mostró Sergio Palazzo, una rara avis en el sindicalismo por su extracción radical. En 2015, el líder de los bancarios calificó de "gorila" Axel Kicillof pero fue aún más duro con la jefa del entonces ministro de Economía. "Cristina tiene conceptos contra la actividad sindical cuando no hacemos lo que ella quiere", se quejó, custodiado por los retratos de Illia y Alfonsín.

Sergio Palazzo

Por estos días, sin embargo, su cristinismo brotó indisimulable. "Voy a trabajar con la Corriente Federal en contra de la política de este gobierno y apoyaré a cualquier candidato que tenga posibilidad de ganar y que tenga un sesgo de política nacional.

—¿Quién tiene más chances de trabajar contra estas políticas? —le preguntaron por radio.

—Quien más chances electorales tiene de confrontar con el modelo es la ex presidenta Cristina Kirchner —dijo.

Con ese mismo argumento, Ricardo Pignanelli fuerza por estas horas el encolumnamiento de los mecánicos con Unidad Ciudadana. Se trata de una tarea ímproba ya que otro miembro de la conducción, el diputado Oscar Romero, insiste en militar para Cumplir.

"El SMATA está obligado a informar a sus trabajadores y a la población que no tiene ninguna vinculación con el espacio de Randazzo y, mucho menos, a partir del señor Romero", disparó Pignanelli en esta suerte de Guerra de los Roses entre los dos peso-pesados del gremio.

Uno que no quiere darse un barniz de cristinismo pero ensaya su despegue del gobierno es Luis Barrionuevo. El jefe de los gastronómicos no se privó de criticar a Macri luego de una luna de miel que lo llevó a pegar el faltazo a la primera movilización sindical contra la actual gestión.

Su delfín en la conducción de la CGT, Carlos Acuña, anunció su respaldo a Massa. Y no podía ser de otra manera: ocupa el puesto 15 en la lista de candidatos a diputados de 1País en la provincia de Buenos Aires.

Mauricio Macri y Luis Barrionuevo (NA)

¿Qué decía el barrionuevismo de Cristina? Que la quería ver tras las rejas. "Tiene que rendir cuentas de toda la riqueza que tiene, ha hecho fortunas. Es la viuda y heredera más rica de la historia", llegó a reclamar el propio Luisito.

¿Qué dice ahora este sector sobre la ex presidenta? "El movimiento obrero no puede relegar espacios en el Parlamento, sobre todo por las discusiones que se vienen por los derechos de los trabajadores", asegura Acuña, cauto.

Otro que se alineó con el massismo es Gerardo Martínez, la cara del gremio de la construcción. "Sergio, los trabajadores estamos con vos", le dijo el año pasado en un acto de la UOCRA. Sin embargo, Martínez, como los siempre ubicuos Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) no dudarían en hacerle un guiño a ese cristinismo que supo abrazarlos durante años.

El trío de "los independientes" —así se hace llamar pese a su permanente devoción con el poder de turno— caratuló en los últimos tiempos a Cristina como "el pasado". Pero después de la avanzada macrista contra sus intereses comenzó a verla con mejores ojos. "Hay una dicotomía entre lo político y lo gremial. Su presencia frena el reordenamiento del PJ pero a la vez nos sirve para poner un freno al ajuste", repiten ahora puerta adentro como una retahíla.

Así las cosas, difícilmente el sindicalismo peronista termine admitiendo que Marx tenía razón, aunque se trate de Groucho, pero, quién dice, por ahí reconozca que lo suyo se parece bastante al inoxidable hit de Chico Novarro, aquél del camaleón, que cambia los colores según la ocasión.