En un artículo publicado el 26 de marzo de 2011, el periodista José "Pepe" Eliaschev denunció que el Gobierno negociaba "un pacto secreto" con Irán para olvidar los atentados, a cambio de sellar una agenda de intercambio comercial por millones de dólares. Esa primicia fue ratificada ahora por el ex embajador argentino en Damasco, Roberto Ahuad, quien confirmó ante el fiscal federal Gerardo Pollicita la existencia de un encuentro reservado en la ciudad de Aleppo entre el ex canciller argentino Héctor Timerman y su par iraní, Alí Akbar Salehi.
Luego de la publicación, el ex canciller salió a cruzar con dureza a Eliaschev. "Fue el oportunismo de un pseudoperiodista que no vaciló en decir cualquier cosa con tal de ofenderme a mí", acusó Timerman en esa oportunidad.
En su nota, Eliaschev aseguró que el Gobierno estaría dispuesto a cerrar, previo pacto secreto con Irán, las investigaciones por los dos atentados contra la embajada de Israel y la AMIA, cometidos en 1992 y 1994. "Que el hijo de Jacobo Timerman me describa como 'pseudoperiodista' es una patética exhibición de escualidez moral. Mi padre no me puso a dirigir un diario al servicio de la dictadura cuando tenía 23 años. Ejerzo, sí, la profesión ininterrumpidamente desde 1964 y no heredé nada que no sea producto de mi propio trabajo", replicó Eliaschev en ese momento.
"Es una noticia falsa. La comunidad judía argentina, el pueblo argentino y especialmente las víctimas del atentado a la AMIA saben que llevo el caso conmigo, donde vaya", señaló Timerman, quien le había reclamado a Eliaschev que pidiera disculpas públicas.
El ministro de Relaciones Exteriores por ese entonces comparó el caso con lo más duro que le había tocado enfrentar como canciller y "por alguien que planta una noticia sin pruebas, sin nada, diciendo que hay un documento que circula -que él no tiene, que él no vio, no leyó- pero que circula", subrayó.
El funcionario consideró que la versión recogida por Eliaschev era digna de una telenovela si no fuera porque trataba sobre un tema muy grave.
La información sobre el pacto entre Argentina e Irán fue extraída de un documento entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Majmud Ajmadineyad, en donde asegura que Argentina "ya no está más interesado en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán". En el documento filtrado Salehi no da cuenta de por qué sacó esa conclusión.
Eliaschev le contestó a Timerman que "él es un pseudocanciller, al que solo un gobierno como el actual podría haber remunerado con sus cargos en Nueva York, Washington y ahora la Cancillería".
La nota completa publicada en la edición impresa de Perfil
El Gobierno negocia un pacto secreto con Irán para "olvidar" los atentados
La iniciativa sería a cambio de relanzar el intercambio comercial, que ya alcanza los U$S 1200 millones. Silencio en Cancillería.
Por Pepe Eliaschev
El gobierno de la presidenta Cristina Kirchner estaría dispuesto a suspender de hecho la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994, en los que fueron destruidas las sedes de la embajada de Israel y de la AMIA en Buenos Aires, según revela un documento hasta hora secreto, recientemente entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Majmud Ajmadineyad.
Para la diplomacia de Irán, las investigaciones argentinas habrían quedado cerradas. El canciller iraní le asegura en su informe al presidente Ajmadineyad que "la Argentina ya no está más interesada en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán".
El informe secreto, al que ha accedido PERFIL porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países, fue redactado luego de la reunión que el canciller argentino, Héctor Timerman, mantuvo con su contraparte de Siria, Walid al-Mohalem, y con el propio presidente Bashar al-Assad el 23 y 24 de enero último en la ciudad siria de Alepo.
Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner en Kuwait, Qatar y Turquía, para conversar con el dictador sirio en una ciudad convenientemente ubicada a 400 kilómetros de la capital, Damasco. El cable de la agencia oficial de noticias siria dijo en ese momento que Timerman y Al-Assad abordaron el proceso de paz en Medio Oriente "paralizado a causa de las políticas israelíes y el fracaso que ha demostrado la administración estadounidense en presionar a Israel para que cumpla con la legalidad internacional".
Conversaciones ocultas. La verdadera naturaleza de este encuentro no habría sido informada por Timerman a la comunidad judía argentina. Al Assad visitó oficialmente Buenos Aires en julio de 2010 y fue recibido calurosamente por la Presidenta, que en ningún momento reconoció que Siria es un régimen dictatorial de partido único, cuyo líder ocupa el cargo hace diez años como sucesor sanguíneo de su padre, Hafez al-Assad, y que ahora enfrenta varias protestas que son sangrientamente reprimidas. En la visita de Timerman, firmó además un acuerdo de intercambio entre la agencia Télam y la agencia oficial siria SANA. Irán mantiene desde hace largos años una influencia política y militar dominante y muy ostensible sobre Siria.
Resulta evidente que en el encuentro en Alepo podría haber servido para que Timerman diese la luz verde argentina de reconciliación con Irán por medio de los sirios. Siria, incluso, les advirtió a los argentinos que el canciller iraní Salehi estaría en ese país en ese mismo momento, algo que la cancillería argentina no objetó. Funcionarios argentinos e iraníes poco conocidos han estado conversando de manera discreta, según pudo saber PERFIL, en septiembre de 2010 y febrero de 2011.
Renunciamiento. Según las conclusiones de la inteligencia iraní, que hace suyas la cancillería de Teherán, el gobierno argentino habría renunciado a llevar ante la justicia al actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, y otros funcionarios iraníes sospechados de complicidad en esos episodios terroristas.
La cancillería iraní considera que si estos temas son dejados de lado, ambos países pueden encarar una nueva etapa que permita superar dos décadas de frialdad total, lo que permitiría a Irán recuperar terreno en el desarrollo de unos vínculos que se han venido de todos modos fortaleciendo en los últimos años.
El informe secreto iraní, filtrado al exterior por medios opositores al régimen de Teherán, subraya el interés del régimen fundamentalista en la situación del ministro de defensa, Vahidi, un personaje clave en el esquema de poder, ya que era el comandante de la llamada Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios cuando la embajada israelí en la calle Arroyo de Buenos Aires fue demolida con un coche bomba en marzo de 1992. Siguió ostentando esa posición militar clave en julio de 1994,cuando el turno le tocó a la AMIA.
Las propias investigaciones que se hicieron en la Argentina detectaron años después que Vahidi fue uno de los principales organizadores de estos ataques, de los que el gobierno iraní ha tratado de despegarlo hace ya años, pero sin éxito. En sus recomendaciones a Ajmadineyad, el canciller Salehi propone que lo autoricen a su contraparte argentina para solicitarle que revoque las órdenes de arresto que el Gobierno ha solicitado a Interpol contra Vahidi y otras figuras prominentes del régimen.
El informe que ha trascendido sostiene que para la inteligencia iraní ya es un hecho que, incluso si una tercera parte demandara secretamente la extradición de Vahedi, la Argentina lo rechazaría. El ministro de Defensa incriminado ya puede viajar al exterior sin problemas, porque el asunto de los ataques contra la Argentina ha quedado muy olvidado a nivel mundial y a nadie le interesa mucho, ni siquiera a Interpol.
El blanqueo de Vahidi es un asunto delicado que sólo puede prosperar si la cuestión permanece en la oscuridad o se mantiene en silencio, dicen fuentes familiarizadas con estos sombríos espacios de marginalidad internacional.
En Teherán, lejos de toda ingenuidad, saben que el gobierno argentino jamás admitirá este retroceso en público y menos aún que ha cambiado de posición. Cuando Vahidi fue nombrado ministro en agosto de 2009, es cierto que el gobierno de Cristina Kirchner criticó abiertamente tal designación y por ende no sería astuto que ahora admita públicamente un giro de 180 grados. Pero en su propuesta a Ajmadineyad, el canciller iraní sostiene que su país tiene una oportunidad para explotar el hecho de que la opinión pública ya ni se acuerda de esos ataques de hace casi 20 años y que la coyuntura es ideal para relanzar un nuevo ciclo de amistad entre ambos gobiernos.
El gobierno iraní sostiene que aunque el comercio entre ambos países estuvo paralizado hasta hace pocos años, el último balance hecho en Teherán revelaría negocios anuales por un valor aproximado a los 1.200 millones de dólares. Se podría inferir que las expectativas de unos y otros sea la de multiplicar semejante intercambio comercial.
En su ahora filtrado documento secreto a Ajmadineyad, el canciller Salehi elogia la estrategia –originalmente concebida por el llamado "Líder Supremo", Alí Jamemei, y luego adoptada por el gobierno iraní– de no ceder a las acusaciones argentinas. Dice Salehi que fue un acierto no cooperar con la Justicia argentina durante esas investigaciones, que siempre terminaron abortadas.
Un poco de historia. Los seguidores del tema dicen recordar que luego de la sorprendente sentencia exculpatoria de la conexión local emitida por el Tribunal Oral Federal Número 3, el entonces canciller Rafael Bielsa habría admitido en privado la existencia de una política de acercamiento de la Casa Rosada con Irán. E, inclusive, habría dado a entender que había un intermediario trabajando secretamente para lograr el reconocimiento argentino al estado palestino, lo que finalmente anunció el actual canciller Timerman.
Todo parecería revelar una clara diferencia entre la postura pública de los Kirchner y su proclamado acercamiento a Israel y a la comunidad judía argentina, y las claras muestras de acercamiento a Irán, Siria y –en cierto modo– Libia, con cuyos regímenes el kirchnerismo tiende a sentirse más cercano.
En el acto del 17 de marzo, en recordación del 19º aniversario del atentado contra la embajada de Israel, los asistentes vieron a Timerman del brazo con Sergio Burstein, a quien invitó oficialmente a que participe de su próxima gira a Israel. Burstein no sólo no es formalmente dirigente de la comunidad judía, sino que sus vínculos con los Kirchner no son un misterio para nadie.
Pero ahora el delicado problema que confrontaría la Casa Rosada es que Timerman está en vísperas de un viaje a Israel y Cristina Kirchner siempre se ha preocupado por mostrar una imagen pública de simpatía y comprensión para con la comunidad judía argentina.