Diez personas alrededor de una mesa forman una suerte de scrum. Sus cabezas bajas y los ojos apuntan a las actas electorales. La misma situación se repite en 30 mesas de una sala del teatro Argentino de la ciudad de La Plata.
Allí comenzó hoy el escrutinio definitivo de las PASO de la provincia de Buenos Aires, el que concentra toda la atención y la tensión política por la escasa diferencia de 6.915 votos entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, de la ex presidente Cristina Kirchner, para la categoría de senador nacional.
Hay un bullicio monocorde que no molesta. Son números. "15, 2, nada, 118, nada", dice en voz alta una empleada del juzgado electoral de La Plata desde una de las mesas con calculadora en mano. "¿Todo bien?", pregunta. "Sí", le responde uno de los fiscales.
La sala –que era una plaza abierta del teatro y luego fue techada– está distribuida por sectores. En el centro, las 30 mesas donde se distribuyen 120 empleados del juzgado. En uno de sus costados se ubican los apoderados y los fiscales de los partidos y en otro hay más empleados a cargo del cómputo final.
En la parte posterior se apilan los 34.052 bolsines que contienen las actas de votación y el resto de la documentación que se utilizó el domingo en cada mesa de toda la provincia. Están acomodados por municipio y número de mesa y controlados por personal del juzgado.
El escrutinio tiene un plan de trabajo. Comienza en un altoparlante. "Vamos a comenzar a escrutar el municipio de La Plata", fue lo primero que se escuchó hoy.
Los bolsines llegan a las mesas -cada una numerada- y los fiscales se acercan. Lo primero que analizan es el acta de votación. Repasan los números de los votos y si no hay diferencias o planteos de los fiscales se vuelcan los datos definitivos a una planilla que todos firman.
La documentación vuelve al bolsín y un empleado lo lleva para que la planilla se vuelque al sistema informático, que está a disposición de los fiscales para controlar la carga. Así queda cerrado el escrutinio de cada mesa.
Si un fiscal hace una observación queda registrada en otra planilla que después es analizada por el juzgado electoral, a cargo del juez Juan Manuel Culotta.
La complicación llega si del acta no surge un resultado claro de la votación. En ese caso se compara con el telegrama del correo. Si tampoco se puede sacar un resultado se abre la urna y se analiza la documentación o, en última instancia, se cuentan los votos. "Eso ocurre en casos extremos", le dice a Infobae uno de los funcionarios del juzgado que recorre la sala.
Las urnas no están en el teatro. Se encuentran en un galpón ubicado en la calle 71 de la ciudad.
"Marquen bien esa mesa", le dice un apoderado a sus fiscales. Otro advierte: "ojo que acá nos pueden robar votos". Los fiscales -la mayoría son de Cambiemos, Unidad Ciudadana, de "1País" de Sergio Massa y de Cumplir de Florencio Randazzo- caminan entre las mesas con sus planillas, charlan e intercambian impresiones y datos. Se mezclan con los empleados del juzgado que van con los bolsines bajo el brazo y con los funcionarios, de estricto traje, que controlan el escrutinio. Todos llevan una credencial que los identifica.
En las mesas, el conteo detiene el tiempo y provoca una abstracción de lo que pasa alrededor. Todos miran las planillas con caras de atentos. El scrum se desarma cuando se cierra una planilla: charlan, algunos ríen y los fiscales se turnan para salir a fumar o escaparle al calor que con el paso de las horas se concentra en la sala. Llega un nuevo bolsín y todo se vuelve a repetir.
Los fiscales dicen que su trabajo es difícil: "Irregularidades y errores hay en todas las elecciones". A veces ellos mismos contribuyen. "En un acta teníamos tres votos y yo tenía registrado cero. Obviamente no dije nada", confiesa lo que califica como "una picardía" que le permite a su partido llevarse tres votos que nadie le dio.
Un apoderado cuenta que en la localidad de Presidente Perón saben hay tres actas en blanco por una pelea entre los fiscales y las autoridades de la mesa de votación.
"Empezó tranquilísimo", dice aliviado unos de los funcionarios a cargo del escrutinio que sabe que tiene mucha tensión. "Nunca existió un cambio de ganador pero sí siempre varían los porcentajes. Pero esta elección es inédita por el margen", explica.
Por ese motivo se tomaron medidas especiales de seguridad. Cerca de 50 oficiales del Ejército y de la Policía Bonaerense custodian la sala y el exterior del teatro.
Quieren evitar lo que ha pasado en otras elecciones. Que los fiscales se agarren a trompadas cuando los votos están ajustados. "Eso pasa cuando se disputan intendencias. La pelea es feroz", recuerdan los que ya tienen varios escrutinios. En esta elección no hay en juego intendencias. Pero mejor estar prevenido.
El escrutinio se hará todos los días –sábados, domingos y feriados inclusive– de 8 a 19 con una hora de descanso al mediodía para almorzar. Tiene que estar terminado antes del 2 de septiembre. Ese día los partidos políticos tienen que presentar sus candidatos para las elecciones de octubre.
El definitivo es el único escrutinio que tiene valor legal. El provisorio, que se hizo el domingo y que el kirchnerismo objeta, no cuenta para la Justicia. Todas las provincias comenzaron entre ayer y hoy sus escrutinios.
En el primer día ya se escrutaron las 1.556 mesas electorales de La Plata y se inició el conteo de los municipios de la primera sección electoral, que son 24. Se comenzó por Campana y continuará Escobar.
En La Plata Cambiemos le ganaba en el escrutinio provisorio a Unidad Ciudadana 41,02% a 26,03%. Y en la primera sección, el kirchnerismo se imponía al macrismo por 0,13%: 33,84% a 33,71%.
El escrutinio continuará en orden por cada una de las ocho secciones electorales. Todas las miradas están puestas en la tercera (La Matanza, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora, entre otros municipios), donde más mesas faltaban contar y en la que Unidad Ciudadana ganaba con una diferencia de 10,85%.
Todas las miradas están puestas en las 1.471 mesas que no se cargaron al sistema en el escrutinio provisorio. Son cerca de 400 mil votos. Muchos, ante la escasa diferencia que el macrismo le lleva al kirchnerismo. También se deben contar los 38.514 votos recurridos, impugnados y del personal del comando electoral que trabajó en los comicios.
Los funcionarios judiciales no saben cuáles son esas mesas ni los motivos por los que no se cargaron. "A veces pasa porque las actas y los telegramas son ilegibles. También porque se eligen las mesas que se quieren cargar. Son picardías que se hacen siempre", coincidieron los apoderados con los que habló Infobae.
La maquinaria de conteo de votos comenzó hoy y a fines de la próxima semana estará el resultado final del escrutinio más reñido de los últimos años.
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