Leyes que cambian vidas: el proceso de creación del "Egreso Asistido"

Por Catalina de Elía, Rocío González y Leandro Edelstein

Tatiana tiene 22 años, vivió su adolescencia en un hogar y este fin de semana va a ir a votar siendo consciente de la importancia que tiene una elección legislativa. Lo sabe porque ella misma, junto a muchos compañeros, luchó por una ley que fue aprobada hace pocos meses por unanimidad en ambas cámaras, la Ley de Egreso Asistido.

En Argentina alrededor de 15.000 niños, niñas y adolescentes viven en instituciones de cuidado alternativo, hogares y familias de acogida. En muchos casos son separados de sus padres por ser víctimas de violencia o abuso, en otros por haber sido abandonados. Pero al cumplir los 18 años, se les termina el período de cuidado por parte del Estado y quedan en la calle, sin estar preparados para valerse por sí mismos.

Si la vida dentro de un hogar es dura, mucho más difícil se hace la partida. Así cuenta Tatiana lo que pasaba por su cabeza: "Sabíamos que no había vuelta atrás, que vos te ibas, no volvías más y quedabas en Pampa y la vía. ¿Voy a poder sola? El miedo estaba ahí, si me va mal quedo en la calle".

Ahí es donde aparece Doncel, una asociación civil que trabaja con jóvenes que viven o vivieron en el sistema de cuidados alternativos, y los ayuda en su transición hacia la autonomía. Mariana Incarnato, su directora ejecutiva, relata este escenario: "El proceso de irse es muy difícil y si no hay un acompañamiento los chicos viven situaciones de mucho riesgo. Imaginate a los 18 años buscarte un lugar donde vivir, un trabajo y terminar la escuela". Desde Doncel trabajan para exigirle al Estado que ese cuidado no termine de modo tan drástico.

Fue mucho el trabajo organizado entre Doncel, distintas organizaciones y un grupo de jóvenes egresados de hogares, y al final el esfuerzo valió la pena. En junio de este año fue promulgada la Ley de Egreso Asistido, siendo Argentina el primer país de América Latina en tener una ley específica de este tipo. La norma dispone la creación de un programa para jóvenes y adolescentes, con acompañamiento desde los 13 años de un referente designado por el organismo de niñez. Además incluye la asignación de un subsidio, equivalente al 80% de un salario mínimo, desde los 18 hasta los 21 años, que puede extenderse hasta los 25 si aún están capacitándose, para incentivar que estudien, trabajen y consigan un lugar donde vivir.

"Cuando sos chico te dicen que no luches, que las cosas no van a cambiar. La sensación cuando salió la ley es de saber que va a cambiarle la vida a un montón de jóvenes. Que te tengan en cuenta y te escuchen fue grandioso", dice Tatiana, quien participó en la confección de la ley. Mariana lo confirma: "Una ley te dice que tenes un derecho, una ley te da seguridad, te da protección y te da confianza".

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