Miguel Bonasso: "David Graiver está vivo, no murió en el famoso accidente"

El prestigioso periodista asegura además que a Nisman lo mataron y que Cristina Kirchner no es de izquierda "porque robar no es progresista"

— ¿Dónde nace la primera idea de tu novela?

— (Largo suspiro). Uff. Cuando salieron algunas cosas como, por ejemplo, que el fiscal Morgenthau en Estados Unidos decía que David Graiver estaba vivo, me fasciné.

— ¿David Graiver, vivo?

David Graiver está vivo, me dijo el fiscal. Y agregó: no se mató cerca de Acapulco. Luego entra a analizar ciertas cosas, que esas las puedo contar porque no las escribí en el libro, como por ejemplo que fue reconocido por un torso velludo sin cabeza y sin practicarle análisis de ADN ni nada por el estilo y fue rápidamente cremado, y que los que fueron a acudir al rescate en el cerro del Burro donde el avión se estrelló a 930 kilómetros por hora metieron los restos en tres bolsas porque teóricamente había tres ocupantes en el avión, pero fue totalmente arbitrario, digamos, no había tres cuerpos reconocibles sino pedazos de intestino, de una cabellera; en fin, cosas así sueltas, digamos, que no permitían obviamente una identificación, te imaginas. Ahí nació la idea.

— Insisto: ¿Graiver vivo?

(Larga sonrisa) Mirá, te voy a dar una gran primicia: me lo dijo un ex jefe de Interpol México: David Graiver no estaba en el avión que se estrelló en México. Vive. Se bajó en Houston.

(El entrevistado hace un largo, largo silencio y retoma) Yo obviamente sabía que David había sido el financista de Montoneros, por eso también podía estar la hipótesis de Cuba. Y la de Israel porque él había hecho negocios con el Mossad sin ningún lugar a dudas, el Mossad lo había ayudado como banquero, o sea que era un tipo vinculado a los servicios de inteligencia. Pero al mismo tiempo era casi el delfín de Gelbard, y Gelbard es un personaje extraordinario.

En un extenso diálogo con InfobaeTV, Miguel Bonasso, legendario periodista, presentó su última novela (este cronista duda en describir con semejante género a su gran trabajo), El hombre que sabía morir, en la que comienza con la historia del secuestro de una joven argentina en las níveas playas de Cancún para, a partir de eso, desencadenar una vorágine de espionaje que une a Buenos Aires, México, La Habana y varias ciudades de los Estados Unidos. Su libro será formalmente presentado el 27 de junio próximo, a las 19, en la librería el Ateneo de avenida Santa Fe casi Callao.

Bonasso presenta su trabajo de ficción luego de haber vuelto a conmover hace poco con Lo que no dije en Recuerdos de la muerte. Repasa su carrera como periodista en La Opinión de Jacobo Timerman, en Página 12 con Jorge Lanata y Horacio Verbitsky, entre tantos medios. Habla de "la grieta", de Mauricio Macri ("es un gobierno de gerentes de una enorme insensibilidad"), de Cristina Kirchner ("no es de izquierda meter la mano en la lata"), de su pasado como gerente en General Motors y como montonero, del periodismo ("Las estrellas para los colegas argentinos son Stiuso y Wanda Nara") y del futuro de su país. "Tengo un hijo, Camilo, de 3 años, para el que quiero otro país", asegura.

Aquí, parte del diálogo con Miguel Bonasso:

— Miguel: me resisto a decir que "El hombre que sabía morir" sea un libro de ficción.

— Bueno, la idea en todos estos años, casi décadas que lo pensé y que lo soñé, era hacer un libro que fuera atrapante, que la gente no dijera bueno, es un libro más de Bonasso como El presidente que no fue o como Recuerdo de la muerte. Quiero decir, no más en el sentido peyorativo sino más en el sentido de más periodístico o más histórico que novelístico, aunque Recuerdo de la muerte es muy novelística. O sea, que lo lean como una novela. Pero tiene secretos de Estado mantenidos, por ejemplo quién había presentado la subjetividad de Fidel Castro hasta ahora, sus pensamientos, sus conversaciones privadas con Raúl Castro, el actual presidente de Cuba; no había presentado salvo Oppenheimer y unos autores franceses, o sea del otro lado de mi posición personal política ideológica, la Operación Greyhound. La Operación Greyhound fue una operación creada por el Departamento de Aduanas de Estados Unidos, fue una operación de inteligencia hecha con la DEA y con varios organismos de inteligencia en los que la CIA dice que no participó pero yo en el libro pongo que participó, digamos. Participó también alguien que fue muy amigo del general Galtieri que tiene el nombre cambiado porque el Departamento de Asesoría Letrada de la editorial me dijo cambiá algunos nombres.

— Y ahí aparece también lo que fue el aparato de represión ilegal del terrorismo de Estado.

— Sí claro. Y sí, yo creo que justamente es una faceta más agregada a lo que ya dije en Recuerdo de la muerte en su momento. O sea, que es contado a nombre de ficción de Goldberg pero se parece mucho a lo que fue el caso Graiver. Es decir, cuando secuestraron a Timerman, ¿te acordás? Torturaron a Timerman, torturaron a todos los Graiver, menos a David que teóricamente se había matado en un accidente aéreo cerca de Acapulco, etcétera, etcétera. No, hay varias cosas: de Greyhound, por ejemplo, no se hablaba, en la prensa general nuestra no se conoce, es la primera vez que se habla de la Operación Greyhound. La Operación Greyhound consistía en nada más ni nada menos que instalar el narcotráfico en Cuba, hacerlo con la complicidad de Pablo Escobar Gaviria, establecer contactos con operación de inteligencia entre Escobar Gaviria, el narcotraficante colombiano más…Bueno, el más grande cartel del mundo, el cartel de Medellín en ese momento ¿no es cierto? Y Cuba, y funcionarios cubanos, altos funcionarios cubanos, y esto explica por qué se armó la causa famosa del narcotráfico en Cuba.

— Vos sabés que aquí sentado estuvo el hijo de Escobar, que vive en la Argentina y sostenía esta hipótesis. Incluso también la instalación del narcotráfico de Centroamérica para financiar lo que supuestamente iba a ser la lucha anticastrista.

— Así es. Y la idea era por supuesto que si Cuba prestaba su territorio por las razones que fueran, o aparecían implicados altos funcionarios… La Operación Greyhound, eso sí lo podemos contar, para que el lector se dé cuenta de la magnitud de cosas que se cuentan en este libro. La Operación Greyhound consistía en tener un encuentro con el ministro del Interior de Cuba José Abrantes, que estaba permitiendo maniobras muy raras en su propio Ministerio que lo llevaron después a la cárcel en alta mar, en el límite jurisdiccional de las aguas cubanas, donde acaban las aguas cubanas. Por supuesto que iban a ir balseros muy perseguidos de cerca por la Armada de Estados Unidos, por aviones de Estados Unidos, etcétera, etcétera, a ofrecerle información confidencial sobre Estados Unidos que habían armado prolijamente, toda una carpeta con datos muy verosímiles digamos, algunos veraces sin importancia estratégica; para regalarles esa información, y al mismo tiempo darle una tonelada y media de cocaína por un valor gigantesco, te imaginas, de dólares. Cuando lo tuvieran ahí lo iban a detener, lo iban a secuestrar, lo iban a llevar a Estados Unidos y lo iban a juzgar por narcotraficante. Esa fue una operación inventada por Von (Apellido), que en el libro se llama Von Kerr, que era el director general de aduanas de los Estados Unidos.

— Miguel, hablemos un poco, ¿cómo estás viviendo este momento político de la Argentina?

Mal, con disgusto, no estoy de acuerdo. Yo he sido muy crítico de Cristina, vos lo sabés, entonces hay mucha gente casi que piensa que yo lo traje a Macri, lo cual me parece una exageración, mi influencia no es tan grande. Fui crítico de las cosas que me parecen negativas desde el punto de vista del modelo de Cristina como por ejemplo… Yo creo que robar no es de izquierda, es decir, afanar no es de izquierda, esta es una de las razones que me llevaron a mí a la pelea con los Kirchner después de haberlos apoyado. Pero me llevaron hace mucho tiempo, hay gente que cree que rompí anteayer, rompí en el 2008. De manera oficial, tenía críticas internas mucho antes. Pero no estoy de acuerdo con este gobierno que me parece gerencial. Es muy curiosa la historia mía, mucha gente no la sabe, es interesante, te la voy a contar: yo empecé al revés que muchos, empecé siendo un joven que trabajó en General Motors como joven ejecutivo. A los 25 años yo trabajaba en la planta de San Martín de la General Motors Argentina difundiendo las bondades del Chevrolet y viví todo ese mundo de ejecutivos que curiosamente me hice de izquierda y peronista por ese mundo, porque vi por dentro el monstruo y no me gustó nada, ¿viste?

— Claro, fue una conversión bien marxista.

— Exacto.

— Marx decía que hay que universalizar la burguesía para generar espanto y que esto provoque la revolución obrera.

— Claro. Es que yo vi cosas tan horrendas como inversiones que no lo eran, que eran afanos del ahorro interno. Además yo estaba en relaciones públicas, yo era jefe de prensa en General Motors. Por eso digo que yo hice el camino inverso de muchos colegas que pasaron de ser de ultraizquierda a terminar como CEO de compañías. Entonces bueno, este gobierno me hizo recordar a General Motors. De golpe me sentí como en una gigantesca General Motors. La culpa de que esté este gobierno la tiene en gran medida Cristina y su gobierno.

— Yo lo digo todo el tiempo, el kirchnerismo se queja de lo que hizo nacer.

— Ellos hicieron nacer esto, exactamente, por supuesto. El kirchnerismo hizo algunas cosas buenas al comienzo que yo apoyé como la que decís, primero reformar la Corte porque la Corte del innombrable y por otra parte Kirchner restableció un poco la figura presidencial, que estaba hecha polvo con la salida de De la Rúa. Pero en un momento determinado yo me acuerdo que le dije al papá de Abal Medina, a Juan Manuel a quien conocía de la época de los 70: están muy bien ciertas medidas pero no se puede avanzar tanto en derechos humanos si no se es consecuente con las cuestiones de tipo ético. Es decir, si a este gobierno le detectan algún afano va a tener una importancia explosiva, va a ser atómica… Digo, fui profético.

— Así fue.

— Este gobierno no puede tener ningún desliz de esas características. Primero porque además está mal, no es de izquierda robar en el Estado, ¿no es cierto? Ni en ningún lado. Pero un gobierno que además aparece como un justiciero no puede meter la mano en la lata, no puede hacerlo, categóricamente, no puede haber un tipo como López tirando bolsos por ahí. Ahora, ¿esto lo salva a Macri de sus propias inmoralidades? ¿De las de su papá? ¿De todas las cosas que hicieron? ¿De haber hecho una fortuna gracias a que Cavallo nacionalizó la deuda que tenían ellos y otras empresas? Ellos tenían ciento y pico de millones de dólares que fueron traspasados al conjunto de los argentinos con la famosa resolución de Cavallo en el Banco Central en el final de la dictadura.

— Ahora, vos decís algo, no podía meter la mano en la lata. Cuando Cristina niega el tema del robo, ¿pensás que no lo sabe? ¿No lo cree? ¿Lo actúa? ¿Por qué dice lo que dice?

— Bueno, yo creo que porque Cristina sigue aferrada a la creencia y algunas encuestas le darán bien y entonces tiene vigencia y puede seguir; y entonces no tiene más remedio que negar lo que va resultando más que evidente. A mí ya me resultaba una inmoralidad el crecimiento del patrimonio de ellos, aunque no hubiera ninguna acusación sobre Hotesur o sobre esto, o sobre lo otro, ninguna cosa puntual, a mí me resultaba verdaderamente inmoral que los tipos hubieran aumentado diez veces su patrimonio. ¿De dónde? Es decir, ¿por qué? Esta es una pregunta que uno debe hacerse. Yo he salido más pobre de la Cámara de Diputados de lo que entré. El otro día un imbécil me mandó un correo de esos que pululan en Twitter desgraciadamente, que es como una especie de baño público, y decía: "Usted está cobrando una jubilación de diputado, por qué no dona sus libros gratuitamente". No, querido, yo cobro una jubilación de 16 mil pesos, que no es una cifra extraordinaria, como jubilado después de haber trabajado más de 50 años, de haber empezado a trabajar a los 18 años. Y si no vivo del anticipo que me pagan de los libros, porque incluso después te diré que no te pagan mucho de los derechos, pero bueno, por lo menos el anticipo; te pagan el anticipo que se estira durante años, o sea, yo firmé un contrato en el 2014 y firmé el contrato en el 2017 con este libro, te das cuenta que son tres años en los que tenés que hacer rendir la guita. ¿Cuánto queda por mes? Muy poco, digamos. Y bueno. Pero estoy contento porque voy por mi barrio y el panadero, el carnicero, todos saben que soy un tipo…

— ¿Cómo vivís la denominada grieta en el periodismo?

— Muy mal, me ha hecho un daño espantoso. Es la primera vez en más de 50 años que yo no trabajo en un medio. Y no creo ser un mal periodista. No creo ser un mal investigador periodístico. Tengo que vivir de los libros. Yo no trabajo en ningún medio, ningún medio. Mirá que yo he hecho de todo, yo he hecho radio, televisión, agencia, prensa gráfica ni hablar, es decir, he hecho toda la carrera en prensa gráfica, desde cadete que traía el café a la redacción hasta ser el director de un diario. Es decir, todo: empecé de cadete a teniente general, digamos. Y no tengo laburo. ¿Por qué? Y bueno, porque Bonasso está con los Kirchner, o está en contra de los Kirchner, o estuvo con los Kirchner, o estuvo en contra de los Kirchner. Además, hay mucha operación en el periodismo y mucho vínculo de periodistas con servicios de inteligencia.

— Se nota mucho…

— Groseramente. Sí se nota. La presencia de Stiuso, hoy Stiuso se convirtió en una estrella como Wanda Nara. Vos decís Wanda Nara y Stiuso. A ver, cómo es la cosa: ¿vedette y espía? Este es el país. O es el reflejo de la profesión, mejor dicho, de nuestra profesión. Yo quiero que haya tipos que investiguen. ¿Por qué? Porque yo nunca he falseado un hecho, jamás. Y he seguido al pie de la letra, te lo juro, la frase de Rodolfo Walsh: "Hay que seguir a los hechos que no te defraudan". Yo les decía a mis alumnos de Periodismo en la Universidad de Quilmes: muchachos, esto es lo esencial. Sería falso, y creo que es un pensamiento reaccionario, decir que el periodista no tiene una cosmovisión, que no tiene una ideología, uno tiene una ideología. Obviamente, el medio en el cual trabaja también tiene una ideología. Digamos, el tema es cómo… por ejemplo, yo me acuerdo un diálogo mío con Timerman que te va a hacer mucha gracia, con Jacobo Timerman que era un tipo inteligente, con el cual estaba en franco desacuerdo porque era sionista pero era inteligente, no me caben dudas que Jacobo era…

— Sin dudas.

— Y una vez me dijo "vos sos un contrabandista", hablaba así, con acento ucraniano. Le digo: "¿Por qué Jacobo?". "Y porque vos me metés cosas de contrabando, ¿te crees que no me doy cuenta?". Le digo: "Jacobo, por supuesto que te meto cosas de contrabando, ¿pero son primicias o no? ¿Son notas o no? ¿Son ciertas o no?". "Bueno, está bien. Dejalo ahí".

— ¿Tenés una hipótesis de qué pasó con Alberto Nisman?

— A Nisman lo mataron. Definitivamente.

— ¿Lo mataron?

— No tengo dudas. Murió víctima de la interna de los servicios. Creo que todo comenzó con la muerte del "Lauchón" Viale (Nota: Pedro Tomás Viale, agente de contrainteligencia, mano derecha de Stiuso) que desencadenó lo que ya conocemos y terminó con el asesinato del fiscal Nisman.

— Repasando tu vida, General Motors, Montoneros, tu militancia política, la defensa del medioambiente. ¿Qué querés para tu hijo Camilo?

— Ah no, quiero un país distinto y un país que no sea salvaje, que no atropelle. En donde el poder no te atropelle. Ni donde la marginalidad te atropelle, porque nosotros estamos jodidos, un pibito de 15 años absolutamente marginal viene y te pega un tiro por 300 pesos o el Estado hace lo que quiere con vos también, como eso de cortarte el gas o lo que sea, cualquier cosa; por suerte por ahora son cosas menores, digamos, son cosas… O bueno, relativamente menores porque cuántos viejitos se pueden morir en este invierno si les cortan el gas, muchos. Yo quisiera… Yo finalmente pertenezco a la burguesía, a la pequeña burguesía, soy un hombre de clase media, pero un viejito indigente, a mí se me cierra el corazón, me parece una cosa de Dostoievski ya, de San Petersburgo, que se mueran de frío me parece espantoso. Yo quiero para Camilo un mundo que sea completamente distinto.