Francisco no olvida la traición de Cristina Kirchner. Ocurrió en junio de 2015, cuando CFK prometió al Papa que no habría sorpresas en la designación de los candidatos. El Papa abogaba por Julián Domínguez en la provincia de Buenos Aires y por Daniel Scioli a la Presidencia de la Nación. Pero Cristina movió a Aníbal Fernández como candidato a gobernador y colocó a Carlos Zannini como su caballo de Troya en la fórmula presidencial del Frente para Victoria. Desde ese momento, Francisco evitó a CFK en sus giras por el exterior y terminó con sus llamadas telefónicas a la quinta de Olivos, un rito piadoso que la ex presidente comentaba con desdén en la intimidad del poder.
En este contexto, el Papa observa con sorpresa que todavía en Buenos Aires se considere que Cristina tiene su apoyo a la distancia. Francisco no hará nada por la ex jefa de Estado, tiene simpatía por la aventura política que protagoniza Florencio Randazzo y escucha con mucha atención todos los datos que recibe de la gobernadora María Eugenia Vidal.
En su módica gira europea, CFK intentó mantener una audiencia a solas con el Papa. La ex mandataria usó a ex funcionarios y amigos para lograr la atención de Francisco. Pero sólo obtuvo silencio. El Papa no olvida la traición de Santa Marta, cuando ella prometió que permitiría correr a Domínguez y Scioli sin obstáculos ni trapisondas. Roma no paga a traidores y Francisco hizo lo peor que se le puede hacer a Cristina: ignorarla.
A diferencia de CFK, el Papa dialoga con Mauricio Macri. No comparte ciertas perspectivas ideológicas del Presidente, pero aprueba su tesón y comenta en Santa Marta que cumple sus promesas institucionales. El Papa ya acercó distancias con Marcos Peña –se alejaron por un viejo entuerto—y no se cansa de criticar Jaime Durán Barba, formado por los jesuitas y conocido por su capacidad de seducir a ciertos auditorios con su cadencia caribeña y su juego de palabras.
Hace pocos días, el consejero presidencial cuestionó a Francisco por su conducción de la Iglesia Católica, usando los mismos argumentos que determinados cardenales conservadores aplican para condicionar la actual reforma eclesiástica. Sucedió en un cónclave nocturno organizado por un empresario con apellido patricio que está vinculado a un importante medio de comunicación. En esa cena cerrada, adonde no faltaron influyentes miembros de la Curia, Durán Barba sostuvo que el Papa sólo debía dedicarse al diálogo interreligioso. Ese juicio de valor confirmó la opinión de Francisco sobre Durán Barba, que en su momento elogió la inteligencia de Adolf Hitler y que ahora jura en los medios de comunicación que trabaja gratis.
Visita del Papa a la Argentina
La importancia de la elección legislativa y la decisión de Cristina de jugar su última carta para recuperar la Presidencia en 2019, determinó que Francisco suspendiera su anuncio sobre la visita que hará a la Argentina en 2018. El Papa llegará a Chile y Perú a mediados de enero de 2018 para profundizar los cambios de la Iglesia Católica y evitar que se produzca una contrarreforma cuando ya no esté al frente del Vaticano. Ese es el sentido de su gira por América Latina, una estrategia de poder que no tiene que aplicar en este país.
Sin embargo, y aunque no duda de su influencia en la Argentina, el Papa observa con atención qué sucede en la Comisión Episcopal y cómo se está manejando el cardenal Mario Poli. A Francisco no le gustó que la Comisión Episcopal avanzara con una agenda de reconciliación que coincidió con la decisión de la Corte Suprema de aplicar el 2×1 en favor de los represores de la dictadura militar. Y tampoco fue de su agrado que el arzobispo Poli suspendiera el espacio de diálogo interreligioso que ya era un clásico ecuménico en los Tedeum del 25 de mayo.
El Papa criticó la postura de la Comisión Episcopal y la decisión unilateral del cardenal Poli. Y no debería sorprender que la jefatura de la Comisión Episcopal cambie en 2018 y que Poli pierda poder propio en las veinte manzanas que rodean a la Casa Rosada. Francisco ya dejó trascender su malestar, y ese fastidio también conspira para que se anuncie su visita al país.
"Está molesto. Muy molesto", comentó a Infobae un asiduo visitante a Santa Marta.
-¿Y por qué?-, pregunto este periodista.
–Lo mínimo que pueden hacer, tanto la Comisión Episcopal como el Gobierno, es invitarlo formalmente al Papa…
-Mauricio Macri siempre dice que le encantaría que viniera…
-Eso no alcanza. La Comisión Episcopal y Presidencia deben emitir una invitación formal. Así se hace. Aplicando el protocolo oficial.
Al margen de las formas que se exigen desde el Vaticano, Francisco maneja dos fechas de su viaje a la Argentina: abril o septiembre de 2018. Y decidió guardar silencio para evitar que su anuncio sea manipulado en plena campaña electoral. Prefirió que se especule con su distancia respecto a Macri, que darle chance a Cristina de usar su posible viaje como parte de su discurso proselitista. El Papa considera que CFK terminó su ciclo y que ya es hora de leer sus memorias políticas.
Macri conoce estas opiniones y tiene una certeza: se encontrará con Francisco en enero de 2018. Aún no decidió si será en Santiago o en Lima. Pero la cita ya está acordada. Cristina no está invitada. En su gira por Chile y Perú, el Papa solo recibirá a jefes de Estado.