Palabras "prohibidas" entre nosotros, como "meritocracia" o "reconciliación", o muy repetidas pero poco aplicadas en referencia a la formación, como "excelencia", fueron pronunciadas por Nathalie Loiseau en la charla con periodistas argentinos convocados por la Embajada francesa en Buenos Aires. Además, explicó por qué tienen bajos niveles de corrupción.
Cada año, egresan de la ENA (École Nationale d'Administration) 90 franceses y 30 extranjeros. La inmensa mayoría será reclutada para trabajar en los organismos más prestigiosos de la administración francesa, como el Conseil d'Etat (juez de la legalidad de los actos administrativos) la Cour des Comptes (juez del destino de los fondos públicos) y la Inspection des Finances. "Estos tres organismos sólo reclutan en la ENA -dijo Nathalie Loiseau -; para el resto de los órganos de gobierno, es una escuela de excelencia que pesa mucho, pero no es el paso obligado par acceder a la función pública".
"Yo misma no soy i'enarca/i'", agregó con sonrisa algo cómplice, usando el calificativo que suele aplicarse con cierta ironía a los egresados de la ENA. Nathalie Loiseau dirige la Escuela desde 2012. Lo principal de su carrera transcurrió en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, en la diplomacia. Fue vocera de la Embajada de su país en los Estados Unidos en 2003, en tiempos difíciles para la relación bilateral. En 2011, pasó a ser Directora general de Administración del Quai d'Orsay (la Cancillería).
Su visita, que concluirá el próximo 16, tiene por objetivo "intensificar el diálogo con los interlocutores públicos argentinos sobre lo que podemos hacer juntos para formar a los funcionarios de la alta administración".
Estuvo reunida con la vicepresidente Gabriela Michetti y tendrá encuentros con funcionarios de Cancillería, del Ministerio de Modernización, del Instituto de la Función Pública y del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. También tendrá un desayuno con la Asociación Marianne que reúne a mujeres francesas y argentinas vinculadas con Francia.
Una particularidad de la ENA es que también forma funcionarios extranjeros. Todos los años, recibe a estudiantes del mundo entero, pero no tiene un cupo por países. "En los inicios, en los años 1950, hubo muchos alumnos alemanes; fue una decisión política, una política de reconciliación deliberada", aclara Loiseau.
"Tenemos convenios con 129 países de todo el mundo, que nos solicitan para formar a sus cuadros o para compartir nuestra experiencia. Es demasiado y no llegamos a dar respuesta a todo. Nuestras prioridades son: el sur del Mediterráneo, porque es una región próxima a Europa y su éxito es nuestro éxito, y su crisis, nuestra crisis; en segundo lugar el este de Europa que vive el desafío de ponerse al nivel del resto del continente. Y luego los grandes países emergentes y Argentina es uno de ellos", explicó. "Y no lo digo por cortesía", aclaró.
En total, desde que existe la Escuela, 32 argentinos pasaron por allí. Y conforman, dijo Loiseau, una de las asociaciones de ex alumnos más dinámicas del mundo.
En cuanto a los requisitos para los extranjeros, la prioridad es para los que ya están en la función pública. El dominio del francés es necesario y también un conocimiento general de Francia, por razones que se explican enseguida. Se evalúa los conocimientos en una especialidad que puede ser administración pública o temas internacionales. Y finalmente hay una entrevista personal. El nivel de estudios previos exigido es de máster. No hay límite de edad. El rango actual va de 22 a 48 años, siendo el promedio de 29.
Peculiaridades de una escuela en la cual la práctica precede a la teoría
"La de la ENA no es una enseñanza académica clásica. Somos una escuela profesional", aclara Loiseau. Y ahí radica una de sus peculiaridades. La formación dura dos años. El primero es de pasantías, de prácticas, y el segundo teórico.
¿Cómo se explica esta inversión del modelo clásico?
"Los estudiantes de la ENA tiene tres orígenes: egresados de universidades -con un mínimo de 5 años de estudios-, funcionarios o gente del sector privado con un piso de 8 años de experiencia profesional. Es gente con un alto nivel de estudios. La idea es desestabilizarlos", dice Loiseau.
Y a continuación explica: "Lo primero que hacen es un stage en el extranjero de 4 meses, van a un lugar que no conocen. Luego pasan dos meses en una empresa para que vean cómo el sector privado se relaciona con el Estado, cómo se adapta por ejemplo a una reforma, a una nueva regulación de su actividad, para que tengan el punto de vista del que es objeto de las políticas públicas. Se trata de que vivan los cambios en el terreno. Después, pasan cinco meses en algún lugar de Francia que puede ser un organismo de Estado, o una municipalidad, aun la más pequeña, o un territorio de ultramar. La acción pública en el terreno. Deben lidiar por ejemplo, con el tema de la migración, o con las consecuencias de la declaración del estado de urgencia en el que estamos actualmente, o con la desindustrialización de una región y la desocupación, etcétera, Están en contacto directo con los problemas y con la gente".
¿Cuál es el resultado de esto? "Luego de un año vuelven sin certezas, llenos de preguntas. Pueden cuestionarnos -dice Loiseau-, pueden decir 'ustedes proponen esto, pero donde estuve no funcionó…' Entonces, el segundo año lo dedicamos a tratar esas cuestiones, a buscar herramientas, soluciones. No son clases teóricas. Son talleres, son de elaboración. Su tarea es la administración del Estado. No se trata de reproducir lo que se hizo antes o lo que le dicen que debe hacer sino comprometerse, innovar. Esta mecánica es incluso más exigente para nosotros porque no toman lo que les decimos como una verdad revelada".
Es una meritocracia: invertimos en gente de talento. No es necesario ser rico para ir a la ENA (Loiseau)
Otra característica peculiar de la ENA es su gratuidad. Más aún, los alumnos franceses son remunerados, porque en su gran mayoría se trata de profesionales.
"Es una meritocracia -dice Nathalie Loiseau, sin temor a usar una palabra que en Argentina despertó polémica en ciertos políticos cultores de la demagogia-. Invertimos en gente de talento". Pero niega que se trate de una escuela de élite: "No es necesario ser rico para ir a la ENA".
"En ciertos ambientes -admite- se tiene la impresión de que la ENA es un círculo cerrado de la política. Es cierto que de los siete presidentes de la Vª República, cuatro [N.de la R: Valéry Giscard d'Estaing, Jacques Chirac, François Hollande, Emmanuel Macron] fueron enarcas y actualmente también lo es el primer ministro (Edouard Philippe). Pero sólo dos ministros del gabinete (Economía y Defensa) son egresados de esta escuela. Y, entre los políticos, sólo un 3 por ciento. Son pocos pero muy visibles. Incluso alguien me preguntó hace poco cómo se hacía para que un egresado llegue en 13 años a la presidencia", bromeó, en referencia a Macron, promoción 2004.
En cuanto a la temática que abordan, Nathalie Loiseau dijo haber constatado que "casi todos los países y gobiernos tienen las mismas expectativas y reclamos hacia la administración: la gente quiere más, mejor, más rápido y más barato".
También sucede en los países emergentes: "El crecimiento de las clases medias hace que haya mayor exigencia hacia el sector público, más expectativas. El sector público debe evolucionar para adaptarse al hecho de que la gente se está acostumbrando a tener servicios 24 sobre 24, inmediatos, en el sector privado y esa misma exigencia se traslada al Estado", explicó.
En general, tenemos funcionarios íntegros en Francia
Para envidia de los argentinos presentes, Loiseau aseguró que en la administración francesa no tienen grandes problemas de corrupción: "En general, tenemos funcionarios íntegros en Francia. Y esto por varios motivos: primero, porque la función pública es prestigiosa, no se ingresa porque no se pudo hacer otra cosa. Segundo, porque trabajamos mucho en deontología. La buena voluntad no alcanza. Las licitaciones, los convenios público-privado, la preparación de un proyecto de ley; todo eso implica interactuar con el sector privado que no es un enemigo sino un socio, pero es importante tener una clara conciencia de lo que es el interés privado y el interés público. Hacemos venir a todos los cuerpos de control, les damos consejos prácticos. La existencia de un cuerpo de inspectores y de control autónomo e independiente es crucial. Se critica mucho a estos organismos por elitistas, porque tienen un estatus aparte, se dice que son la burguesía del Estado, pero es para protegerlos en su acción que tienen ese estatus, porque son jueces de la legalidad de los actos de Estado y del buen uso del dinero público".
"No somos una escuela de política. No enseñamos una ideología. Sí se enseñan valores, grandes principios, neutralidad, integridad, lealtad. Pero antes que nada somos una escuela de management público. Integramos la dimensión informática, reflexionamos sobre cómo alentar la nueva economía, la protección de datos, el ciberterrorismo, la lucha contra el terrorismo y la radicalización, son temas que no estaban en agenda hace 5 años. Lo único permanente es la adaptación. No sé para qué funciones estoy preparando a los actuales estudiantes; la única certeza en este momento es que no son las mismas funciones que yo conocí. Esto implica una gran exigencia para los profesores.
"No hay un plantel fijo de profesores: convocamos a personas con experiencia o a investigadores según las necesidades", explica.
La ENA fue una escuela mixta desde el vamos. De Gaulle dijo: "Las mujeres estuvieron en la Resistencia, deben estar en la reconstrucción", cita Loiseau. "Pero hace varios años que estábamos estancados en un 30 por ciento de mujeres. Así que hicimos un trabajo con los jurados de admisión, y logramos, sin cupo ni discriminación positiva, elevar ese porcentaje a 45 en la actualidad".
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