Carlos Gabetta tiene un nombre bien ganado en la historia del periodismo argentino. Nacido en Rosario en 1943, es uno de los más prestigiosos analistas de la realidad nacional y también del devenir internacional. La dictadura lo obligó a vivir en diversos países como México, España y Francia, donde trabajó en la Agencia France. Ya de vuelta luego del regreso de la democracia, fue director del semanario El Periodista entre 1984 y 1998 y luego de la edición Cono Sur de Le Monde diplomatique, cuyo timón condujo entre 1999 y 2011. Fue columnista del diario El País, de Madrid, y en la actualidad su mirada sobre la realidad local y la del mundo se vuelca regularmente en diversas publicaciones de actualidad. Es autor de más de una docena de libros. El último fue ¿Tiene futuro el socialismo?, escrito en coautoría con el filósofo y científico Mario Bunge. Gabetta, una persona que con más de 50 años de periodismo a cuestas no le teme a las palabras, estuvo en el estudio de Infobae y habló de lo que sabe.
-Desde siempre llamarse de izquierda o de derecha era pararse en determinado lugar frente a las cosas que ocurren en el mundo. ¿Qué significa hoy reconocerse de izquierda, como es tu caso?
-En primer lugar hay que precisar dónde estamos: si Occidente o los países árabes o China, no es lo mismo. El tema entonces sería qué es ser de izquierda hoy en América Latina. En esta región hay una serie de gobiernos que se han autotitulado de izquierda pero que en realidad no son otra cosa que populistas y el populismo es, tal como yo lo veo, un puro ejercicio de poder. Esa es la razón por la cual puede haber un populismo de extrema derecha y un populismo de izquierda y eso explica por qué un mismo populismo puede ser a la vez de derecha y poco tiempo después de centro y poco tiempo después de izquierda. El peronismo es la mejor expresión de esto. Ser de izquierda hoy en América latina es justamente sacar los pies de ese espejismo porque el populismo es siempre un espejismo.
-¿El kirchnerismo fue de izquierda? Hay mucha gente de izquierda que así lo cree.
-En absoluto, todo lo contrario, creo que fue reaccionario, incluso. No hay más que ver el estado en que dejó el país, las cifras de pobreza, falsificó el INDEC para ocultarlas: ¿qué tiene de progresista eso? Nada. Están los que apoyaron y aún lo hacen sinceramente, esos que no han sacado ningún beneficio personal -y son muchos- y esto obedece al hecho de que la izquierda en general está en un momento de gran confusión. La gran esperanza soviética se ha desvanecido, desapareció; la dictadura del proletariado se reveló como lo que era: una contradicción en sí misma. El socialismo, que se supone que es un grado altísimo de evolución de la conciencia social y política, no puede ser un socialismo que lleve el calificativo de dictadura: eso fracasó. Yo no soy populista pero tampoco soy liberal; me he convertido -y digo "me he convertido" porque en su momento apoyé la lucha armada en el país, en los años 70-, en un socialdemócrata, en un hombre que cree que el mundo debe avanzar hacia una forma de reparto de la renta distinta de la que se ha practicado desde que el capitalismo existe. Siempre en un marco democrático y apelando a la conscientización de grandes sectores.
-¿Durante el kirchnerismo te separó de mucha gente la famosa fisura ideológica que llaman grieta?
-Sí, sí, incluso de algún familiar. De todos modos, los amigos de los que me he visto separado no pertenecen a esa masa kirchnerista que es leal porque recibió un empleo o una asignación familiar, algo que está bien hecho, yo no estoy en contra de esas cosas pero creo que hay que administrar bien la economía y no robar para que no resulten imposibles al cabo de poco tiempo. Volviendo a mis amigos, es gente que creyó en el kirchnerismo y aún cree justamente por el fracaso de la izquierda. Porque necesitan aferrarse a algo: se cae la ex Unión Soviética, la socialdemocracia que sería la alternativa está aplicando políticas liberales, entonces al primer demagogo o demagoga que aparece, le creemos…
-Hay muchos que de buena fe sostienen que la política de derechos humanos de los gobiernos kirchneristas es lo que los acerca, lo viven como la consolidación de aquello en lo que siempre creyeron.
-Estoy en total desacuerdo con el uso político que se ha hecho en nuestro país del tema de los derechos humanos. No hay más que ver a Hebe de Bonafini, que fue una verdadera heroína en su momento, una mujer de gran coraje: le hice de traductor en Francia un par de veces, cuando estaba exiliado. Entonces la admirábamos por eso que hizo. Hoy por hoy es una energúmena: me la imagino con poder y se me paran los pelos de punta. Es como la famosa cifra de los desaparecidos. Entonces se dijo que eran 30 mil como se podía haber dicho con buen criterio 20 mil o 40 mil pero hoy, 40 años después, ha habido una Conadep, a continuación aparecieron nuevas denuncias, andaremos en los once o doce mil: ¿por qué seguir con la cifra de 30 mil? ¿Por qué mantener algo que hoy es un mito? En aquel momento era una posibilidad real, concreta, una consigna política, pero hoy es un mito.
-¿Tiene sentido discutir esa cifra?
-Es que en la Argentina aún no hemos resuelto este problema, políticamente hablando. Y digo esto porque emocionalmente no se resuelve nunca: las desapariciones y las muertes son algo que no se van a resolver, van a estar siempre ahí. Pero el Juicio de Nüremberg, con todo lo que ocurrió -que supongo que reconoceremos que fue infinitamente más grave- duró unos meses. Nadie dice que en lugar de ser 6 millones de judíos (los asesinados por los nazis) son 18 millones. Nosotros, en cambio, estamos triplicando la cifra: ¿por qué seguimos con eso? Y, además, la grieta también es parte de eso. Hay gente, como yo, que dice: "Mirá, yo tengo una mujer y muchos amigos desaparecidos, pero no se me ocurre decir que son 30 mil porque sé que son once, doce, trece mil, pero no más". ¿No es bastante grave eso? Conclusión: lo que se está haciendo es un uso político descarado de todo esto.
OTRAS FRASES DE LA ENTREVISTA
"Lo que se vivió en nuestro país entre 1951 y 1955, cuando fue derrocado Perón, fue muy parecido a lo que está ocurriendo hoy en Venezuela, solo que en Venezuela es bastante más grave".
"El capitalismo produce más y más rápidamente, con menos puestos de trabajo humanos. Aumenta la oferta pero como echa gente del mercado de trabajo disminuye la demanda y ¿quién consume eso? Entonces hay una crisis".
"El primer gobierno de Rafael Correa fue progresista, pero luego empezó a evidenciar todas las fallas del populismo: mal manejo económico, hay muchísima corrupción".
"Hoy en Alemania, en materia de distribución del ingreso y, aunque sigue siendo un país capitalista, gente abandonada casi no hay".
"Lo raro no es que haya sindicalistas corruptos, lo raro es que a los trabajadores no les llame la atención en absoluto que el señor Luis Barrionuevo que lleva 30 años al frente de los gastronómicos, haya celebrado su cumpleaños en Parque Norte en una fiesta para 350 invitados".
"En los años 30 hubo una crisis de otras características similar, pero aquella tenía solución. Esta de ahora, en términos capitalistas no tiene solución".
"Antes aparecieron Hitler, Franco y Mussolini. Ahora aparece con una crisis similar pero más grave porque es estructural aparece el proteccionismo y la ultraderecha xenófoba".
"Este es un país europeo, mirás la arquitectura, ves la cartelera de teatros y te creés en París. Y después ves gente recogiendo basura en la calle, no lo podés creer…"
La entrevista completa
Parte 1:
Parte 2: