Los desafíos del Gobierno en la tercera sección electoral, capital nacional del kirchnerismo

El 60% de los habitantes del sur del conurbano tiene mala o muy mala opinión del Gobierno nacional. El gobierno bonaerense está mejor percibido. María Eugenia Vidal lidera el ranking con 54% de imagen positiva

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Mauricio Macri y María Eugenia Vidal
Mauricio Macri y María Eugenia Vidal

Para el Gobierno, el conjunto de localidades que forman el sur del conurbano son algo así como la capital nacional de la resistencia al cambio. Concentran 19 intendencias de las cuales solo cinco son gestionadas desde diciembre de 2015 por Cambiemos (Quilmes, por Martiniano Molina; Lanús, por Néstor Grindetti; San Vicente, por Esteban Gómez; Magdalena con Gonzalo Pelusso y Lobos por Carlos Fareal). Por supuesto que hay que considerar que hasta las elecciones que consagraron a María Eugenia Vidal gobernadora de la provincia, las intendencias de la Tercera Sección Electoral en manos de la coalición Cambiemos (el PRO o la UCR o la CC) ascendían a cero.

Lo concreto es que entre los casi 4 millones y medio de electores que viven en esos distritos, el 59.9% tiene una opinión "mala o muy mala" del Gobierno nacional y solo el 36.6% una opinión "buena o muy buena". El gobierno provincial, en cambio, está mejor posicionado, ya que la opinión positiva (48.7%) supera a la negativa (46.2%). Se trata de los peores guarismos para el oficialismo no solo a escala provincial sino, también, nacional.

Los datos provienen del estudio con 5000 casos que realizó durante febrero la consultora TresPuntoZero, que dirige Shila Vilker, una experta en comunicación de la que nadie puede decir que tiene filiación kirchnerista.

En la encuesta a la que tuvo acceso exclusivo Infobae sobresale en el primer puesto la gobernadora María Eugenia Vidal con 54% de imagen positiva (más alta que la de su propio gobierno), aunque tiene una sorprendente 41.4% imagen negativa. Este porcentaje negativo es muy parecido al 45.9% de imagen positiva que tiene Cristina Elisabet Kirchner. Como en un espejo, el 51.3% de imagen negativa que tiene la ex presidenta es muy parecido, también, al positivo que tiene la Gobernadora.

Cristina Kirchner está cuarta en el ranking de imagen positiva de la Tercera Sección. Segundo se ubica Florencio Randazzo (50.3%) y tercero Sergio Massa (50%). En el quinto puesto se ubica Elisa Carrió (43.2%) y en el sexto Margarita Stolbizer (43.1%). Daniel Scioli está séptimo con 42.9% y  Mauricio Macri está octavo con 38.5% de imagen positiva y 58.2 de imagen negativa.

Un optimista puede decir que el hecho de que el Presidente arañe el 40% de imagen positiva en el distrito que peor le va en todo el país, en medio de la salida de un populismo que se mostró tenaz hasta para aceptar la derrota electoral, y después de un año de ajuste y ordenamiento de la economía, es poco menos que un milagro. Un pesimista, por el contrario, encuentra en esos números la razón última por la que el Gobierno parece haber perdido el control de la agenda al punto de que ni el deslumbrante viaje a España logra revertir los efectos del malhumor en la escena local.

Vilker dice que en los estudios cualitativos que hizo en la Tercera Sección Electoral "Macri aparece como frío, lejano, insensible" y que cuando  pregunta por qué el enojo con el Gobierno nacional contestan que "no ven logros en su vida cotidiana". Tiene muy presente un entrevistado del focus group que le explicó: "Con Cristina me compré el aire acondicionado y me construí el segundo piso de la casa, a donde mandé a mis hijos. Ahora, con el aumento de la luz, los tuve que traer para abajo de nuevo, porque no puedo pagar la nueva tarifa". Señala la experta: "Es la metáfora perfecta de que con Cristina nos fuimos para arriba y ahora con Mauricio vamos para abajo".

Lo interesante es que en ninguna otra parte del país la ex presidente supera el 30% de imagen positiva, como sucede en Florencio Varela (54%), La Matanza (52.5%), Esteban Echeverría (50%), Berazategui (49%), Lomas de Zamora (47.5%), Almirante Brown (43.4%) y Lanús (43%). Sin embargo, su imagen negativa es muy alta aún en los distritos donde está mejor posicionada como Florencio Varela (44.3%), La Matanza (44.4%), Esteban Echeverría (47.7%), Berazategui (48.4%) o Lomas de Zamora (50.6%). Ni qué decir en distritos donde su imagen positiva se acerca al promedio nacional como es el caso de Quilmes, donde tiene 58.2% por ciento de imagen negativa o Avellaneda, donde tiene el 56.9%.

En efecto, es con esos números de la Tercera Sección Electoral, que consuelan al mundo K y desconciertan a los peronistas que creen que tienen un futuro más allá de Cristina Kirchner, donde el peronismo debate a diario qué hacer. Una semana, fracasa la cumbre del PJ bonaerense que durante 12 años se hizo en Santa Teresita en febrero. A la semana siguiente, se arma una foto de unidad en San Vicente a donde fueron "representantes" de los intendentes del Grupo Esmeralda (los menos K) porque, en realidad, solo fue Martín Insaurralde quien, después, dice que la ex jefa de Estado no va a ser candidata.

Es que los intendentes también tienen que gobernar. La gestión de Julio Pereyra (Florencio Varela) tiene 80% de imagen negativa, la de Verónica Magario (La Matanza) 54.2%, la de Mariano Cascallares (Almirante Brown) 52.2%. Son algunos de los casos en los que la imagen negativa es más alta que la positiva. En Avellaneda, donde el intendente Jorge Ferraresi tiene 60% de imagen positiva, es a Cristina a quien le va mal.

El Gobierno viene haciendo lo posible por conquistar ese tierra de infieles. Aterriza con planes de vivienda y anuncios de obras de infraestructura, lanzó El Estado en tu Barrio, que llega con la oferta estatal hasta los territorios más humildes. Incluso "baja" con festivales para el día del niño, las fiestas de fin de año o los carnavales con bailes y juguetes para los chicos. Infobae fue testigo de una actividad que se desplegó en varios rincones de difícil acceso en Lomas de Zamora donde jóvenes con la camiseta de Cambiemos desplegaban simpatía y regalos (ver fotos).

Contrariamente a lo que suele creerse, el PRO tiene una militancia muy activa entre jóvenes de alto compromiso político, muchos de los cuales darán la batalla electoral en esos distritos donde domina lo peor del clientelismo, abandonados por el radicalismo hace décadas. Pero, claro, son chicos que cuando termina la jornada, se vuelven a sus casas acomodadas y los habitantes de la zona quedan a expensas de quienes temen perder el privilegio de administrar la pobreza para su beneficio personal.

(NA)
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¿Cómo marcar la presencia en forma permanente con los sectores más humildes? Ninguna de las medidas tomadas parece que haber llegado. Ni la mayor cantidad de AUH, ni la reparación histórica a los jubilados, ni las tarifas sociales. Parecen gotas en el desierto de una economía que no termina de arrancar. ¿Habrá que hacer comunicación tradicional?, pregunta un funcionario bonaerense, sabiendo que entra en terreno minado. ¿Y si ponemos cartelería anunciando obras, en lugar de que la pongan los intendentes?, piensa en voz alta otro, consciente de que poner carteles en el mundo PRO es la quintaesencia de la "vieja política". ¿No tendremos que ir más a la televisión?

Parece que alguien de la mesa chica llegó a la conclusión de que "si algo es del todo nuevo, es de algún modo invisible", como decía Jorge Luis Borges, y aceptó implementar recursos ya probados. Es que si llegaron hasta acá volando por debajo del radar para no ser detectados, ahora tienen que acaparar el centro del escenario, actitud que todavía no dominan y, tal vez, ni siquiera disfruten.

A veces pareciera que solo quieren que los dejen gobernar tranquilos, sin la molestia de tener que salir a explicarse ni mucho menos debatir. Si fuera por el núcleo duro del PRO, hablarían solo por las obras, como los jueces probos de antaño lo hacían con las sentencias. Y con las redes sociales, claro. No tienen vocación escénica. Como llegaron sin discutir demasiado con nadie, estaban convencidos de que tenían que seguir igual. Aunque están en proceso de cambio.

Por eso se armó, por ejemplo, un grupo de whatsapp entre el puñado de diputados más asiduo a los programas periodísticos y miembros del equipo de comunicación del Gobierno, donde se proponen temas para el debate y se ajusta el discurso. Eduardo Amadeo, Silvia Lospenato, Luis Petri y Waldo Wolf son algunos de los integrantes.

Laura Alonso (NA)
Laura Alonso (NA)

También se le dio a la Oficina Anticorrupción un renovado protagonismo en la resolución del complejo intríngulis en el que entró el Presidente con el acuerdo entre el Correo Argentino SA, la empresa de su padre, y el Ministerio de Comunicaciones, ahora abortado.

La titular de la OA, Laura Alonso, propuso una normativa inédita en materia de transparencia, que obligue a la familia y amigos presidenciales, desde que se firme y para siempre, a aceptar un control para analizar los conflictos de intereses potenciales o reales en forma preventiva, no solo en materia de juicios con el Estado, sino también en contrataciones y licitaciones.

Con el presupuesto que obtuvo este año, en relación al anterior, que pasó de $ 23.260.000 a $ 67.754.000, un incremento del 191% que será utilizado mayoritariamente a tareas de transparencia, investigación y prevención de la corrupción, la OA está en óptimas condiciones para sentar las bases del nuevo standard institucional, la salida "por arriba" que pidió el Presidente del laberinto en el que el Gobierno se metió solito.

Más cosas se verán en las próximas semanas. Hasta hubo un debate en Casa Rosada acerca de si hay que acompañar con militancia propia o no la presencia de Macri en la apertura de sesiones ordinarias, una vez que tomaron conocimiento que sectores docentes ultraK de la provincia de Buenos Aires, junto a algunos grupos que consideran violentos, se preparan para movilizar sobre la Plaza de los Dos Congresos para repudiar al Presidente.

Oficialmente, el 1 de marzo será el inicio del año electoral. El primero en el que una coalición liderada por un partido que no perdió ninguna elección desde el 2005, se expondrá a revalidar sus títulos frente a un peronismo dividido y herido, pero con ganas de volver al lugar donde todavía no entiende cómo fue que perdió.

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