Crece la injerencia de la Casa Rosada en la economía

Cómo impacta la llegada de Luis Caputo y Nicolás Dujovne

Marcos Peña, Mauricio Macri y Alfonso Prat-Gay (Télam)

El despido sin causa de Alfonso Prat-Gay puso hace horas en vilo al gabinete. Toda la liturgia y religión oficialista sostenida en que el Presidente no cambia a su equipo y que mantuvo el mismo durante años en la Ciudad, se esfumó en minutos. La ida del ministro de Hacienda y Finanzas confirma la más obvia de las noticias: todos los presidentes cambian su gabinete y echan ministros. Se terminó la idea de que ser ministro equivalía a una beca por 4 u 8 años con la estabilidad del empleo público. El alejamiento de Prat-Gay termina de delinear el sistema de valores del Gobierno: no importan tanto los logros -de ser casi casi todo el gabinete debiera estar en observación- ni tampoco la lealtad extrema como era en épocas de los K.

Lo que cualquier funcionario de este Presidente tiene que saber es que no hay lugar para los egos significativos -medidos por el ojo del jefe- y que se forma parte de equipo regido por estrictas reglas de comportamiento social y de comunicación pública, informadas diariamente, si es necesario, por Peña. El ahora ex ministro de Hacienda y Finanzas falló en las dos.

Lo reemplazan Luis Caputo, en Finanzas, y Nicolás Dujovne en Hacienda. La decisión del jefe de Estado de seguir dividiendo el original Ministerio de Economía en más piezas del rompecabezas es probablemente la noticia que más sorprendió al mundo económico que venía pidiendo todo lo contrario: rearmar el ministerio al estilo de Alsogaray, Cavallo o Lavagna. Desde este mediodía quedó claro que con Macri presidente no habrá mega ministro, porque probablemente él se sienta como el jefe de la economía.

Dicen que Perón decía que en política una cosa es hacer algo y otra cosa es además contarlo. El Presidente no solo echó a Prat-Gay, sino que mandó a Marcos Peña a que lo diga. El encuentro en Villa La Angostura no se sabe todavía si es un gesto de misericordia o de mayor crueldad.

Luis Caputo, nuevo ministro de Finanzas (Reuters)

El modo del despido, no el hecho en sí –que salvo Prat-Gay todo el Gobierno descontaba desde hacía horas– ha impactado fuertemente. Varios funcionarios, sabiendo que el rumor del alejamiento había salido de la mismísima Casa Rosada, imaginaban una estrategia de pinzas que llevaría a Prat-Gay a renunciar. Nadie dudaba que el ex JP Morgan dejaría el ministerio antes que después. Lo que no se preveía era lo rápido y fulminante del desenlace que se pensaba tendría el epilogo de una renuncia y no de un despido.

Tampoco Prat-Gay ayudó a la suerte. Sin diálogo prácticamente con Alberto Abad –lo que quedó claro en la confección del proyecto original de Ganancias– desconoció la autoridad de Peña y nunca terminó de congeniar con Mario Quintana –el otro ministro verdadero de Economía junto con el propio Presidente– y Gustavo Lopetegui. Encima puso a administrar el presupuesto a un ex K, Gustavo Marconato, que tampoco se llevaba bien con la Casa Rosada. La tormenta perfecta.

De lo que viene, uno, Caputo, es reconocido dentro del Gobierno. Responsable del acuerdo con los holdouts, lleva adelante uno de los pilares del modelo económico macrista: es el que consigue el financiamiento. Imposible tocarlo. Se pensó en ubicarlo directamente por Prat-Gay, pero contra esa idea chocó la necesidad de que se dedique full time a conseguir crédito y que no tiene mucha experiencia en Hacienda.

Nicolas Dujovne, nuevo ministro de Hacienda

Dujovne, contra la que se cree, tiene una gran trayectoria pública y privada. Menos joven de lo que parece por su aspecto físico, venía trabajando desde hace tiempo con los equipos del PRO –él mismo lo contaba– y conoce del tema presupuestario y gasto público por haber estado con Pablo Guidotti en Hacienda a finales de los noventa. Es verdad que no recibe un mega ministerio de Economía, pero se quedó con lo más importante del Palacio de Hacienda: el presupuesto.

En términos políticos su llegada significa una mayor injerencia de la Casa Rosada en el presupuesto. Así dicho pareciera que hasta hoy no la tenía del todo y, aunque parezca insólito, en parte fue así. Marcos Peña y también Rogelio Frigerio –uno de los que más conoce de antes a Dujovne– ahora tendrán del otro lado del teléfono a una voz amiga. Para Frigerio es clave tener sintonía con quien maneja el presupuesto, en función de la obra pública.

Sorprende que estas primeras horas no se hayan utilizado los "significantes vacíos" discursivos para tapar el sol con la mano. Es probable que muchas críticas a la gestión económica de Prat-Gay no se hagan públicas desde el propio Gobierno porque significaría apuntar al Presidente.

Como también que tampoco hasta ahora se haya prometido una mayor seriedad fiscal y control del gasto. Pero esto recién empieza y seguramente alguien lo señalará antes que termine el día.

¿Gana Federico Sturzenegger? En una primera lectura se va del Gobierno su mayor adversario ideológico. Pero hace meses que el titular del Banco Central sabía perfectamente que la disputa del ex ministro de Economía no era con la autoridad monetaria sino con la Casa Rosada.

Federico Sturzenegger (Adrián Escandar)

Sin embargo mas allá de las lecturas políticas, está la economía. Y nunca es bueno que un Presidente tenga que echar al ministro del área. Significa que algo en la economía no funcionaba. Ningún diario del mundo va a titular que Prat-Gay fue echado por una cuestión de egos o de modos de gobernar. Sino porque hasta ahora la economía no arrancó.

El Presidente, el Gobierno, casi todos los economistas y hasta el sentido común, pronostican que la economía se recuperará en el 2017. Puede no suceder –Argentina es un país imprevisible– pero es evidente que la Casa Rosada no quiso compartir ese logro con Prat-Gay.
Peor aún: se va con la economía todavía en baja.
Por eso Prat-Gay no quería irse.

¿Qué pasará si la economía no repunta? ¿Quién será el culpable? ¿El Presidente?