Un duro golpe que el Gobierno no supo ni quiso ver

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Mauricio Macri y Marcos Peña (NA)
Mauricio Macri y Marcos Peña (NA)

Aclaración: este análisis no incluye el contenido del proyecto de Ganancias, como así tampoco las explicaciones técnicas y políticas que el Gobierno y opositores entregaron antes y después que una mayoría absoluta de 140 diputados -los legisladores oficialistas podían no haber estado y era lo mismo-.

De lo que aquí se trata es si desde este miércoles entró en crisis un modelo de gobierno macrista, si el peronismo se unió en serio o solo por una noche y cuáles serán las repercusiones tanto locales como internacionales en la economía y la política de que Mauricio Macri oficialmente gobierne en minoría parlamentaria, algo que nunca había sucedido desde que asumió el cargo hace casi un año.

Y la paradoja de la clase política argentina: la impunidad para cambiar de vereda sin que a nadie se le mueva un pelo. Los mismos K que cuando eran gobierno se rasgaban las vestiduras cuando se planteaba aliviar el impuesto a las ganancias, el miércoles por la noche le pusieron impuestos a todo lo que hace un año rechazaban, como el juego. Y se escandalizan cuando se plantea el fantasma del veto presidencial como si Cristina no hubiese vetado en el 2010 el 82% móvil a los jubilados votado por el Congreso opositor, ahora gobierno, que a su vez se queja de la irresponsabilidad del entonces gobierno, ahora oposición.

Desde aquí hacemos un pedido. En caso de que se decida un veto presidencial, cuidar el discurso y no repetir frases tales como "Basta de estafar al Estado. Basta. Esto es de gente que tiene experiencia legislativa, ha gobernado provincias. Que digan que el año que viene vamos a ver cómo se financia, me suena muy ingenuo" o "hay intereses muy fuertes detrás de todo esto. En realidad, los que están en el Parlamento son las máscaras de otros que no están, pero las decisiones que tomo yo son pensando en los 40 millones de argentinos, los que me quieren y los que no" porque ambas las utilizo la ex Presidente en octubre del 2010. ¿Suenan a argumentos escuchados en boca de macristas en las últimas 24 horas, no?

La votación por Ganancias (Télam)
La votación por Ganancias (Télam)

Volvamos al 2016. Tiene razón el Presidente cuando -en la intimidad- se queja de que Argentina es un país complicado y los argentinos más. También cuando en público, como el fin de semana, recuerda que él había dicho que no era un mago, que "el camino del cambio requiere un tiempo" y que "se generó una expectativa de cambio mágico y de eso hay que alejarnos". Todo es cierto. Las ganas de la mayoría del país por terminar con el kirchnerismo cristalizado en el ballotage del año pasado no dio tiempo a analizar ni a averiguar cuál y cuanto era el cambio que la sociedad buscaba. En su casi primer año de gestión Mauricio Macri y su gobierno se atrincheraron en la idea fuerza del cambio como el motor central de su administración. En su santa invocación hicieron de todo.

Es absolutamente y certeramente cierto que la herencia económica que dejó Cristina era y es muy difícil de sobrellevar. El gobierno K tiene responsabilidades primarias y fundamentales sobre la recesión que hoy padece Argentina. Y durante todo este año ha hecho todo lo posible para que al Gobierno no le vaya bien. Ya también se ha explicado que ese (malo) legado que dejaron los K tenía como destinatario a Daniel Scioli (y no a Macri).

Sin embargo, este cuadro de situación, ya con año de gestión, no exime al Gobierno de lo que sucede. Lo que pasó anoche es grave desde lo político y lo golpeó fuerte al Presidente, por dos razones: por el hecho en sí mismo y porque no se lo esperaban.

Sergio Massa, uno de los más apuntados por el Gobierno (DyN)
Sergio Massa, uno de los más apuntados por el Gobierno (DyN)

El 24 de noviembre se conoció el listado de temas que el Gobierno envió al Congreso para su tratamiento en sesiones extraordinarias. El primero fue el "Proyecto de Ley por el que se introducen modificaciones a los artículos 23 y 90 de la Ley de Impuesto a las Ganancias (p.o. 1997) y sus modificatorias. (Mensaje N° 142/16)". Como se sabe, más allá del debate doctrinario al respecto, la costumbre en la política argentina ha sido que el Congreso durante las sesiones ordinarias puede aprobar cualquier proyecto sin importar su autoría u origen, pero en Extraordinarias solo el temario exegético que le habilita el Poder Ejecutivo. Dicen que lo hicieron para evitar que lo de anoche sucediera hace diez días y con la expectativa de que se llegaría a un acuerdo, al que como se ve, nunca se llegó.

¿Por qué el gobierno se prendió a la jugada de Sergio Massa, que al principio no se pasó de una avivada en una conferencia de prensa?
Conclusión obvia: si Macri no incluía Ganancias en el temario de extraordinarias no hubiera tenido lugar la derrota política del gobierno de anoche en Diputados. ¿Esto alguien lo pensó? ¿Se analizó la conveniencia de habilitar un tema que podía quedar abierto? ¿Se apostó todo a la responsabilidad de los gobernadores?

El oficialismo se arropó por estas horas en el clásico pero verdadero y cierto argumento de la "irresponsabilidad" de la oposición por el proyecto que sancionaron y en que la foto de la votación a favor parecía el gabinete de Cristina. También hubo explicaciones de comunicación -del tipo de las de Jaime Durán Barba- de que no ha pasado nada y que la gente no entiende del tema y/o solo afecta a menos del 10% de los trabajadores. El teorema Durán Barba, ubicado hoy en la misma escuela filosófica de la comunicación de la que abrevó el "trumpismo", ha mostrado éxitos indiscutibles en los últimos años. Tiene razón Durán Barba cuando dice que la gente no anda atrás de los acontecimientos políticos diarios ni su voto depende de análisis sesudos sobre la realidad.

En conferencia de prensa, la oposición anunció su proyecto (Télam)
En conferencia de prensa, la oposición anunció su proyecto (Télam)

Hasta ahí todo perfecto. El problema nace cuando la droga que tan bien vende Durán Barba la consume el propio gobierno. La hipótesis de trabajo sería esta: como la gente no sigue los acontecimientos políticos se pueden cometer errores infinitos en la gestión del gobierno, porque no se pagan costos. Y como consecuencia no hay buenos o malos funcionarios, porque no importan los resultados de gestión. Da lo mismo ser un ministro eficiente que no serlo.

De esta teoría nació la pésima (o nula) comunicación de los tarifazos energéticos. O la decisión que permite a los familiares de los funcionarios sumarse al blanqueo, después que el Congreso había aprobado otra iniciativa rompiendo una lógica política simple: nunca se modifica una ley por decreto en el medio de negociaciones parlamentarias calientes.
Sin olvidarnos de la increíble teoría de que las malas noticias no deben explicarse. En la lógica del gobierno, Winston Churchill nunca debió haber hablado al pueblo ingles dándole ánimo frente a las penurias provocadas por los bombardeos alemanes porque podría pagar un alto costo político.

Y siguen los ejemplos. Como el de Milagro Sala, probablemente la figura presuntamente más corrupta de la era K después de Lázaro Báez o José López, convertida gracias a las torpezas macristas y el capricho de Gerardo Morales -mal convencido de la idea que para gobernar Jujuy se debía aplicar la sedición para detener a una opositora como si se tratara de la época de Juan Manuel de Rosas- en victima internacional. O la tozudez de mantener un gabinete, que pide cambios a gritos, intacto.

Si Macri no incluía Ganancias en extraordinarias no hubiera sucedido la derrota del Gobierno de anoche

El argumento del Presidente para no hacer nada al respecto -se lo explicó a este periodista- es que un cambio de ministros no modificaría nada y que significaría una noticia por un día "como contratar a Diego Latorre a los 45 años". También, y esto no se dice, un cambio de nombres implicaría probablemente un reconocimiento de que debe corregirse el rumbo. No en lo ideológico. Sino en lo práctico.

¿Qué tiene ver este análisis político con la derrota parlamentaria de este miércoles? La oposición no hubiera actuado como lo hizo ayer de no mediar una recesión económica cuyo fin se demora, de olfatear problemas internos en el gobierno, de no tener interlocutores políticos que respete y de pensar que lejos de pagar algún costo en la sociedad, la jugada será aplaudida por los argentinos. No decimos que esto sea así. Sino que es lo que piensan los opositores.

Y esto que aquí se señala no es el capricho del periodismo o de empresarios o del "Círculo Rojo". Cruzando la General Paz, María Eugenia Vidal, la figura pública más importante del país, está haciendo lo que el manual de la política indica: sumar dirigentes de todos los partidos, comenzando por el peronista.

El gabinete, en Chapadmalal (Presidencia de la Nación)
El gabinete, en Chapadmalal (Presidencia de la Nación)

¿Haber convocado al intendente peronista de Castelli a su gabinete, la hace a Vidal menos pura? ¿Hace magia la provincia cuando logra cerrar una paritaria estatal al 18%? No. Hace política.

Dato que pasó inadvertido: Federico Salvai, el hombre más importante de la gobernación, fue el único dirigente de PRO que públicamente coincidió con Monzó. Dato que pasó inadvertido II: Vidal pasó una noche y se fue. Rodríguez Larreta estaba directamente de viaje, como Elisa Carrio. Y Ernesto Sanz ni apareció (suponemos que no estuvo invitado). Estamos hablando de la reunión de Chapadmalal. Conclusión: no estuvieron las dos figuras políticas más importantes de PRO después del Presidente como así tampoco los dos arquitectos fundamentales para la victoria electoral de Cambiemos.

En plena negociación con los gobernadores, los que supuestamente iban a salvar el proyecto del gobierno -para eso estuvieron hace días en Olivos- se fue el negociador, Rogelio Frigerio, a China. No es motivo de estas líneas criticar el facilismo discursivo actual de que todos los viajes son para "atraer inversiones", pero no puede el ministro político irse en la primera semana de diciembre a 19.250 kilómetros de distancia de Buenos Aires.

Se dirá que el encargado de las negociaciones debió ser Emilio Monzó. ¿Quién negociaría siendo gobernador o diputado, con un hombre condenado al ostracismo en el oficialismo por pronosticar lo que pasó anoche? Monzó, hasta que no se aclare que sucede con él, no es para nadie cuerdo, la voz del Presidente, ni del gobierno.

En plena negociación con los gobernadores, se fue el negociador, Rogelio Frigerio, a China

Lo de los gobernadores es todo un capítulo. Curtidos en mil batallas con los Kirchner, muchos de ellos no como jefes locales sino como gente cercana a los gobiernos provinciales, han aprendido todas las mañas de la política. Visitan Olivos, se sacan fotos, consiguen recursos, pero después en el Congreso pasan otras cosas. El salteño Pablo Kosiner, muy cercano a Juan Manuel Urtubey – a quien no se lo puede calificar de haber puesto palos en la rueda del gobierno- fue una pieza clave en la redacción del proyecto opositor. Juan Schiaretti aplaude el baile del Presidente con la música de Gilda y sonríe con Marcos Peña, pero sus diputados, cercanos al Frente Renovador, votan en contra del gobierno y encima su primer candidato el año que viene no será otro que José Manuel de la Sota, acérrimo enemigo del macrismo y socio político de Massa. Mario Das Neves, en furia por la decisión de la Casa Rosada de haberle quitado un beneficio a los puertos patagónicos, en persona se ocupó de reclutar diputados contra el gobierno. José Luis Gioja, el padre de la minería moderna en San Juan, ni siquiera votó en contra del levantamiento de las retenciones a las mineras, se abstuvo. Los diputados de San Juan, Catamarca y La Rioja no mostraron un voto corporativo en favor de la eliminación de las retenciones.

¿Por qué el gobierno dice entonces que las bajó por un pedido de las provincias? Respuesta: lo más probable es que se lo hayan pedido y lo más probable es que ahora voten en contra. Así es la política y así es el peronismo.

Mauricio Macri junto a los gobernadores (Presidencia)
Mauricio Macri junto a los gobernadores (Presidencia)

Al respecto, quienes estaban en el recinto dicen que el encendido discurso de la bonaerense PRO Silvia Lospennato contra la oposición recalentó ánimos y terminó sumando votos a la oposición, como el del riojano Luis Beder Herrera. Esto es una cuestión a la que el Gobierno deberá prestar atención si pretende mejorar su suerte parlamentaria: no se puede hablar mal del peronismo las 24 horas del día si vas a necesitar sus votos. Y se necesitan. Sobre todo ahora en el Senado para lograr el milagro de que la media sanción de los diputados no se trate o se modifique lo que demoraría su aprobación definitiva, permitiéndole al Presidente eludir el veto.

"Muchos compañeros votaron sin saber qué apoyaban. Lo hicieron porque están cansados de la humillación a diario que reciben del Gobierno por el solo hecho de ser peronistas. La idea de Monzó, arriesgada, de intentar sumar a algunos puede no gustar. Pero de ahí a que parezca que tenemos una enfermedad cae mal", le explicaba a este periodista un diputado que cambió su presencia y votó recién en el día de ayer.

Los gobiernos no pierden elecciones por las fallas en la comunicación, como cree Durán Barba. Sino por los errores políticos.
Es hora de que el gobierno además deje de creer que la falta de política se compra. No todo el mundo son sindicalistas necesitados de cerrar las cuentas de sus obras sociales o lideres piqueteros que, a cambio de recibir 30.000 millones de pesos en tres años, prometen una paz social que no pueden garantizar. El Presidente también deberá comprender que la paz social no se compra con una tarjeta de crédito.

Es posible, sin embargo, que el Gobierno tenga una buena cosecha electoral el año que viene, inclusive en la provincia de Buenos Aires. Como también puede suceder que pierda en la provincia de Buenos Aires. Todo es posible. Pero esa posibilidad de que no tenga asegurada una victoria frente a este peronismo dividido, partido, con dirigentes más cerca de Tribunales que de una unidad básica, no habla bien del gobierno.

El Presidente también deberá comprender que la paz social no se compra con una tarjeta de crédito.

Gobernar no es echarle la culpa a la sociedad de lo que no se puede hacer. Ni refugiarse en la zona de confort de creer que el Gobierno es incomprendido como Néstor Kirchner con la 125.
Nadie se presentó engañado a la elección presidencial del año pasado.
Todos sabían lo que pasaba. O al menos eso creíamos.

Es verdad que la oposición fue anoche irresponsable. Pero para enfrentar a esa irresponsabilidad hay que trabajar, y hacer política. De eso se trata gobernar.
Cambiar la política no es anularla.
Es mejorarla.

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