En la madrugada del 17 de febrero de 1994, Fructoso Alvarez González, quemó la casa José Bagnato con quien mantenía una discusión económica. En el incendio perdieron la vida José, su mujer Olga Plaza y los hijos Fernando de 14 años y Alejandro de 11 años. Además, murió Nicolás Borda que era amigo y compañero de colegio de Alejandro y esa noche estaba durmiendo con ellos. También tenía 11 años.
El único sobreviviente fue Matías Bagnato, que tenía entonces 16 años y pudo escapar por la ventana de su habitación en el primer piso del chalet en el que vivían en la barrio porteño de Flores.
Desde entonces se conoce el episodio como la masacre de Flores, en la cual condenaron a prisión perpetua al asesino. Fue un año y medio después, en noviembre de 1995.
En 2008 logró que lo liberen después de falsear datos sobre su identidad. Al darse cuenta, la justicia ordena volver a detenerlo. En simultáneo, Matías se entera de su libertad cuando con llamados el asesino le repetía por teléfono la frase "estás muerto".
Desde ese momento su lucha logró que con un fallo de la Corte Suprema de Justicia, en noviembre del año pasado, el criminal vuelva a la cárcel y el duerma en paz. Desde entonces siempre consideró que el ex integrante de la Corte, Carlos Fayt, le había devuelto la vida. Ahora, Alvarez González, deberá cumplir condena por lo menos hasta el 2021.