Está claro que en la elección presidencial americana hubo voto vergonzante. Esto no justifica el yerro de los encuestadores pero a esta hora ya son millones los estadounidenses que optaron por el silencio o la mentira antes de reconocer que iban a votar por el bruto misógino, xenófobo, evasor de impuestos y, por si esto fuera poco, estrella de un reality show televisivo…
Con el mismo criterio, artistas, intelectuales, líderes de opinión y mandatarios del mundo occidental y cristiano se alinearon con el deber ser y se pronunciaron, unánimes, por Hillary Clinton. Ahora bien, ¿estaban convencidos o lo hicieron porque era lo políticamente correcto?
Como siempre nosotros, que por algo somos Argentinos ,fuimos un poco más allá. La canciller Susana Malcorra olvidó las reglas básicas de la diplomacia y sin ruborizarse se convirtió públicamente en militante demócrata. Quizás despechada por no haber sido la primera mujer en presidir la ONU sintió que un triunfo de Hillary aliviaría su ego magullado. Y embarcó al Palacio San Martín y al Presidente en la aventura. Sin lugar a dudas no es un buen año para Malcorra porque, con seguridad, ahora entrará en un purgatorio para, mas tarde o mas temprano, pagar el costo. Y es que en política, más en relaciones exteriores, los impulsos cuestan caros.
Patente de progre
Pero para Mauricio Macri la apuesta anti Trump no fue solo un posicionamiento en la geopolítica mundial. Fue también un acto de marketing destinado a influir en la opinión pública local más allá de quién terminara dirigiendo los destinos de la Casa Blanca. Con su apuesta a Hillary, el Presidente compró patente de progresista y quedó del lado de los buenos.
Si la postura del PRO y de Macri hubiera sido la prescindencia, el imaginario colectivo hubiera trazado más similitudes entre Trump y Macri que diferencias. Las pruebas están a la vista: no sólo se conocen, no sólo Trump pernoctó en Los Abrojos la quinta en zona norte de la familia presidencial y en Manantiales el complejo turístico que tienen en Punta del Este, sino que intentaron hacer negocios juntos, jugaron golf, compartieron infinidad de cenas y se elogiaron mutuamente las esposas. Por eso la sobreactuación.
Una sobreactuación cuyo objetivo era generar antagonismo entre Macri y Trump. A tal punto se sobreactuó que se llegó al extremo de la ficción más bizarra al intentar describir a Trump como un líder cercano a Cristina Kirchner. Cuando el diccionario básico de la política nos plantea que el populismo no tiene sesgo ideológico así que puede ser de derecha o de izquierda.
¿Cuánto le costará a Macri su apoyo a Hillary?
Ahora muchos se preguntan qué costos políticos tendrá la apuesta personal de Macri en la relación bilateral Argentina – EE.UU. Francamente, dudo de que este nuevo Trump, Presidente electo, le facture esos costos al mandatario argentino. Tiendo más a pensar que una vez más la estrella de la buena suerte acompañará a Mauricio. Porque Donald, que a diferencia de Macri no estuvo en ningún cargo público antes de llegar a Presidente, seguramente se sentirá reflejado en la historia personal de este presidente latinoamericano que alguna vez osó querer birlarle un negocio en su propia Nueva York natal. Es más, es posible que lo elija como interlocutor privilegiado. Después de todo, para alguien que se jacta de su simpleza intelectual la mayor de sus virtudes es su inteligencia emocional que lejos de ser vengativa es claramente PRO activa.