Una serie, un libro y una película volvieron a despertar el interés popular sobre la familia Puccio, el clan encabezado por Arquímedes Puccio que en los 80 secuestró y mató a sus allegados para quedarse con su dinero, en una de las páginas más horrorosas de los anales policiales del país.
En un artículo firmado por Miguel Braillard, la revista Gente repasó la actualidad de los miembros de la familia que sobreviven.
La viuda de Arquímedes, Epifanía Ángeles Calvo, tiene 84 años y vive en un departamento sobre la calle San Juan, en San Telmo. Sus vecinos cuentan que tiene buen humor y suele salir temprano a hacer las compras. Se la ve muy bien, aunque tendría un problema en la cadera.
Los familiares de las víctimas de los Puccio nunca le creyeron que no estuviera al tanto de lo que pasaba en su casa, porque ella incluso les cocinaba a los secuestrados. Pero apenas estuvo dos años presa en la cárcel de mujeres del penal de Ezeiza. Y hoy no quiere hablar del tema. Por eso dejó el departamento mientras la historia de su familia se emitió en las pantallas chica y grande.
Junto a ella vive desde hace un año y medio Daniel "Maguila" Puccio, que cuando empezaron los secuestros vivía en Nueva Zelanda y regresó al país por pedido de su padre, en 1985. Participó en el último secuestro, el de Nélida Bollini de Pardo, la única víctima del clan que sobrevivió, a diferencia de Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet y Emilio Naum, asesinados en 1982, 1983 y 1984, respectivamente.
Daniel estuvo en prisión entre mediados de 1985 y febrero de 1988. Quedó libre porque todavía no tenía sentencia en su contra. Lo condenaron a 13 años de prisión recién en 1998, pero nunca volvió a la cárcel. Se cree que volvió a Nueva Zelanda y estuvo en Brasil, San Luis y Mar del Plata, antes de que se agotara su pena.
Antes de recibir su condena, en 1996, pidió perdón. Fue el único que lo hizo. A través de una carta, le dijo a Bollini de Pardo que estaba arrepentido. "Fue una actitud cobarde, irresponsable y criminal. Sé que usted sufrió, lo mismo que sus hijos. Siento un profundo dolor por lo ocurrido. A veces no sabemos lo que hacemos. Por eso le vuelvo a pedir perdón. Fue muy difícil enfrentar un hecho tan vergonzoso; no tuve el valor", confesó. Y aclaró: "No fui el ideólogo de los secuestros; participé de manera inconsciente".
"Maguila" no tiene pareja ni trabajo, pero todas las mañanas sale a caminar y se "guarda" hasta el atardecer. Los vecinos dicen que es más serio que Estefanía y que, desde que empezó a convivir con su madre, la abuela Puccio dejó de recibir la visita del hijo de Adriana Puccio, de 45 años.
A mediados de los 80, cuando cayó el clan Puccio, Adriana tenía 15 años. Era la menor. La Justicia nunca pudo probar sus vínculos con los secuestros y no fue condenada. Trabajó en una editorial y en un banco, y adoptó el apellido materno, Calvo, para escapar del karma familiar. Hoy trabaja en un negocio de venta de lanchas y motos de agua en San Fernando. Ella sí suele visitar a su madre.
También zafó de la Justicia Silvia Inés, en ese entonces una adolescente de quien siempre se sospechó, pero que fue absuelta. Tuvo dos hijos y en 2011 falleció de cáncer. Nunca perdonó a su padre.
Menos se sabe de Guillermo, quien presumió que en su casa pasaba algo raro y, luego de un viaje a Australia con sus compañeros de rugby, se quedó para no volver jamás.
Arquímedes fue condenado a prisión perpetua y salió en libertad en 2007. Se recluyó en General Pico, La Pampa, donde murió seis años más tarde por un ACV. Como nadie se hizo cargo de su cuerpo, fue arrojado a una fosa común. En su familia nunca lo perdonaron.
El tercero del clan que está muerto es Alejandro (Alex o El Zorri), el rugbier de la familia, a quien su padre "vendió" durante el juicio. Murió en 2008 de neumonía, luego de varios intentos de suicidio.