El Gobierno confía en reactivar el empleo, pero evita fijar metas

En el Ejecutivo conceden que la situación del mercado laboral es preocupante, pero aseguran que la cifra de 9,3% que arrojó el Indec es un sinceramiento estadístico

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El Gobierno apuesta a la obra pública, la baja de la inflación y la recuperación de Brasil para la creación de empleo
El Gobierno apuesta a la obra pública, la baja de la inflación y la recuperación de Brasil para la creación de empleo

En el oficialismo no pretenden ocultar la dificultad: el escenario laboral es inquietante. Los planteos de la oposición y los pronunciamientos de la Iglesia en ese sentido son incómodos, pero en algún punto irreprochables. El problema es real y no hay manera de esquivarlo.

En lo que a la proyección del panorama refiere existe, sin embargo, una diferencia. En la Casa Rosada no pierden el optimismo. Al contrario, están convencidos de que lo peor está por pasar, si no pasó ya.

El Indec volvió a la actividad en materia de desempleo con la cifra correspondiente al segundo trimestre del año. El resultado: 9,3%. El número supera con holgura el 5,9% que animó al kirchnerismo a compararse con Alemania y representa, además, un aumento del 2,7% respecto al mismo período del año anterior. Pero donde algunos verán un aumento notable, el macrismo ve un sinceramiento, el reconocimiento de una cifra que era tal -o aproximada- pero que la gestión de Cristina Elisabet Kirchner se empeñó en maquillar. Y apuntan que el número está en concordancia con las mediciones privadas.

"A partir de ahora cumplimos con decir la verdad. Podemos confiar en los índices", destacó en diálogo con Infobae el ministro de Trabajo Jorge Triaca. El funcionario señaló asimismo que la cifra abona los diagnósticos de los últimos años que apuntaban que no se creaba empleo genuino.

El ministro Triaca destacó la fiabilidad del nuevo índice (Reuters)
El ministro Triaca destacó la fiabilidad del nuevo índice (Reuters)

El Presidente y su equipo creen haber sorteado con cierto éxito lo que avizoraban como primer escollo: avanzar en los ajustes de los desequilibrios económicos sin desatender el empleo. Con el segundo semestre ya en carrera, llega la hora de subir la apuesta.

La orden de no hablar de metas es general a todos los ministerios. Hubo un aprendizaje para no tropezar con promesas que no se puedan cumplir. Ni en Trabajo ni en Hacienda se piensa en término de números. Las expectativas se manejan en el terreno de mejoras imprecisas.

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La actualidad no parece dar lugar al entusiasmo oficial. No obstante, la confianza está intacta. Alrededor de Mauricio Macri imaginan que la  conjugación de tres factores clave ayudarán a aumentar el empleo: en el frente externo, la recuperación de Brasil; en el interno, la merma de la inflación y la reactivación de la obra pública, esta última en un parate desde que el kirchnerismo empezó a masticar su salida. El combo lo cierran el eventual impacto del blanqueo de capitales y de las potenciales inversiones extranjeras.

Ironías de las lecturas políticas, dos frentes que hoy comprometen la política laboral son al mismo tiempo una suerte de bálsamo a la luz de lo ocurrido en los últimos meses. Ni la unificación de las CGT ni el paro docente pusieron el eje en los despidos, un tema que llevó a Macri a utilizar el veto por primera vez desde que se sentó en el Sillón de Rivadavia. De los primeros, el Ejecutivo se queda con la voluntad de diálogo por sobre los cuestionamientos. De los segundos, se prepara para digerir cuál será el impacto de la medida. En cualquier caso, una cuestión se adelantó como innegociable: las paritarias no se van a reabrir.

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