Carola Lagomarsino nació en Buenos Aires pero tenía un año y medio cuando su familia se mudo a Europa. Primero, a Polonia, donde su padre titiritero había ganado una beca. Luego, a Francia, donde estudió. Volvió a Argentina de mochilera y se enamoró. Y fue en la selva misionera donde volvió a encender la chispa de la escritura y la necesidad de contar historias apasionantes de aquellos inmigrantes que forjaron su futuro allí a base de esfuerzo. Flor imperial, su último libro, es una precuela de una saga aventurera que desnuda con humor y profundidad la esencia del ser humano y la incansable capacidad de luchar por sus sueños con la pasión como motor.
