Al pie de la ciudad de San Carlos de Bariloche se alza el cerro Otto. Una montaña de 1405 metros ubicada en el Parque Nacional Nahuel Huapi, en la
Patagonia. Desde ahí es posible realizar un recorrido de un kilómetro y medio de "vuelo rasante" de la mano del zipline.
La vista durante la bajada es una experiencia en si mismo: es que el cerro se ubica sobre la orilla sur del Lago Nahuel Huapi, próxima a su extremo este. Desde la cima, se aprecia una panorámica en trescientos sesenta grados, con vista al lago Nahuel Huapi, el lago Moreno, el lago Gutiérrez, el cerro Tronador, el cerro Catedral, el cerro Campanario, y las penínsulas de San Pedro y Llao Llao.
Para muchos, el zipline es lo más cercano a volar de manera segura y divertida, en pleno contacto con la naturaleza. La aventura se dispone al cruzar el vacío entre montaña y montaña, en posición horizontal, estando sujeto a un cable de acero por el cual se desliza toda la adrenalina, con una perspectiva similar al vuelo rasante de un ave. El instructor cuenta
que "el zipline consta de dos vuelos de montaña a montaña. El primero tiene 500 metros y el segundo tiene 1 km. Es decir, un total de 1,5 km de vuelo".
Los participantes poseen un equipo de protección, junto a un sistema de estribos y poleas, sujetos a una pechera. Este mecanismo se desliza por un cable de acero tendido y tenso con una leve inclinación que lleva al aventurero a desarrollar una alta velocidad, sintiendo el vértigo en todo el cuerpo. Al momento del arribo, en la plataforma de llegada, mediante un sistema de frenos de seguridad, la aceleración disminuye hasta detenerse totalmente.
La experiencia es completa. Para llegar a la base de largada del primer cable, se debe realizar una hermosa caminata de 35 minutos por el bosque, acompañados por un guía que nos muestra la singular flora y fauna de la región para ir ganando confianza. De esta manera, Bariloche, una vez más, pone a prueba la valentía y la entrega para vivir una gran aventura
entre sus paisajes de postal.