Entre las maravillas geográficas que enmarcan la ciudad de Bariloche, el Cerro Tronador es una de las elevaciones emblemáticas de la cordillera patagónica y el Parque Nahuel Huapi. Con casi 3500 metros de altura, el volcán es el más alto de la zona y marca la frontera entre Argentina y Chile.
Sus siete glaciares lo convierten en uno de los paseos preferidos del turismo mundial. Desde Pampa Linda, la base del cerro, se abre una serie de alternativas para todos los gustos.
El llamado "Ventisquero Negro", donde los hielos se tiñen de ese color a causa de los sedimentos acarreados, un glaciar en retroceso que es alimentado por las constantes avalanchas de hielo que se desmoronan desde el Glaciar Río Manso, ofrece una posibilidad ideal para caminar sobre él con ayuda de crampones.
Entre los glaciares Castaño Overo y Alerces se levanta el tradicional Refugio Otto Meiling –a unos 2100 metros– , ideal como base para las diversas actividades. Este será el punto de encuentro para los más experimentados en las actividades de montaña, ya que desde este sitio parte el camino de
ascenso hasta la cumbre. Y acá es donde empieza el recorrido más intenso: la travesía dura varias horas y conduce por vertiginosas pendientes y quebradas, recorriendo el Filo de la Motte, el Filo de la Vieja y el portezuelo.
La cumbre ocupada por los glaciares, y el estruendo de los constantes derrumbes de enormes bloques de hielo, son el marco ideal para quienes buscan un poco de adrenalina en sus expediciones. Desde el refugio parten escaladores de todo el mundo para ascender a los tres picos del Tronador: el Argentino, el Chileno y el Internacional. Se trata de un lugar privilegiado para la práctica de escalada en hielo.
Tronador es, sin dudas, el marco ideal para los aficionados al turismo extremo, un lugar privilegiado en la Patagonia que siempre esconde nuevos desafíos para los apasionados de lo extremo.