Tokio 2020 fue un duro golpe para él. Su vela se volcó en las primeras regatas de la competencia y eso marcó profundamente su participación. Su sueño de ganar una medalla olímpica se volvió lejano una vez más. Pero todo cambió en París 2024, cuando resurgió en el mar de Marsella contra todos los pronósticos para lograr una hazaña sin igual. Esta gesta deportiva, la mejor del año (sin discusión), lo protagonizó Stefano Peschiera. Y su nombre quedará grabado en la historia.
Antes de iniciar la aventura olímpica en la capital de Francia, las expectativas no eran tan altas en el país. Ningún éxito se obtuvo en los últimos 32 años, apenas algunos diplomas. Sin embargo, la principal esperanza estaba puesta en Kimberly García, quien llevaba el cartel de bicampeona mundial. Todos los flashes apuntaban a ella y con justa razón. Era nuestra mejor carta.
El nombre de Stefano apenas aparecía en el radar. Como candidato del ‘Team Perú' no figuraba. Sus dos intentos anteriores sin éxito, en Río 2016 y Tokio 2020, no le respaldaban para apuntarse como predilecto al podio de París 2024. Sin embargo, con un trabajo silencioso, y a perfil bajo, logró lo que muchos creyeron inimaginable.
Al conocerse que tenía posibilidades muy altas de conquistar una presea, un país entero comenzó a pronunciar su apellido con fuerza. Peschiera resonó en cada medio de comunicación, muchísimo más de lo que algún día sucedió. Millones de peruanos estuvieron atentos a su participación. Y el día histórico llegó.
El día histórico para Stefano Peschiera y el Perú
Antes de saborear la victoria, tuvo que conocer el sabor amargo de las derrotas. De cada una de ellas extrajo lecciones que hoy lo impulsaron a escribir una nueva historia en los Juegos Olímpicos. Tres años atrás, su vela se volteó y no pudo dar pelea por una medalla en la capital de Japón. Sin embargo, lejos de abandonar el rumbo, decidió mantenerse firme.
En París 2024, el mar le ofreció su revancha al peruano y esta vez navegó con precisión y determinación a lo largo de la competencia para poder luchar por el máximo anhelo deportivo. El resto ya es parte de la historia que quedará grabada en su legado.
Durante toda la competencia, Peschiera se mantuvo en un nivel impresionante, brillando en cada regata, pero el 7 de agosto del 2024 fue la fecha definitiva. Ese día fue tan inestable como memorable. La batalla por las medallas se tuvo que suspender por un factor climático (ausencia de viento), pero la lucha en Marsella se tenía que dar sí o sí. Ese era el día de Stefano más allá de que su arranque no había sido el esperado.
Al reanudarse la prueba, el peruano peleó por ese bronce como si su vida dependiera de ello. En medio del nerviosismo y la tensión, el velerista nacional consiguió llevar su embarcación a buen puerto, posicionándose nuevamente en el tercer lugar de la tabla general para colgarse la medalla al cuello. La proeza se concretó y el Perú rebozó de júbilo aquella jornada inolvidable.
Después de una espera de largo aliento, la sequía llegó a su fin. Stefano Peschiera logró una hazaña inesperada en los Juegos Olímpicos. Y pensar que antes de viajar a Francia, meditó retirarse. Dejar su vela de lado para dedicarse a su carrera en finanzas era una opción tentadora, pero se dio una última oportunidad. Ahora, desea seguir esta aventura.
Los resultados de su perseverancia hablaron por sí mismos. Aprendiendo de las derrotas, alcanzó la gloria. Primero en Santiago, al consagrarse con el oro en los Juegos Panamericanos 2023 por primera vez después de dos intentos fallidos, y luego en París, con su histórico bronce, reivindicándose de la mejor forma de sus participaciones en Río 2016 y Tokio 2020.
Con esa presea honró a su tatarabuelo, quien trajo una de las primeras embarcaciones de vela al Perú, y también recordó a ese niño que surcaba las aguas de Ancón, soñando con un día hacer historia. El anhelo ha sido consumado y no solo por él, sino por todos los atletas peruanos, quienes a pesar de las deficiencias del deporte nacional, siguen luchando por una proeza similar. Algunos se quedaron a solo un pasito. Él ya llegó a la meta, no sin antes navegar aguas bastantes turbias.
La dimensión de su éxito histórico
Después de 32 años de espera, la medalla que tanto se le negó al equipo peruano en los Juegos Olímpicos finalmente llegó. Ni París 2024 ni las últimas siete ediciones lograron quebrar la racha negativa, hasta que Stefano Peschiera, con una actuación destacada en la disciplina de vela, devolvió a Perú al podio, marcando un hito en la historia del deporte nacional.
Faltaba una presea de bronce, para completar todos los metales, y fue el velerista de 29 años el que lo consiguió. Nuevamente el país sumó en el medallero. Fue la quinta y no será la última. Parecía ser una maldición luego de que Juan Giha ganara esa plata en Barcelona 1992, pero esta se rompió definitivamente. Y en el futuro es seguro que habrán más deportistas en el podio olímpico.
“Es un proceso que no ha llegado de la noche a la mañana ni por suerte ni por acto de magia (...) Es un sueño hecho realidad. La medalla es simbólica. La gente me dice ‘oye, ¿y la cuidas con tu vida? Mira, se te está pelando, ¿no sientes que es el fin del mundo?’ Y respondo: ‘podría la medalla hundirse en el mar y me sentiría exactamente igual’. Que me hayan dado un pedazo de metal no quita todo lo que hay detrás. Creo que ese sentido del materialismo nos afecta y hace que distorsionemos la realidad y lo importante como agradecer los momentos, la salud, la presencia de la familia y gente que nos quiere”, dimensionó así su éxito Peschiera en una entrevista para Infobae Perú.
De todas formas, su nombre se seguirá escuchando generación tras generación. De hecho, ya está inmortalizado en el Estadio Nacional, tras recibir los Laureles Deportivos, el máximo reconocimiento que cualquier atleta nacional podría obtener. Su conquista olímpica le avala por completo. Es la mayor alegría de este año que finalizará, pero nunca olvidará.