Stefano Peschiera (Lima, 1995) es fácilmente reconocible en estos días por distintos lugares del Perú. Su consagración en los Juegos Olímpicos 2024, ubicándose en el podio en la disciplina de vela, lo elevó a otro status, aunque prefiere siempre mantenerse con la humildad que lo ha caracterizado desde su infancia. Su historia olímpica, así suene increíble, comenzó mucho antes de acudir a las competiciones. Fue cuando tenía 7 años, alrededor de la naturaleza que ama, en compañía de su abuelo y de la mano de Dios. “La medalla es simbólica, los verdaderos campeones son personas que obran de bien”, reflexionó en una extensa entrevista con Infobae Perú.
- De estar en una vela sobre el mar a una nube sobre el cielo, ¿es así, Stefano?
No necesariamente. He tenido satisfacciones desde que soy muy chico. La responsabilidad de representar al Perú desde los 9 años. Así que es algo a lo que estoy bastante acostumbrado. Trato de decirlo siempre de manera humilde, porque es un deporte no muy conocido. Creo que han sido títulos históricos e importantes para el país a lo largo de mi carrera. Sí, en su momento han pasado un poco desapercibidos, porque no han tenido el interés o valor o trascendencia que traen unos Juegos Olímpicos. Nosotros somos conscientes de lo que vamos logrando y cómo se va trabajando. Es un proceso que no ha llegado de la noche a la mañana ni por suerte ni por acto de magia he conseguido el trabajo. Esto es muchos años de aprendizaje, donde han habido decepciones importantes y logros de los que he aprendido. La medalla es el fruto de un montón de años de esfuerzo, que hicieron que ahora en París nuestras probabilidades de ganarla sean muy altas y se confirmó.
- Otorgas un valor homogéneo a cada uno de tus logros. ¿En qué momento de tu vida sucedió?
Para mí como deportista es un poco la aventura en el camino hacia cada uno de esos logros y la etapa en la que me encontraba antes y después. Me acuerdo que para cierta madurez, a los 17 años, significaba lo mismo en el esfuerzo que había dado que lo que significa hoy esa medalla olímpica, digamos. La gente ve todo lo que es lo superficial, que es lo normal, y es como una sorpresa. Entonces se dice ‘finalmente consiguió un objetivo’. Y la verdad hay tanto otro que ha pasado. De repente, hay logros que han significado hasta más que la medalla olímpica. Creo que el enfoque de darle una importancia proporcional a cada título, desde mi punto de vista, viene desde hace 3 años cuando he tratado cada entrenamiento y campeonato como si fueran los Juegos Olímpicos. Porque eso hace que cuando estás en el examen final lo trates como un evento más.
- ¿Un ejemplo de algún campeonato de los tantos ganados que tenga un valor especial?
El campeonato sudamericano de Optimist, en 2008, con 13 años en Paracas, pocos días después de que muera mi abuelo, quien me inculcó este deporte. Ganamos el campeonato sudamericano por equipos. Yo era el menor y aun así tenía mucha tenacidad y bastante inteligencia estratégica para competir. Desde esa edad me fui dando cuenta de que habían objetivos que se podían lograr y que esta conexión con el mar vino de mi abuelo, quien estaría conmigo en adelante en todas las competencias. Después hay otro evento muy importante en lo que significaba enfrentar a los navegantes de mi generación, fue en el Mundial Sub-21 del 2014. Yo tenía 20 años y estaba compitiendo contra 140 de mi generación. Ahí es donde ves con quiénes vas a llegar en 10 años en los Juegos Olímpicos y si tendrás probabilidades de ganar una medalla. En ese Mundial quedé tercero por una rotura de mi equipo deportivo, si no sucedía ganaba. De hecho, el que quedó segundo ganó medalla de bronce en Tokio 2020, se me adelantó un poco [sonríe]. Y el italiano que ganó, quedó ahora noveno en París 2024. Entonces, esta misma generación está tomando el top-10 mundial. El último torneo importante fueron los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, fue una espina grande que me saqué por lo sucedido en Lima 2019.
- ¿Cuánto ha cambiado tu vida desde la obtención de la medalla olímpica?
Mi vida no ha cambiado tanto. De hecho, están pasando cosas que veía venir. No necesariamente me veía con una medalla, pero era algo que soñaba y por lo que había trabajado. Pero ya tenía algunos cambios planificados como mudarme solo, que ha pasado recientemente y justo estamos acá en mi departamento. Después mudarme a Perú, yo vivía en una maleta. Con respecto a los eventos, a la atención con la prensa o actividades, eso ha cambiado. Previo a los Juegos fui muy callado, a propósito, así lo quise yo. Creo que la paz que sentí a la hora de competir fue porque me mantuve en parte isolado de los medios. Aprendí mi lección de Lima 2019, donde en la antesala estuve muy expuesto a los medios, me hacían prometer y daban por hecho una medalla. La verdad, eso como deportista no solo hace que te auto presiones, sino también en el tema del desenfoque, porque no estás ordenado con las ideas de las variables a controlar, eso te confunde. Así que para París 2024 decidimos como equipo hermetizarnos. Hoy día voy a muchos eventos y a entrevistas. Creo que lo que más ha cambiado es el reconocimiento y agradecimiento diario, eso me llena de orgullo y me llena de mucha emoción. Esto me motiva a ser un mejor referente, un buen ejemplo para la sociedad que, de repente como muchos me lo comunican, faltan que puedan comunicar esos valores, el tema de la familia y corroborar que el Estado sí nos está apoyando, algo que la gente por algún motivo quiere generar morbo. La verdad, hay un esfuerzo de por medio que hay que reconocer, porque si no reconoces el esfuerzo de alguien, la persona siente indiferencia por hacerlo. Y lo último que ha cambiado es que estoy aplicando a una maestría, así que he pasado a tener horarios de estudio y asesorías.
- Durante toda tu participación en París 2024 no empleaste tus redes sociales. ¿Consideras que despojarte puntualmente de la tecnología fue un acierto en tu proceso al podio olímpico?
Sí, fue clave. Es un aprendizaje. Tengo 29 años. Si bien no soy demasiado longevo, he vivido en la época donde no teníamos redes sociales y lo único que tenías era un teléfono para llamar. Hasta los 16 años no tuve uno. Entonces, te dedicabas a vivir el presente y le prestabas mayor atención a la naturaleza. Considero que hemos perdido eso como humanidad y eso es clave. Las nuevas generaciones no saben lo que era antiguamente poder salir por horas y no tener que decirle a nadie a dónde ibas, solo con Dios. Así vivías el presente y el tiempo pasaba lento, era increíble. Pensar en eso hasta me emociona, porque lo que daría uno para volver a esas épocas y no solo por la juventud, sino por la desconexión y conexión con uno mismo. Y eso es algo que mantengo, porque cuando navego paso 6 horas en el mar. El celular se queda en casa. Son horas de horas donde no tengo más responsabilidades que hacer mi trabajo lo mejor posible, eso es especial. Yo sufro bastante cuando entro en vacaciones, porque tengo más tiempo en el celular y te das cuenta que entras en un círculo vicioso de muchas horas en las redes, lo cual genera mucho cortisol, te inflama y no te deja pensar bien. Todo eso está científicamente comprobado. Es una adicción y todos los tenemos. Dejé a mis Community Manager encargadas. Ellas querían comunicar mucho más, pero les decía que lo único a publicar era un mensaje a mis auspiciadores por todo el apoyo. Después me olvidé de todo lo que conllevan las redes. Me ha tomado mucha madurez entender de que tienes que tener paciencia y priorizar tus objetivos que no son que el mundo te vea a través de las redes; así de simple y crudo. Apenas gané la medalla, ni siquiera abrí el celular. Decidí disfrutar con mi equipo deportivo y mi familia. Recién al día siguiente, después de una fiesta, que abrí las redes sociales y fue … ¡pfff, olvídate! Soy muy personal en ese tema, me gusta comunicarme individualmente con cada persona, no soy de los que hace una publicación agradeciendo los saludos. Me di el tiempo para hacerle saber a cada persona lo importante que ha sido, ya sea un seguidor desconocido o un amigo.
- A lo largo de todo este tiempo, luego del éxito olímpico, habrás intercambiado mensajes con todo tipo de personas y personalidades. ¿Cuál fue el mensaje más especial que recibiste?
No te podría decir, porque la gente más cercana estuvo a mi lado. Sus mensajes eran presenciales. Hasta el mismo Pancho Boza, quien es mi tío, estuvo ahí, él era lo más cerca que tenía a una medalla olímpica antes de conseguirla [ríe]. Siempre su información ha sido tomada con brazos abiertos, me ayudó a tener seguridad. De hecho, él para Santiago 2023 me dijo “ya estás preparado, sal y hazlo” y lo hice. Igual para París 2024 me dijo “tienes la madurez, las horas de decepciones y aprendizajes necesarias, ya te toca”. Me dio la bendición. Después llegó un mensaje de la presidenta de la nación muy importante. Creo que tocaba comunicar ese mensaje y lo dijo de una manera más correcta y directa posible, lo agradezco mucho.
- ¿Podemos partir de la idea de que el apoyo psicológico ha sido determinante no solo en el proceso al podio olímpico, sino en la construcción del deportista que eres hoy en día?
Creo que tanto la ayuda psicológica deportiva como tener un buen entrenador alineado a tus valores han sido claves en poder conseguir este podio, porque de ahí vienen los pilares: los que te forman como persona y los que dictan cómo trabajas para tus objetivos.
- Medalla de bronce en Juegos Olímpicos. ¿Qué pasa por tu cabeza cuando escuchas esas seis palabras juntas?
Es un sueño hecho realidad. La medalla es simbólica. La gente me dice “oye, ¿y la cuidas con tu vida? Mira, se te está pelando, ¿no sientes que es el fin del mundo?” Y respondo: “podría la medalla hundirse en el mar y me sentiría exactamente igual”. Que me hayan dado un pedazo de metal no quita todo lo que hay detrás. Creo que ese sentido del materialismo nos afecta y hace que distorsionemos la realidad y lo importante como agradecer los momentos, la salud, la presencia de la familia y gente que nos quiere. Hay que valorar eso.
- Inicialmente tu meta era estar entre los diez mejores del mundo y lograr un diploma olímpico. Y superaste esos propósitos con creces. ¿En qué momento de los Juegos de París tomaste conciencia de que podías llegar tan lejos hasta instalarte en el podio?
Creo que a los 7 años [sonríe]. A esa edad, Stefano Peschiera se dio cuenta que podía ganar una medalla olímpica por la pasión que encontró en este deporte, porque es una persona muy deportista al igual que alegre, con buenas intenciones y buenas energías. Los verdaderos campeones son gente que obran de bien y de la mano de Dios cumplen con sus objetivos, ayudan, agradecen, son humildes y no paran de aprender. Recientemente lo confirmó en el último campeonato del circuito mundial, en Palma de Mallorca, quedando en cuarto lugar entre 170 competidores. Ahí me dije a mí mismo, al igual que a mi papá y entrenador, que podía ganar una medalla.
- Tu participación en los Juegos contó tanto con heroicidad como fortuna, dado que se cancelaron las dos regatas finales de la Primera Etapa y el inicio de la Medal Race Olímpica, lo que le permitió una reanudación más fuerte. ¿Coincides con ello?
Sí. Bueno, pasa en la vela muy seguido. Si es que el viento gira más de una cantidad de grados, que ya es injusto para ciertos competidores, por regla se tienen que anular las pruebas. Creo que en promedio pasa una vez por campeonato. He estado en ambas partes. Venía ganando la prueba y me la anulan. Casi siempre el ser humano tiende a pensar que son muchas veces las que venias ganando y te anularon que las que venías atrás y anularon. Entonces, decidí con mi entrenador contar las veces que nos anulaban pruebas y era 50%-50%. Durante las clasificatorias hubo una en la que partí primero, crucé a todo el mundo, y de pronto el viento giró demasiado hacia un lado y se anuló. Yo estaba en el puesto 20°. Rehicieron la prueba y quedé 4to. Esa fue la última prueba que contó, la octava. Al final me benefició, así funciona el deporte. Nosotros estamos entrenados para asumir que se anularán ciertas pruebas y reinventarnos. En la final hubo una llamada general para volver a dar la partida. Eso pasó primero. Después se partió y cuando estábamos en el 70% de la regata se anuló, porque otra de las reglas es que si el viento desciende por 4 nudos, dicho sea de paso es bastante poco, se anula automáticamente. Yo estaba intentando recuperarme para pegarme al inglés que venía delante mío, él no podía meterme 3 botes en el medio, porque sí me pasaba. Tenía que acercarme lo más posible y al mismo tiempo estaba gritando para que anulen la prueba y así fue. Mucha gente dijo que fue obra de Dios. Bueno, todo es obra de Dios para mí como haber entrado a la final, como haberme levantado esa mañana sin dolores y estar con el enfoque. En esos momentos me sentía un poco preocupado, porque no me sentía muy rápido en el barco. Es difícil que a este nivel no te des cuenta el porqué. Probamos absolutamente todo. Al final priorizamos un objetivo: parar al inglés. Así quedé noveno y él décimo, pero por los puntos acumulados ya tenía un colchón y aseguré la medalla de bronce.
- También a tu llegada hablaste de algo tan interesante como curioso: las ‘Dioscidencias’. Cuéntanos cómo nacieron esos eventos en tu vida.
Las Dioscidencias están desde que naces [sonríe]. Pero hay cosas que, a veces, la gente no se puede explicar y dice que son coincidencias. Entonces, es bonito darle ese punto de vista de que son Dioscidencias, porque él controla todo y sabe por qué hace las cosas. De todas maneras, hay cosas que se fueron dando durante los Juegos. Qué manera más bonita de que rime y tenga sentido. De hecho, mi papá aterrizó en Madrid, una semana antes, para ir a verme y con muchos dolores. Terminó en la clínica siendo operado de emergencia a la vesícula. Mi familia no me lo dijo. Mi mamá dice que lo llame, porque a veces le pregunto cosas, él me ayuda a tomar decisiones. Quería preguntarle cuántos días debía usar la vela que me habían dado previo a la competencia. No me contestaba. Mi mamá me contó que mientras lo llamaba, él recién estaba despertando de la anestesia, no quería que me enterara de nada. Me acuerdo que, después de un rato, me contestó y me dijo “sí la usaría”. Todas esas cosas son Dioscidencias.
- ¿Desde siempre fuiste un hombre de fe, cierto?
Sí. Vengo de una familia católica y creyente. Ahora pertenezco a un grupo Marianista que no solo inculca valores y ética a los jóvenes, sino también hacen retiros para ayudar a gente que no pasa por buenos momentos. Yo he ido y es muy lindo. De repente es reconfortante, tranquiliza el alma. Sí, hubo momentos en donde me alejé un poco de la religión. Yo siempre he rezado todas las noches y si me olvido rezo en la mañana. Al final ese es mi pilar, mi norte y eso hace que respete mis valores sin abandonar mi identidad y así no esté confundido. Recuerdo que estuve en un bajón post-Juegos y uno termina muy alejado de todo y no quieres comunicarte con nadie. Tenía intranquilidad, fui a la iglesia y pedí ayuda. Desde ahí acudí más seguido y entré a este grupo llamado SICAR. Después, empecé a ir más seguido al Señor de los Milagros, me volví más creyente, de verdad y de fe. Pedí que me dé fuerzas para los Juegos Panamericanos de Santiago. Me acuerdo que entrenaba en unas cabañas bastante precarias en Chile, pero lo más bonito es que había una Virgen del Carmen bien linda en su gruta. Le rezaba por 20 días seguidos. De ahí volví a Lima, fui al Señor de los Milagros, regresé a Chile muy tranquilo y gané la medalla de oro antes de la final. Ahí dije ese es el camino. Dios premia a las personas comprometidas. No es ser religioso para que se cumplan tus objetivos, es tener la fe siguiendo los valores y así el resto se va dando solo. ¿Si no se da? Es por algo.
- Por eso también se percató tu presencia en la procesión del Señor de los Milagros. ¿Se puede saber qué mensaje dejaste?
Agradecimiento y más que nada pedí por el mundo, por la sociedad, por la confusión en la que vivimos a nivel país. También pedí por la inseguridad. Es importante que nos solidaricemos con la gente que ha sufrido pérdidas y que hagamos algo al respecto dejando nuestros intereses personales porque es un derecho que tenemos hacia la seguridad. Es importante aprender a vivir en comunidad respetando los conceptos de la ética. En el mundo de la educación estamos perdiendo nuestro tiempo enseñando cosas como la ideología de género cuando deberíamos estar enseñándoles sobre finanzas personales, la historia del Perú y cívica.
- ¿Fue fácil asumirte como una celebridad de un momento a otro en todo el Perú?
Sí, ha sido bastante fácil porque ha sido algo positivo. Está muy claro el esfuerzo que ha habido detrás, está muy claro el mensaje que doy como deportista. La gente me quiere mucho y yo los quiero mucho a ellos. Comparto con quien puedo y me contaban lo que hacían mientras veían la final o como no entendían nada, pero igual estaban felices cuando crucé la meta.
- A pesar del constante asedio, jamás te negaste a un saludo, a una selfie o un autógrafo.
En verdad me encantaría que la gente que admiro se quieran tomar una foto conmigo. En ese caso sería difícil negarle ese gusto a cualquier seguidor. Me halaga que la gente quiera tomarse fotos conmigo, no por figurar sino es más que nada que puedan tener una foto con alguien que le dio bonitos recuerdos en su vida, eso es importante para mí.
- También surgieron otros mensajes, divisorios y mezquinos que quisieron minimizar tu logro, Stefano...
Creo que hay tantas personas en el mundo que sufre de distintas maneras, ya sea en temas de salud física o mental. Hay que gente que también no se encuentra o no está tranquila consigo misma. Y eso hace que sienta cierto tipo de vacío. No estoy seguro qué tipo gente será, pero estos tipos de cosas generan envidia. Después hay muchas ideologías que generan división y se debería buscar unir para salir adelante como país. Considero que no existen fundamentos detrás de lo que puede decir la gente. ¿Quién se conoce más que uno mismo sino uno mismo? Sé quién soy, lo he demostrado ganando una medalla olímpica. Lo tomo de quien viene. A veces me da un poco de pena, pero al mismo tiempo reconozco que lo conseguí enfocándome en mí y en la gente que me rodea. Quiero seguir generando impacto positivo, aclarar dudas y demostrar que divididos no vamos a llegar a ninguna parte.
- No bien llegaste a Lima, recibiste el amor de todos tus compatriotas al igual que los Laureles Deportivos, pero lo más importante fue que promoviste la idea de la construcción de un Centro de Alto Rendimiento en Paracas.
La idea nació solo viendo al costado: Chile, Uruguay, Argentina y hasta Ecuador tienen un Centro de Alto Rendimiento de Vela. Entonces, lo que hace que seamos potencia es la costa y la condiciones al igual que el talento que tenemos acompañado de los clubes. Pero mucha otra gente no tiene oportunidad y las potencias mundiales han visto que la vela es un deporte olímpico. Así que solo han sumado 2+2 y establecieron que si mientras más talentos nacionales captemos, más probabilidades tenemos de encontrar a potenciales ganadores de medallas. Y en el Perú no se piensa de esa manera. Yo traigo el conocimiento que viene de afuera. Nos hemos dado cuenta de que perdimos la oportunidad de tener un Centro de Alto Rendimiento y promover la vela para que sea una base de inicio que le brinde a cualquier peruano practicar este deporte. La primera oportunidad perdida fue en Lima 2019, donde en Paracas se hizo una sede satélite temporal. La Federación no pidió un centro permanente y vimos que con tabla sí lo hicieron, en Punta Rocas. Ahí hicimos una comisión para desarrollar el CAR. Ahora que vamos a organizar los Juegos Panamericanos 2027 es el momento perfecto para contar con uno que nos permita trabajar. No será un centro de vacaciones, vamos a diseñar cuartos donde la gente pueda alojarse, dormir bien, alimentarse bien, contar con instrumentos de preparación física e instalaciones para guardar las embarcaciones. Eso es lo único que se necesita para que gente de todo el Perú venga a hospedarse y entrenar. Yo me presto a dar campamentos de entrenamiento y capacitaciones a chicos de todo nivel hacia el futuro. Sería la herramienta perfecta para desarrollar el deporte y hacerlo totalmente inclusivo alrededor del país. Después de la medalla obtenida creo que sería un pecado no brindar esas oportunidades.
- ¿Confías en la palabra de la presidenta Dina Boluarte para llevar a cabo este proyecto?
Sí. De hecho, me dio la mano, me lo confirmó en su momento después de la entrega de los Laureles Deportivos. Alineó al Ministro de Educación, al presidente del IPD, se contactó con la Superintendencia de Bienes Nacionales para ver el terreno. Ahora, justo la SBN va a entregar el primer terreno, que es de almacenamiento y se está viendo la entrega del segundo, que es donde se llevaron a cabo los Juegos Panamericanos 2019 con acceso al mar y con cualidades perfectas. Está encaminado. Ha habido visitas de congresistas. La idea es que todos unamos fuerzas. Tenemos una problemática: por donde se salía a navegar en Lima 2019 han instalado unos juegos inflables bastante luminosos de manera ilegal, porque no tienen el permiso para operar. Estamos hablando con la capitanía del puerto y pido ayuda con ese tema y a las autoridades para que puedan hacer algo al respecto para que podamos contar con ese área marítima para salir a entrenar.
- “En mi vida he tenido muchas más derrotas que triunfos y estas me han hecho la persona y el deportista que soy hoy en día”. Frase tuya de años atrás. ¿Ese es el mantra que te ha llevado a lo más alto?
Sí, totalmente. Ahí mencioné derrotas para que entiendan lo que es, pero yo les llamo aprendizajes. Ese es el mantra, aprender de las derrotas hace que podamos ser eficientes. Existe ese término que se llama el esfuerzo correcto, que lo menciona un señor llamado George Mumford en su libro Mindful Athlete (El Atleta Consciente). Él era el psicólogo de los Chicago Bulls de Michael Jordan. Menciona el esfuerzo correcto que es alinear todo lo necesario y quitar lo no necesario para conseguir tu objetivo de la manera más rápida y eficiente posible, así como eliminar distracciones, malas energías y el pensamiento basura. Sé que es bien fácil decirlo que hacerlo, a mí me tomó 12 años. Pero es importante que sepamos que en la vida tendrás derrotas, es inevitable. Hay mucha gente que dice “por qué la vida es así” y esa victimización es la que te lleva a sentir pena por ti mismo y a buscar excusas, que hacen que no puedas afrontar el problema con responsabilidad. Al final, como lo he dicho en alguna charla, yo no he conseguido esta medalla a pesar de ser peruano y las adversidades, la he conseguido porque soy peruano, porque vengo de un país rico que me ha forjado para salir ese 7 de agosto en París a ganar una medalla olímpica. Ese es el mantra.
- ¿Estás en tu mejor momento, Stefano?
Sí, siempre estoy en mi mejor momento [ríe]. Es importante vivir el presente. Si bien siempre hay momentos de estrés en nuestro día a día, hay que ver este momento como el perfecto. Una persona caracterizada por su resiliencia y perseverancia no da opción a sentirse realizado, siempre buscas nuevos objetivos. Y en eso estoy hoy en día.
- ¿Qué piensas cuando escuchas que eres un ejemplo para la juventud?
Considero que es real, no es una falta de humildad. ¿Por qué? Porque, como mencionaba, nuestro país está un poco confundido y los niños no tienen esos referentes como en mi época; no necesariamente en el deporte, puede ser en cualquier rubro. Es importante comunicar los mensajes, valores a seguir y corroborarle a los padres que están yendo por el buen camino cuando a veces le están exigiendo a sus hijos. Sí, como niño uno tiene derechos, pero también obligaciones y uno debe ser agradecido por tener padres que se preocupen.
- ¿Qué es lo que viene para Stefano Peschiera?
Hay muchas cosas en el plato. Lo he dicho extraoficialmente, quiero ir a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y a Lima 2027. Creo que sería una pérdida importante, para mí, el no poder salir y seguir trayendo títulos al país y no dándome satisfacciones. También tenía otros objetivos en mente. Me iba a retirar después de Tokio 2020, pero no me fui a gusto de esos Juegos y decidí hacer una más, porque sabía que tenía el potencial, ahora se confirmó de manera literal eso. Uno madura y se va dando cuenta de cosas. Uno de mis objetivos siempre fue emprender o entrar al mundo corporativo incluso con un jefe, eso busco hoy en día. La idea es tratar de hacer una maestría y ver si la puedo meter como un Tetris dentro de estos 4 años de cara a Los Ángeles. Quiero hacer ambas cosas. No voy a ir a los siguientes Juegos a pasear, voy a ser muy honesto con mi preparación y ver si es que es algo viable.
- Muchas gracias por la apertura, Stefano. Que sigan los éxitos y disfruta la gloria.
Gracias a ustedes Infobae por el interés y la paciencia.