Ramón Quiroga asume una nueva vida desde sus cuarteles de invierno en compañía de sus seres queridos y su inseparable mascota. Atrás quedaron aquellos años en los que protegió, con honor, la portería de la selección peruana y pasaba tiempo en las zonas técnicas. Ahora es un adulto mayor que disfruta el día a día, pero siempre pensando en el futuro.
Y en ese porvenir es inevitable que su mente sea asaltada por la idea del final de su largo camino, aunque ese tema lo ve demasiado cerca pese a sus 74 años de edad. “Yo le digo a Dios que me lleve”, respondió enfáticamente en una extensa conversación en el programa Oscar Torres En La Red.
“¿Por qué? Porque he visto un programa en la televisión, que se llama Cantando por un sueño, y a los viejitos les ponen saco largo, yo no quiero eso. Yo tengo 20 o más ternos, pero me parece que los hijos le ponen lo que quieren a los viejitos. Yo veo eso. Por eso le pido a Dios que me lleve”, reflexionó.
Para ilustrar su pensamiento, Quiroga recurrió a una anécdota con un entrañable compañero suyo en sus principios como futbolista en Perú. “Tenemos que ser fuertes. Yo tenía un central que se llamaba Fernando Mellán y me decía, ‘Loco’, hueco venimos y hueco nos vamos’. Es la verdad”, zanjó.
El Loco del Perú
Ramón Quiroga nació en Argentina, pero hace más de una década vive en el Perú, país en el que realizó casi toda su carrera deportiva destacando su paso por la selección peruana, a la que defendió en 3 procesos clasificatorios CONMEBOL y sobre todo en 2 Copas del Mundo: Argentina 1978 y España 1982.
Conocido, por aquel entonces como el Loco, Quiroga llegó en 1972 a Sporting Cristal procedente de Rosario Central para ocupar el puesto de Luis Rubiños, quien debió reportarse con la Blanquirroja para afrontar la 1era gira de los 3 continentes bajo la dirección técnica del húngaro Lajos Baroti.
Permaneció 4 temporadas en La Florida ganando su primer título nacional en el mismo año que llegó al Perú. Su buen hacer le abrió las puertas en su natal Argentina para firmar por Independiente de Avellaneda y aunque permaneció solo una temporada, en la que alternó en 23 duelos, pudo ganar la Copa Interamericana 1976.
Al año siguiente, exactamente en 1977, pegó la vuelta a Sporting Cristal y meses más tarde su nombre sonó con fuerza en la Federación Peruana de Fútbol para custodiar el arco de la Bicolor en las Eliminatorias 1978, tras haber obtenido con éxito su documento de naturalización.
En principio, el imaginario colectivo daba por hecho que el ‘1′ sería Humberto Horacio Ballesteros, quien ya contaba con su documentación peruana después de su impase con el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. No obstante, el entrenador Marcos Calderón tenía una debilidad por Ramón Quiroga, a quien había dirigido en Cristal en un periodo exitoso.
Aun así, dentro de la planificación era el 3er portero por detrás de Ballesteros y Gonzales Ganoza. Pese a ello, el 9 de febrero, en el viejo estadio Nacional, fue la fecha especial de Ramón, dado que se estrenó en un amistoso internacional con victoria 3-2 sobre Hungría, aunque su debut se dio reemplazando a un accidentado Caico -quien había perdido dos piezas dentales en un choque de juego-.
A partir de entonces, inició la historia de Ramón Quiroga con la selección peruana totalizando 40 partidos, 9 de ellos en 2 Mundiales. En ambas citas planetarias trascendió por distintos sucesos: desde atajarle un penal a Don Masson, en el debut contra Escocia en 1978, hasta ser el villano de la humillante goleada 0-6 a manos de Argentina solo por ser el arquero.
“Como siempre tuve los huevos bien puestos y jugué. Fui a jugar para Perú y jugué. Fui a jugar aquel Mundial por Perú y tenía que defender el arco de Perú”, recordó el Loco, en una entrevista con el diario La Nación, en 1998, a propósito de su cuestionada exhibición en la ciudad de Rosario. Su última partido con la indumentaria Blanquirroja fue en 1985.