A lo largo de las Eliminatorias Sudamericanas 2026 se ha podido apreciar una problemática realmente notoria: la escasez de goleadores nativos hechos y surgidos en la Liga 1. La única excepción a la regla es Alex Valera, quien por segunda temporada consecutiva se ha consolidado como el ‘killer’ nacional con Universitario de Deportes, lo que le ha valido para llegar a la selección peruana y ser uno de los inamovibles en los planteamientos del estratega Jorge Fossati.
Por lo demás, al día de hoy, no se visualiza a otro ‘9′ que se le asome. En parte por la mínima promoción de atacantes nacionales entre los equipos que participan en el campeonato peruano. Dos ejemplos explícitos son Alianza Lima y Sporting Cristal, los cuales emplean a artilleros foráneos como Hernán Barcos y Martín Cauteruccio, los cuales responden notablemente a las circunstancias y no presentan oponentes peruanos que les hagan pensar en un peligro por el puesto.
Si echamos una vista rápida en la presencia de atacantes locales con olfato goleador nos topamos con la dura realidad de que ninguno ha llegado a las 2 cifras a falta de un mes para la conclusión de la Liga 1 2024. Los únicos que están a un paso de llegar a las 10 dianas son Janio Pósito (Asociación Deportiva Tarma) y Luis Ramos (Cusco FC). De hecho, en medio de la crisis galopante en la Bicolor por la búsqueda de un goleador al que aferrarse, se ha recurrido a la convocatoria ‘in extremis’ del último en mención.
Lo preocupante, también, es que nadie dentro de las instituciones hace nada para darle un vuelco a este asunto que repercute a nivel selección y recién despierta la indignación cuando se afronta el circuito mundialista. La solución, como suele mencionarse, está en echar mano de las canteras, promover a los jóvenes, brindarle oportunidades de alternancia y confiar en su crecimiento. Pero si se mantiene al margen este nicho o se condena a los delanteros emergentes a la suplencia, entonces poco o nada se podrá conseguir para salir del bache.
Luis Ramos, llamado de emergencia
Entrando a la madrugada del 3 de octubre, un nombre se hizo Trending Topic en las redes sociales debido a la inminente desconvocatoria de Gianluca Lapadula por una lesión abdominal. Se trataba de Luis Ramos, el único goleador peruano de buen presente en el curso 2024.
Al técnico Fossati no le quedó más remedio que citar al futbolista de 24 años que resulta ser una mera apuesta para los cruces decisivos contra Uruguay y Brasil. Un punto para el ‘Flaco’, cuya preferencia por algún emergente pesó más que la veteranía del ya conocido y desgastado Paolo Guerrero.
Aun así, la delantera de la selección peruana se queda corta. Porque los únicos delanteros cosechados en la difusa Liga 1 son los que, en teoría, enarbolarán la bandera en dos aventuras más que titánicas frente a la ausencia de los legionarios Lapadula, Ruidíaz y Ormeño. Tal vez la realidad hubiese sido distinta si, de verdad, se asumía con responsabilidad la formación / consolidación de goleadores tras la gesta de Rusia 2018.