De Gianluca Lapadula a Oliver Sonne pasando por Franco Zanelatto. Ellos representan una cierta estirpe de peruanidad que refrendarán vistiendo la camiseta de la selección nacional en la Copa América 2024, donde enfrentarán a rivales de amplio nivel como Argentina, la vigente campeona del mundo, Chile, al mando del entrañable Ricardo Gareca, y Canadá, que supone un auténtico misterio.
La presencia de este pequeño contingente legionario representa cierto extra para Perú, dado que provienen de otras latitudes pero con una conexión especial por el suelo que han comenzado a representar y al que quieren defender con la vida misma en la edición 2024 de la Copa América.
La irrupción de Oliver Sonne, sin lugar a dudas, ha sido lo más llamativo a lo largo de los recientes meses. Quizá más por su enamoramiento inesperado desde su natal Dinamarca que por su fútbol, que aún así es notable en la 3F Superliga. Perú tiene en el ‘Vikingo’ a un deportista entregado que lo dejará todo cada vez que sea requerido en un partido tanto de carácter amistoso como oficial.
Una vez incluido por Fossati en la nómina de 26 definitiva para la cita continental, el danés de sangre y corazón peruano celebró su logro más personal e íntimo: “Muchas gracias por su apoyo. Significa todo para mí”. No contento con su llamamiento, ahora dará todo de sí mismo para hacerse de un sitial en el plantel principal o a lo mucho entrar como rotación en la fase de grupos. Esa será su consigna.
Gianluca Lapadula, el origen de todo
Con la presencia de Lapadula se dio un antes y después en la integración de futbolistas con ascendencia peruana. Él representa el caso más ilustrativo, dado que acercó posturas con la ‘bicolor’ una vez enterado que Italia no lo tendría más en su planes tras una aparición fugaz en un amistoso internacional contra San Mariano (8-0) al que le infligió un triplete que sólo quedó para la estadística.
Tatuaje de los Pieles Rojas de Paramonga, tobilleras con identificación peruana, cumbia en los parlantes a la hora de distenderse, y un español fluido fueron los factores que, finalmente, le permitieron a Gianluca ser abrazado como uno más de los nuestros en una etapa deslucida con respecto a presencia goleadora.
Una vez instalado como ‘9′, sucedió a Paolo Guerrero como líder ofensivo y el escenario que lo lanzó al estrellato con la selección peruana fue la Copa América 2021, donde celebró cuatro anotaciones que le valieron para meterse al hincha al bolsillo hasta la actualidad. El italiano más peruano, desde luego, es Lapadula, cuya misión principal es llegar a una Copa del Mundo con la ‘bicolor’ en el pecho.
Zanelatto, peruano por adopción
Franco no cuenta con ninguna vinculación peruana más que la conocida por suelo. Su padre es uruguayo y su madre es paraguaya. De tal manera que sus conexiones con el Perú no provienen por vía sanguínea. Pero lo que lo une con este país es su amplio tiempo de residencia.
Se asentó en la capital nada más a los 7 años, cuando aún era un niño que aspiraba a ser un deportista de élite. Su papá era entrenador del equipo de baloncesto, mientras él cursaba estudios en Perú. Durante ese tiempo se familiarizó con esta tierra al punto de adoptar sus modismos, costumbres y aprenderse -como todos nosotros- el himno nacional que hoy defiende con la ‘bicolor’.
Porque después de un tiempo en laconismo, se decantó por representar a la selección peruana a manera de agradecimiento por todo lo que hizo este territorio por él y su familia. Desde luego que su caso no es idéntico al de Sonne y Lapadula, pero por cuestión de amor y sacrificio se ganó su lugar para participar en la Copa América 2024.