Este domingo 12 de mayo se celebra en Perú el Día de la Madre, una fecha muy emotiva en la que se conmemora a estos maravillosos seres por todo el amor y dedicación que nos brindan. En muchas ocasiones, el deporte puede convertirse en un vínculo que fortalece la relación de madres con sus hijos, transmitiendo la pasión por una o varias disciplinas de generación en generación. Uno de los casos más emblemáticos de este tipo es el de la atleta peruana Wilma Arizapana, destacada maratonista que trajo varias medallas a nuestro país y que trasladó su afición por las carreras a su hija Sofía Mamani Arizapana, quien viene siguiendo, con mucho éxito, su legado.
Wilma Yanet Arizapana Yucra nació en el distrito de Chupa, Puno, el 1 de octubre de 1982. Comenzó a interesarse por el atletismo a los 10 años y poco a poco se fue haciendo un nombre. Participó de grandes competiciones como los Juegos Olímpicos Londres 2012, y los Juegos Panamericanos Río de Janeiro 2007 y Gualajara 2011. Además, ganó la medalla de oro en Maratón Internacional de Asunción, entre otros logros destacados.
En el año 2002, cuando su carrera estaba apenas en ascenso, tuvo a su primera hija, Sofía Mamani Arizapana, fruto de su relación con el también atleta Miguel Mamani. Ella desde muy chica despertó la pasión por el deporte, acompañando a su madre diferentes competiciones por todo el Perú:
“El hecho de ver competir a mi mamá me llenaba de emoción, de esa adrenalina. Había oportunidades en las que viajábamos a Huancayo, Arequipa, acompañándola. También iba a sus entrenamientos con mi papá, que era su entrenador y ahora es el mío”, declaró a El Comercio.
La ilusión de ver su madre en unos Juegos Olímpicos
Sofía siempre sintió orgullo de su madre, a pesar de que no podía viajar con ella y se quedaba en su casa con su tía, pasando por momentos difíciles, por lo mucho que la extrañaba. Sus logros siempre eran motivo para inflar el pecho. Uno de sus momentos más especiales fue verla en Londres 2012:
“Al principio, lloraba mucho. ‘Mamá, no te vayas. No me gusta estar solita’, le decía. Luego pude entender que todo ese esfuerzo era necesario para traer dinero a casa. No me quejo. Siempre me sentí muy orgullosa de mi mamá. En el colegio, podía decirles a todos que era deportista, que representaba al país, que era una campeona. Cuando viajó a Londres, no había hora que no le preguntara a mi papá: ‘¿a qué hora va a correr mamá?’. Solo sabía que Londres quedaba muy lejos de Puno y que después de mucho esfuerzo mi mamá había logrado clasificar por primera vez para correr una maratón olímpica. Su sueño era el sueño de la familia entera”, relató a la revista Sudor
“‘¿Ya falta poco, papá?’. ‘A las 4 de la mañana será la partida, hija. Será de madrugada por el cambio de horario’, me decía para calmarme, pero no podía con mis nervios. Recuerdo que desde las tres de la mañana ya estaba despierta. Recién como a las 5 de la mañana pudimos ver a mi mamá correr sobre el asfalto mojado de Londres y cruzar la meta con su nombre y la bandera de Perú en el pecho. Gritamos eufóricos. Gritamos nuestro orgullo contenido”, continuó.
“Si quieres competir, te debes preparar”
Wilma sabe que competir en una maratón no es tarea fácil y no basta con ver una competencia, animarse y apuntarse para correr. Es necesaria mucha preparación previa y así se lo dejó en claro a su hija cuando esta se disponía a participar de una carrera a nivel regional:
“Mis papás se fueron de viaje a una competencia y me dejaron con mi tía cerca de un mes. En ese tiempo hubo juegos escolares y participé y llegué primera en 600; en la siguiente etapa ya fue distrital y también llegué primera; y para la etapa regional, ya llegaron mis papás y me dijeron que no, que cómo iba ir si no había entrenado. Prefirieron no mandarme. Me dijeron que tenía que prepararme si quería competir. Entonces, decidí dedicarme a eso, entrenar y prepararme bien. Al siguiente año quedé tercera en los 600 de los juegos escolares, lo que me impulsó para seguir trabajando”, contó Sofía a Perú 21.
El papel de Wilma en la carrera de Sofía
Actualmente, el papel de Wilma Arizapana y Miguel Mamani en la carrera de Sofía no es solo de apoyo como padres, sino que también se desempeñan como sus entrenadores, transmitiéndole toda sus experiencia de muchos años de competencia, para que pueda emularnos. Uno de los mayores logros en su incipiente carrera fue la medalla de oro en los Juegos Panamericanos Junior de Cali el 2021, en los que su madre tuvo un papel fundamental:
“No tenía pensado obtener una medalla. Pero mi mamá me dijo: ‘Tú puedes hacer algo. Se va a correr en altura. Vamos a Arequipa para que te prepares’. Y eso hicimos: dejamos Puno y nos preparamos en Arequipa durante dos semanas. Por temor a contagiarme de covid tuve que hacer el entrenamiento solo con mi familia. Todos colaboraron. Desde mi papá como entrenador, hasta mis hermanitos que hicieron las veces de pacers”, rememoró.
Sofía Mamani se siente privilegiada de entrenar junto a su madre y demás seres queridos y expresó su sueño de clasificar a unos Juegos Olímpicos: “Entrenar al lado de mi madre es mucho… Para mí, correr es un gusto, es mi pasión, es todo. En las noches sueño con mi medalla en el pecho. Quiero ser medallista olímpica. Creo que no se puede separar la relación familia-deporte. El trabajo de un deportista continúa después del entrenamiento, y creo que es la parte más difícil. Pero a la vez soy bastante afortunada de tener a mis papás como mis entrenadores”.
Cabe indicar que, Sofía no consiguió clasificar a Paris 2024, debido a que viene recuperando su ritmo de competición, luego de una grave lesión sufrida a mediados del 2023 que frenó temporalmente su progreso. Además, el legado de Wilma Arizipana no termina con su primogénita, sino que su segunda hija, Lucelia Mamani Arizipana, está dando sus primeros pasos en el atletismo y ya pudo obtener la medalla de bronce en la Maratón Nacional Sub18 Lima 2023.