Jefferson Farfán Guadalupe fue uno de los futbolistas más ilustres que engendró el Perú en lo que va del siglo XXI. Incluso, ocasionó un movimiento sísmico al marcar el gol que nos devolvió a una Copa del Mundo después de 35 años. No obstante, ese corpulento atleta que hizo vibrar a un país, tiene una gran debilidad: el amor infinito a su madre, doña Rosario Guadalupe, ya conocida por los seguidores de su retoño como la popular ‘Ama Charo’.
Conmemorando un nuevo Día de la Madre, recordemos el noble y desinteresado sacrificio realizado por la madre de Jefferson Agustín para que tanto ella como su familia puedan surgir en un ambiente complicado y su talentoso hijo pueda cumplir sus sueños, a raíz de los cuales gozan de una bonanza por la que pelearon y obtuvieron merecidamente.
‘Jefrey’ nació un 26 de octubre de 1984 en Villa El Salvador y desde que fue concebido, Rosario Guadalupe fue su única guía. Su progenitor, Luis Farfán, con quien compartió oficio, ya que fue lateral en clubes como Alianza Lima, Defensor Lima o León de Huánuco, no apoyó a su madre durante su embarazo ni crianza, por lo que una inexperta joven tuvo que cumplir el rol de padre y madre en un abrir y cerrar de ojos, con todas las obligaciones que ello implica.
El sector 16 de VES fue el epicentro de la niñez de la ‘Foquita’, quien desde temprana edad mostraba su enorme talento con la pelota. Pero, mientras un pequeño Jefferson Agustín daba rienda suelta a su destreza con el esférico sin preocupaciones propias de la edad, una joven ‘Charo’ tenía que generar ingresos como bailarina de música negra para poder mantener su hogar.
La emoción de Jefferson Farfán al recordar el esfuerzo de ‘Ama Charo’
El arte fue la forma como Rosario pudo sacar adelante a su hijo. De día se encargaba de Jefferson y de noche brillaba en las pistas de baile en la peña Valentina, ubicada en la cuadra nueve de la avenida Iquitos (La Victoria), propiedad de Valentina Barrionuevo. No obstante, el laburo a altas horas de la noche provocaba un extenuante cansancio en las primeras horas de la mañana siguiente.
Sin embargo, ello no era impedimento para que esta abnegada fémina acompañe en sus primeros pasos como jugador. Pese al agotamiento, ella lo llevaba a los entrenamientos y partidos que disputaba en su etapa infantil, pero presa del sueño, caía dormida en las graderías. La ‘Foquita’, lejos de todo enojo, valoraba tamaña muestra de amor.
“Muy pocas personas saben que mi mamá fue bailarina de música negra y trabajaba de madrugada. Igual, me acompañaba a los campos donde tenía que jugar a las 8 de la mañana. Mi mamá estaba en la tribuna, a veces yo metía gol y se lo iba a dedicar a la tribuna, pero la encontraba dormida del cansancio. Para mí eso era algo que me daba mucha felicidad porque, pese a trabajar duro todas las madrugadas, siempre estaba acompañándome”, recordó, con lágrimas, en el programa ‘Qué tal Sorpresa’.
Un pequeño ‘JF10′ tampoco era ajeno a las pistas de baile, pues también solía acompañar a su ‘valentina de oro’ (nombre que recibían las danzantas de dicho establecimiento) y no solo como espectador, sino que se animaba a bailar y tocar el cajón, con el anhelo de recibir una propina por parte de los clientes.
El eterno agradecimiento de hijo a madre
Si bien Jefferson suele referirse a su infancia con emoción y sonrisa, es innegable mencionar que pasó carencias, pero no pasó penumbras gracias al coraje y fortaleza de su progenitora. Por ello, cuando alcanzó el éxito deportivo no dudó en retribuirle todo el amor.
“Llegamos al terral (Villa El Salvador), no había nada, pura tierra, esteras. Ahora hay gente, hay pista, antes no. El mercado estaba como a diez cuadras, cerca de la chanchería. Si queríamos repetir comida no había, había lo justo y necesario. Por eso valoramos tanto lo que hemos conseguido”, dijo en entrevista con Verónica Linares.
Si bien la mejor forma de retribuir el esfuerzo es con afecto y atención, en simultáneo que su carrera iba en ascenso, Jefferson Farfán también mejoró la calidad de vida de su mamá -a quien también rindió homenaje en su película autobiográfica-. Luego de mostrar todo su potencial en Alianza Lima, elenco en el que debutó y se retiró, fue transferido a PSV Eindhoven de Países Bajos por 3 millones 500 mil euros y con una suma de dinero que le correspondió, decidió comprarle una casa con piscina a la mujer que luchó por él.
En el actual 2024, el exatleta que tuvo paso por Schalke 04 de Alemania o Lokomotiv Moscú de Rusia sigue velando por su heroína, pues es hijo único y así como el rol de madre nunca termina, el de un vástago tampoco.