La maternidad, frecuentemente, es romantizada. Mostrar el lado bello y perfecto nos ciega e impide conocer la realidad por completo. Ser mamá, pues, es tan lindo como duro. Es tan dichoso como atribulado. Es un logro y, a la vez, un desafío. Es, en resumen, una serie de antagonismos que se intensifican más al ser una deportista de alto nivel. En el Día de la Madre, Paola Mautino (atletismo), Claudia Suárez (frontón) y Mary Luz Andía (marcha atlética) nos hablan desde sus experiencias personales.
Las tres protagonistas de este artículo llevaban una vida “tranquila” en el deporte, representando al Perú en diversos rincones del mundo y dándolo todo por el país. Pero, de pronto, llegaron al plot twist de sus carreras, al embarazarse. Durante muchos meses tuvieron que esperar ‑impacientes‑ el nacimiento de sus hijos.
Una pausa en sus rutinas deportivas era necesaria. Para ninguna fue una pausa definitiva, por más que en algún momento haya parecido tentador. Las tres quisieron volver a la acción lo más pronto posible. Y hoy continúan por ese camino, pero el trayecto no fue nada fácil.
“No dejé de entrenar hasta el mes ocho de mi embarazo. Fui entrenando en el alto nivel casi normal hasta que mi bebé se puso en riesgo en el sexto mes. Lo iba a perder y decidí dejar el alto nivel para solo trabajar de manera amateur en las zonas que me faltaban fortalecer. Emocionalmente me sentí mejor que cuando no tenía a mi hija. Sané. Para mí fue fácil retomar, pero en el camino tuve muchos obstáculos que casi impiden mi regreso”, contó Mary Luz Andía.
Durante el embarazo, el cuerpo se transforma y volver al mismo ritmo y forma atlética de antes puede costar más de lo imaginable. Pero la mente de un deportista es muy fuerte y, cuando se propone algo, se pelea hasta conseguirlo.
“Fue un reto definitivamente. Mi cuerpo cambió mucho, subí regular de peso. El parto fue por cesárea, así que volver a la forma física me costó. Además el descanso y cambio de vida influyó mucho. He vuelto a competir, pero aún cuesta”, expresa Paola Mautino.
“Como mi parto fue cesárea tenía que esperar 45 días para empezar a hacer algo de ejercicio y 60 para poder entrar a la cancha, y poco a poco ir retomando. La recuperación de cesárea es dolorosa, y hay que tener paciencia porque por dentro puede dañarse lo que tuvieron que cortar. Quedé subida de peso y me costó como un año regresar a lo más cercano de antes”, dice por su parte Claudia Suárez.
Los sacrificios de una madre exitosa
Con sus hijos recién nacidos como principal fuente de motivación, las tres mamás sacaron las fuerzas necesarias para volver a resplandecer en sus deportes rápidamente. De todas formas, tuvieron que ser pacientes para volver a disfrutar los frutos de su disciplina y ambición.
De hecho, Mary Luz Andía fue subcampeona panamericana cuando su bebé solo tenía seis meses y, posteriormente, se consagró en el Sudamericano de Mayores de Atletismo 2023, imponiendo récord y logrando la marca mínima clasificatoria para los Juegos Olímpicos de París 2024. En cada triunfo, su hija también es protagonista en las fotos, ya que viaja con ella a todas lados asumiendo mucha responsabilidad mientras compite.
“Para mí ha sido muy bonito ser mamá. La llegada de mi hija me ha ayudado a superar muchas enfermedades psicológicas que tenía. Ella ha sido muy especial, llegó en el momento que yo más necesitaba. Sé que ahora es un esfuerzo doble viajar con ella a todos los eventos, pero es temporal”, destaca la marchista de 23 años.
Paola Mautino hoy sigue ese mismo camino. Ha vuelto a ser la mejor del Perú, al coronarse campeona nacional dos veces en el salto largo, su especialidad. También ha ganado medallas en Grand Prix y, a pundonor, ha vuelto a ser parte de la selección nacional de atletismo, que hoy compite en el Campeonato Iberoamericano en Brasil.
“Hoy justamente es cumpleaños de mi hija y el domingo es Día de la Madre, y estoy en Brasil para competir en el Campeonato Iberoamericano. Ha sido la vez que más me ha costado separarme de ella porque se venían fechas especiales. Creo que ahora eso es lo que más me cuesta. También el tema económico, podría dedicar más tiempo a trabajar pero he decidido entrenar y mi familia me apoya con eso”, expresó el 9 de mayo.
Claudia Suárez no es la excepción. Con Matías, su hijo, ella ha logrado mantenerse en lo más alto, siendo campeona nacional de frontón por 21 años consecutivos. Eso no es todo, logró el éxito más grande de su carrera en los Juegos Panamericanos Lima 2019, colgándose la medalla de oro. Y sigue compitiendo sin cesar.
Discriminación maternal y un sistema paupérrimo
Desafortunadamente, en el Perú el sistema no contempla que una deportista pueda ser madre en cualquier momento. No existe ningún respaldo hacia ellas y se las tienen que arreglar por sí mismas durante y después del embarazo, sumando otro gran obstáculo a una larga lista de lo que ya enfrentan diariamente en el deporte nacional.
Por ejemplo, Mary Luz Andía no pudo hacer uso del seguro que le otorga el Instituto Peruano del Deporte (IPD) para cubrir sus gastos y necesidades en el tiempo de gestación. Si no tuviera el apoyo de su familia, muy probablemente ella ya hubiera dado un paso al costado. Varias veces la empujaron al retiro, pero resistió hasta el final para seguir dándole alegrías al país.
“Es bastante triste saber que en Perú todavía exista hay discriminación maternal. En mi caso, la luché bastante, porque cuando nació mi hija me cerraron muchas puertas. Yo no pude hacer público mi embarazo por el temor de que me quiten el apoyo. Eso todavía nos falta mejorar. No es nada de otro mundo. Las deportistas también quieren ser madres y este sistema, en vez de respaldarte, obliga a que dejes el alto nivel”, reflexiona.
De la misma manera, Paola Mautino ha sufrido las consecuencias de un sistema paupérrimo. Afortunadamente, con su familia, su hija y el auspicio de empresas privadas como principal sostén, está logrando salir adelante contra viento y marea.
“Se ha conversado más de una vez con el IPD, pero hasta ahora lamentablemente no he visto que se tomen acciones concretas. Por ese motivo muchas terminan en el retiro, y la verdad es que lo entiendo. Lo común es que la gente asuma que después de ser madre no se seguirá entrenando. Realmente no se dan las facilidades, sino todo lo contrario. Espero que eso cambie para las siguientes generaciones, no sé si yo llegue a ver el cambio”, apunta la atleta.
“En el Perú ser deportista y madre es nadar contra la corriente. Si quieres hacerlo, asegúrate de tener una red de apoyo, una situación económica que te lo permita y tener el tiempo. Hay demasiados factores que tienen que alinearse para poder hacerlo, porque si no, es prácticamente el retiro. Felizmente tengo un trabajo que es por horas, tengo una familia que está dispuesta a ayudarme en cuidar a mi hija o con los gastos, pero sé que no es la situación de la mayoría”, agrega.
Claudia Suárez también tuvo que lidiar con este sistema tan ineficiente como negligente. De hecho, a lo largo de su carrera ha tenido que valerse por sí misma, ya que recién a partir de su medalla dorada en Lima 2019, el IPD comenzó a darle apoyo. Todos los años anteriores estuvo ausente. Ahora, ella añade un problema más, ya que su retiro deportivo está muy cerca y, por tanto, pronto se quedará sin respaldo alguno.
“No hay ningún apoyo para madres ni para jubilarse del deporte. Aunque hace unos años Leyla Chihuán (como congresista de la República) promulgó una ley para el retiro al deportista, que no sé en que quedó. Yo ya tengo 56 años y la verdad creo debería de haber un respaldo para cuando un deportista se retira”, reclama.
Esta es la difícil realidad para una madre deportista en el Perú. Son muchos obstáculos, muchos sacrificios, muchas luchas y poco o nulo respaldo. Por eso, Paola, Claudia y Mary Luz son una verdadera inspiración. Y como ellas, muchas mamás más. Ser exitosa en medio de tantos conflictos y negativas constantes, es para admirar. No se rindieron y no se rinden. Con el amor de sus hijos presente, salen adelante a seguir poniendo la cara por el Perú. Y, usualmente, lo valoramos muy poco.