El 9 de junio es una fecha especial en el calendario de la cultura pop: se conmemora el nacimiento del Pato Donald, un personaje que ha dejado huella en generaciones con su singular forma de hablar, su temperamento volátil y su entrañable torpeza.
Desde su aparición en la animación “The Wise Little Hen”, Donald se convirtió en uno de los rostros más queridos del universo Disney. Con más de 85 años de trayectoria, ha protagonizado cortos, películas, cómics y series, transformándose en un ícono que ha traspasado fronteras lingüísticas, culturales y temporales.
<b>Un debut breve, pero inolvidable</b>

Donald apareció por primera vez en una animación de apenas siete minutos titulada The Wise Little Hen, lanzada el 9 de junio de 1934. En ese corto de Silly Symphonies, tenía un papel secundario, pero bastaron unos pocos gestos y una voz singular para que el personaje conquistara a los espectadores. Aunque no era el protagonista, su comportamiento perezoso y sus expresiones faciales robaron la atención.
Con un diseño aún primitivo y una personalidad en gestación, Donald representaba desde el inicio al antihéroe: torpe, impaciente, pero siempre dispuesto a intentarlo de nuevo.
A diferencia del optimismo constante de Mickey Mouse, Donald introdujo una dimensión más humana al mundo animado: la frustración, el enojo, el fracaso. Y ese lado imperfecto fue justamente lo que lo hizo tan cercano.
La voz que marcó generaciones

Parte fundamental del encanto de Donald está en su manera de hablar. Fue el actor Clarence “Ducky” Nash quien ideó esa dicción única, entre graznido y susurro, que a veces requiere subtítulos para entenderse. Esta voz peculiar fue clave en su éxito, y Nash la interpretó durante casi cinco décadas, desde su debut hasta 1985.
Después de la muerte de Nash, Tony Anselmo —animador entrenado por el propio Clarence— asumió la responsabilidad de darle voz al personaje, respetando su esencia pero adaptándola a nuevos públicos.
Gracias a esta continuidad vocal, Donald ha mantenido su identidad inconfundible, a pesar de los cambios técnicos y narrativos en la animación. Su tono de frustración caricaturesca se ha vuelto universalmente reconocible.
Un pato sin fronteras: del cine a las historietas

Aunque comenzó como figura animada, Donald no tardó en expandirse al mundo editorial. En los años cuarenta, sus aventuras en cómic se volvieron inmensamente populares, especialmente en Europa y América Latina. En países como Italia y Brasil, incluso superó en popularidad a Mickey Mouse, convirtiéndose en protagonista absoluto de revistas semanales.
Bajo la pluma de Carl Barks, Donald vivió historias fantásticas en compañía de sus sobrinos Hugo, Paco y Luis, y de su eterno rival, el avaro Tío Rico Mc Pato. En estos relatos, el pato adquirió más matices: se volvió más ingenioso, a veces heroico, siempre entrañable.
También surgieron villanos memorables y escenarios exóticos, lo que le permitió evolucionar mucho más allá del humor físico de sus cortos originales.
Ícono de imperfecciones adorables

Más allá de su presencia constante en series como DuckTales o videojuegos como Kingdom Hearts, Donald se ha convertido en símbolo de una emoción tan cotidiana como poco celebrada: la rabia. Sus arrebatos, gestos exagerados y frustraciones son espejo de cualquier persona que ha tenido un mal día.
Esa capacidad de reflejar los defectos humanos con simpatía y sin solemnidad ha hecho que Donald sea una figura que nunca pasa de moda. Desde el merchandising hasta los memes, el pato sigue vigente.
Su imagen aparece en mochilas, tazas, camisetas y hasta murales urbanos, como un recordatorio de que es válido enojarse, caerse, gritar… y volver a empezar.
Donald Duck, con su sombrero marinero y su caminar desordenado, no es un simple personaje animado: es un compañero de generaciones enteras que han aprendido a reírse de sí mismas a través de sus desventuras.
Su vínculo con el Perú

Por otro lado, el Pato Donald, guarda un curioso vínculo con el Perú que pocos conocen. En las historietas creadas por Carl Barks, Donald y sus sobrinos emprendieron una de sus aventuras más recordadas rumbo a tierras peruanas en busca del mítico oro de los incas.
Esta historia, publicada en 1949 bajo el título The Seven Cities of Cibola, sirvió de inspiración para la famosa escena del ídolo dorado en Indiana Jones: En busca del arca perdida. Además, la popularidad de Donald en el Perú se reflejó en revistas como El Pato Donald, que circuló durante décadas en español.
Su influencia fue tal que se convirtió en parte de la infancia de miles de peruanos. Aunque nacido en Estados Unidos, Donald encontró eco en Latinoamérica, especialmente en el Perú, donde su carácter temperamental y entrañable caló hondo en la cultura popular.
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