
Desde el primer acorde hasta su última presentación, Óscar Avilés dejó una huella imborrable en la música peruana. Llamado “La Primera Guitarra del Perú”, su dominio del instrumento marcó un antes y un después en la interpretación criolla.
No se limitó a acompañar, elevó la guitarra a un nivel protagónico en el género. Su influencia traspasó fronteras y generaciones, consolidándolo como una figura clave en la historia musical del país. Muchos lo han comparado con el extraordinario Jimi Hendrix, pues ambos transformaron la percepción de la guitarra dentro de sus respectivos estilos.
Un talento forjado desde la infancia

Nacido en el Callao en 1924, Avilés creció rodeado de un ambiente familiar impregnado de arte. Su interés por la guitarra surgió desde la niñez, cuando improvisaba con cualquier objeto que emitiera sonido. A los 12 años ya había construido su propia guitarra artesanal y poco después ingresó a la Escuela Nacional de Música, donde perfeccionó su técnica.
En la adolescencia, comenzó a tocar en peñas y eventos, captando la atención de los grandes exponentes del criollismo. Su dominio del ritmo y su habilidad para interpretar lo llevaron a integrar conjuntos tradicionales como Los Morochucos y Los Troveros Criollos.
Avilés no tardó en ganarse un lugar en la escena musical peruana. Su capacidad de aprendizaje y su oído privilegiado lo convirtieron en un guitarrista solicitado. Para él, la guitarra no era solo un instrumento, sino una extensión de su ser. Su talento natural y su formación académica se combinaron para dar vida a un estilo único, donde la precisión técnica se mezclaba con una expresividad inigualable.
El arte de acompañar con genialidad

A diferencia de otros guitarristas, Avilés no se conformó con ser un simple acompañante. Revolucionó el rol de la guitarra en la música criolla, añadiendo silencios estratégicos, transiciones inesperadas y acordes que enriquecieron cada interpretación.
Su talento lo llevó a colaborar con figuras icónicas como el “Zambo” Cavero, con quien formó una dupla inmortal. Juntos dieron vida a himnos como “Contigo Perú” e “Y se llama Perú”, donde la fuerza de la guitarra de Avilés engrandecía la emotividad de la letra. Su método de acompañamiento trascendió el criollismo, inspirando a guitarristas de distintos géneros a explorar nuevas formas de expresión.
Además, su conocimiento de armonía le permitió jugar con progresiones que daban más profundidad a cada canción. En sus interpretaciones, el rasgueo criollo adquiría una riqueza especial, con variaciones que hacían que una misma melodía tuviera múltiples matices. Esto le permitió no solo brillar en el criollismo, sino también ser un referente en otros estilos, como el vals y la marinera.
Comparaciones con Hendrix

La comparación con Jimi Hendrix nace de su capacidad de revolucionar el instrumento. Así como el músico estadounidense transformó la guitarra eléctrica con efectos y distorsiones que ampliaron sus posibilidades sonoras, Avilés hizo lo mismo con la guitarra criolla.
Introdujo una manera de tocar que rompía con las estructuras convencionales, aportando matices, contrapuntos y una rítmica envolvente. Su ejecución no solo acompañaba la voz, la potenciaba, convirtiendo cada canción en una experiencia única. Esta forma de innovar dentro del género lo acercó a otros grandes revolucionarios de la música.
Su forma de tocar tenía una energía vibrante. Sus solos eran dinámicos y llenos de giros inesperados, como si la guitarra misma cantara. Al igual que Hendrix, supo romper las reglas sin perder la esencia del género.
No solo tocaba, contaba historias con cada acorde, generando emociones intensas en su público. Esta capacidad de reinventar su instrumento es lo que lo convirtió en un verdadero innovador.
Un legado inmortal en la música peruana

A lo largo de su carrera, Avilés recibió numerosos reconocimientos, entre ellos la Orden El Sol del Perú. Su trabajo sigue vigente en cada peña criolla y en cada guitarrista que intenta replicar su técnica. Aunque falleció en 2014, su legado permanece vivo en el repertorio popular del Perú y en la memoria de quienes vibraron con su música. Su nombre está inscrito en la historia de la cultura peruana, como el hombre que hizo de la guitarra una extensión del alma criolla.
El impacto de Avilés en la música peruana no se limita a su virtuosismo. También fue un gran maestro. Formó a nuevas generaciones de músicos, transmitiendo no solo su técnica, sino su amor por el criollismo.
Para muchos, su guitarra fue un puente entre el pasado y el futuro de la música peruana. Cada vez que suena un vals o una marinera, su influencia está presente, recordando que su arte sigue vivo más allá del tiempo.
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