
“¿Qué misterios tendrá el número siete?”, reza parte de una deliciosa cumbia del inmortal Lisandro Meza. Esa misma tonada puede servir para tratar de averiguar por qué en la ciudad del Cusco hay más de una calle que dentro de sus nombres lleva la palabra siete. Precisamente son siete las calles cuyos nombres comienzan así.
Estas vías no solo destacan por su nomenclatura singular, sino que también reflejan la rica historia y las tradiciones culturales de la ciudad. Para comprender la razón detrás de estos nombres, es esencial explorar tanto el simbolismo del número siete en la cosmovisión andina como las historias particulares de cada calle.
El simbolismo del número siete en la cultura andina

El número siete ha tenido un significado especial en diversas culturas alrededor del mundo, y la andina no es la excepción. En la tradición incaica, este número estaba cargado de simbolismo metafísico y esotérico. Se creía que representaba la conexión entre lo terrenal y lo espiritual, sirviendo como un puente entre el mundo físico y las deidades.
Esta percepción se reflejaba en la arquitectura, la organización social y las prácticas religiosas de los incas. La presencia del número siete en los nombres de las calles del Cusco podría interpretarse como una manifestación de esta cosmovisión ancestral, integrando elementos simbólicos en la vida cotidiana de la ciudad.
Las siete calles del Cusco con el número “Siete”

A continuación, se detallan las siete calles del Cusco que llevan en su nombre la palabra “Siete”, junto con una breve descripción de su origen y significado:
- Calle Siete Culebras: Este callejón empedrado, que parte de la Plazoleta Nazarenas, debe su nombre a las catorce serpientes talladas en sus muros de piedra, siete a cada lado. En tiempos incaicos, era conocida como “Amaru Ccata”, donde “Amaru” significa serpiente en quechua. Las serpientes eran símbolos de sabiduría y conocimiento en la cultura andina.
- Calle Siete Ventanas: Ubicada entre la esquina del Alabado y la continuación de la calle Ruinas, esta calle recibe su nombre por una antigua construcción que presentaba siete ventanas: cuatro grandes y tres pequeñas. Aunque la edificación original ya no existe, el nombre ha perdurado a lo largo del tiempo.
- Calle Siete Angelitos: Situada a la derecha de la calle Carmen Alto, esta vía destaca por una casa en cuyo alero se encuentran pintadas siete figuras de ángeles. Estas pinturas fueron encargadas por Blas de Bobadilla, antiguo propietario de la vivienda, y han dado nombre a la calle.
- Calle Siete Diablitos: Conocida en el pasado como un lugar de encuentro para parejas jóvenes, esta calle tiene su nombre basado en leyendas locales que narran cómo los enamorados eran tentados por pequeños diablos, lo que añadía un aire de misterio y travesura al lugar.
- Calle Siete Borreguitos: Considerada una de las calles más pintorescas del Cusco, su nombre se atribuye a la presencia, en tiempos pasados, de siete figuras de corderos que adornaban una de las casas de la calle. Aunque estas figuras ya no están presentes, el nombre ha perdurado.
- Calle Siete Cuartones: Esta calle debe su nombre a siete largueros de piedra, conocidos como cuartones, que estaban alineados sobre el río Saphy. Estos cuartones servían como soporte para un puente de cal y piedra construido por Don Diego de Vargas y Carbajal. Actualmente, solo queda uno de estos largueros visibles.
- Calle Siete Mascarones: Este tranquilo pasaje, ubicado entre Almudena y la parroquia de Santiago, se llama así debido a la presencia de siete mascarones o figuras talladas que adornaban las fachadas de las casas. Se dice que en esta calle vivió Don Mascareñas, un español que, junto con sus seis hijos, se dedicaba a la fundición de piezas de bronce para las iglesias locales.
Teorías sobre la nomenclatura

La repetición del número siete en los nombres de estas calles ha suscitado diversas interpretaciones. Algunos investigadores sugieren que esta elección refleja la influencia de creencias esotéricas y cabalísticas introducidas durante la época colonial, donde el número siete es considerado de buena suerte y asociado con la perfección y la totalidad.
Otros argumentan que la tradición de utilizar el número siete podría tener raíces prehispánicas, vinculadas a la cosmovisión andina y su representación del equilibrio y la armonía en el universo.
Independientemente de su origen exacto, lo cierto es que estas calles constituyen un testimonio vivo de la rica herencia cultural del Cusco, fusionando elementos indígenas y coloniales en su historia y arquitectura.
Preservación y legado cultural

Hoy en día, estas siete calles son más que simples vías de tránsito; son auténticos museos al aire libre que narran la historia del Cusco a través de sus nombres y estructuras.
La preservación de estos espacios es fundamental para mantener viva la memoria histórica de la ciudad y para ofrecer a locales y visitantes una conexión tangible con el pasado. Además, estas calles representan la convivencia armónica de diferentes épocas y culturas, reflejando la identidad mestiza del Cusco contemporáneo.
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