
Desde su origen en el siglo XIX, SIMA Perú ha desempeñado un papel clave en la consolidación de la industria naval del país. Su trayectoria está marcada por la construcción y mantenimiento de embarcaciones para la Marina de Guerra del Perú, así como por su contribución al desarrollo de la tecnología naval en Sudamérica. La empresa, que evolucionó a lo largo de las décadas, se ha convertido en un referente en la región gracias a su capacidad para fabricar y reparar buques de gran envergadura.
El 22 de mayo de 1845, durante el gobierno del Mariscal Ramón Castilla y Marquesado, se estableció la Factoría del Estado en Bellavista, Callao. Esta institución, que más tarde recibiría el nombre de Factoría Naval de Bellavista, nació con el propósito de atender las necesidades de la Armada Nacional, especialmente tras la adquisición del vapor “Rímac”, el primer buque de guerra a vapor del Perú.
Los primeros años y su participación en la historia militar
Desde su fundación, la factoría tuvo un rol determinante en el fortalecimiento de la escuadra naval peruana. En 1861, pasó a estar bajo el control total de la Armada, dando lugar a la creación de la Superintendencia de la Factoría Naval. Su contribución fue decisiva en la construcción del “Monitor Victoria”, el primer blindado de Sudamérica, y en la transformación del vapor “Loa” en un monitor blindado, ambos utilizados en el Combate del Callao de 1866 contra la flota española.

En la década de 1870, su actividad se amplió al ensamblaje de los primeros vapores del Lago Titicaca, el “Yavarí” y el “Yapurá”, utilizados en la defensa y transporte en esa zona estratégica. Durante la Guerra del Pacífico, la Factoría Naval centró todos sus recursos en el mantenimiento y reparación de embarcaciones de la Armada y del Ejército. Sin embargo, en 1881, tras la ocupación de Lima y Callao por las tropas chilenas, las instalaciones fueron completamente destruidas, desapareciendo sin posibilidad de restauración.
Resurgimiento y modernización del astillero
Tras la guerra, la Armada Nacional tuvo que recurrir a astilleros extranjeros para el mantenimiento de sus buques. Recién en 1938, con la inauguración de un dique seco en el Apostadero Naval de San Lorenzo, el Perú volvió a contar con infraestructura propia para la reparación de embarcaciones de gran porte. Esta instalación formó parte del Departamento de Reparaciones Navales del Nuevo Arsenal Naval del Callao, que luego evolucionaría hasta convertirse en el Servicio Industrial de la Marina (SIMA).
El 14 de febrero de 1950, mediante Decreto Supremo N.º 13 del gobierno de Manuel A. Odría, se formalizó la creación de SIMA sobre la base del Departamento Industrial del Arsenal Naval del Callao. Desde entonces, la empresa quedó bajo la administración de la Marina de Guerra del Perú y asumió el control del dique seco y sus talleres, ampliando su capacidad para la construcción naval. En los años siguientes, se implementaron nuevas instalaciones como la grada n.º 1 y el taller de construcciones navales, permitiendo un mayor desarrollo del sector.
Expansión y consolidación en la industria naval
Con el tiempo, SIMA amplió sus operaciones y se convirtió en un referente en la industria naval latinoamericana. Su labor se diversificó, abarcando la construcción y reparación de buques tanto para la Marina de Guerra del Perú como para clientes nacionales e internacionales. En 1999, con la promulgación de la Ley N.º 27073, se estableció la adscripción de SIMA al sector defensa, con la prioridad de atender a la Armada Peruana y al mismo tiempo generar ingresos mediante servicios a terceros.
A lo largo de los años, el astillero ha desarrollado importantes proyectos, como la fabricación de patrulleras, remolcadores y embarcaciones especializadas. Además, ha participado en la construcción de buques de gran tonelaje y en la modernización de fragatas y submarinos, consolidándose como un actor clave en la seguridad y desarrollo marítimo del país.
Construcciones emblemáticas
SIMA ha sido responsable de la fabricación de numerosos buques icónicos para la Marina de Guerra del Perú. Entre ellos destaca el BAP Zorritos, entregado en 1956, y el BAP Paita, finalizado en 2022. También ha construido patrulleras como el BAP Río Piura y el BAP Río Quilca, entregadas en 2017.
En el ámbito de la innovación, el astillero ha desarrollado plataformas itinerantes de acción social, como las PIASS, destinadas a brindar servicios de salud y educación en la Amazonía. Estos proyectos han permitido mejorar la calidad de vida en comunidades alejadas para evidenciar el impacto social de sus iniciativas.
Por otro lado, SIMA opera en tres sedes estratégicas: Callao, Chimbote e Iquitos. Cada una de ellas cumple un rol fundamental en su estructura operativa. Callao es el centro neurálgico, con talleres especializados en sistemas de armas y electrónica. Chimbote y Iquitos, por su parte, están enfocados en la construcción de embarcaciones fluviales y proyectos metalmecánicos.
Con una trayectoria histórica marcada, el astillero continúa en proceso de expansión de sus capacidades y consolidación de su presencia en la industria naval. Su compromiso con la innovación y la excelencia lo posiciona como un actor clave en la modernización de la flota peruana y el desarrollo de infraestructuras estratégicas para el país.