El rincón perdido del mundo: oro, violencia y la amenaza invisible del Parkinson en una mina donde la vida es un desafío diario

En La Rinconada, un remoto asentamiento de Perú, la búsqueda de oro se mezcla con una vida marcada por la precariedad y el sufrimiento. Los mineros, sometidos a un entorno hostil y a la constante amenaza de bandas criminales

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En las alturas de La
En las alturas de La Rinconada, a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar, la vida se mezcla con la violencia, la explotación y la superstición. Aquí, el oro es el motor de la economía, pero también la fuente de sufrimiento y muerte. (Composición: Infobae)

En un país como el Perú, con paisajes que evocan maravillas naturales y ancestrales tradiciones, también guarda entre sus fronteras lugares donde la vida humana desafía las normas de la naturaleza y la moralidad. Uno de esos lugares, apartado de los senderos turísticos más conocidos, es La Rinconada, una localidad que se ubica sobre los Andes, a más de 5.100 metros sobre el nivel del mar. Este asentamiento, que podría considerarse uno de los puntos más remotos y difíciles de habitar del planeta, se ha convertido en un contraste de una realidad poco conocida. Aquí, el oro fluye de las entrañas de la tierra, pero su promesa de riqueza y gloria se mezcla con el sufrimiento, la violencia y las condiciones de vida extremas que sufren sus habitantes.

En las alturas de este lugar, la vida transcurre con una dureza inusitada. No solo el frío extremo y la falta de oxígeno son factores a considerar, sino que la vida diaria se ve marcada por la inseguridad, el crimen organizado y un mercado laboral en el que los trabajadores, sin importar su sacrificio, nunca pueden garantizar un sustento estable. A pesar de ser un lugar donde muchos sueñan con hacer fortuna, lo que encuentran es una existencia marcada por la precariedad, la explotación y la constante amenaza de la muerte. Como si fuera un círculo vicioso que se cierra sobre sí mismo, La Rinconada se sostiene gracias a la minería, pero también se hunde en los abismos del abandono social y la desesperación.

El oro como motor, el peligro como compañero

La Rinconada es un lugar
La Rinconada es un lugar donde el oro se extrae bajo condiciones precarias y peligrosas. En un entorno marcado por el crimen organizado y la desesperación, los mineros luchan por sobrevivir mientras enfrentan mitos, supersticiones y un mercado laboral cruel. (Composición: Infobae / El País)

Esta ciudad puneña, conocida por algunos como “la ciudad sin ley del Perú”, atrae cada año a miles de personas que llegan buscando suerte en las minas de oro. Sin embargo, el acceso a este mineral no es sencillo, ni mucho menos seguro. Los excavadores, al margen de cualquier sistema formal, trabajan bajo un esquema donde todo lo que logran extraer se convierte en el resultado de su esfuerzo, pero también de un sistema abusivo. Se habla del “cachorreo”, un sistema en el que los trabajadores no reciben salario alguno durante 30 días, y solo el día 31 tienen la oportunidad de quedarse con lo que encuentren en las minas. En muchos casos, esta búsqueda no garantiza ningún tipo de pago, solo frustración.

Las condiciones extremas en las que los trabajadores operan son alarmantes. En las minas, el mercurio, que es utilizado para separar el oro, se convierte en una amenaza invisible que daña la salud de los mineros, causando enfermedades como el Parkinson. Además, la exposición a la altura, que afecta la respiración y agota rápidamente a las personas, se suma a un contexto donde la precariedad es la norma. Sin embargo, el mayor desafío no radica solo en las minas, sino en el entorno violento que rodea a La Rinconada. Como lo describe un video de ‘Zazza el Italiano’, un youtuber que se aventuró a documentar la cruda realidad del lugar, el miedo se palpita en el aire. “Es muy peligroso, como dicen. Te matan”, relata mientras recorre las calles de la ciudad minera en compañía de agentes policiales.

El influencer no solo documentó la dura vida de los trabajadores, sino que también fue testigo de la violencia que se desata en las calles. La delincuencia se ha convertido en parte del paisaje cotidiano. Robos a mano armada, asaltos y disputas territoriales entre las bandas de criminales son una constante. Según los oficiales de policía que acompañaron a Zazza durante su visita, la situación es aún más alarmante dentro de las minas, donde los grupos se disputan el control. El oro se convierte en el botín de guerra, y aquellos que logran encontrar algo de este mineral, se ven constantemente amenazados por los asaltantes. Las balaceras son parte de la vida nocturna, y los disparos resuenan sin tregua en las montañas que rodean el pueblo.

La soledad y la miseria

FOTO DE ARCHVO. Un trabajador
FOTO DE ARCHVO. Un trabajador informal usa un cuenco de metal y mercurio para extraer oro en Rinconada, en los Andes peruanos. Octubre, 2019. REUTERS/Nacho Doce

El deterioro de La Rinconada es evidente no solo en sus minas, sino en sus calles. La falta de servicios básicos como agua potable, electricidad o alcantarillado es una realidad para la mayoría de los residentes. Los niños, que deberían estar en la escuela, se ven obligados a trabajar desde temprana edad en las calles, vendiendo fruta o zapatos, ya que la tasa de escolarización es de menos del 30%. La ciudad misma es un caos de basura acumulada, con un aire impregnado por la contaminación y el alcohol. En las noches, el peligro aumenta, y muchos de los habitantes optan por beber para sobrellevar la dureza de su vida.

En el pueblo, se cree que cuanto más alcohol se consume, más mineral se extrae. Esta es solo una de las muchas supersticiones que forman parte de la vida en la ciudad.

Violencia, prostitución y creencias oscuras

La Rinconada también lucha contra
La Rinconada también lucha contra la prostitución y la creciente delincuencia, lo que hace que las noches sean peligrosas y desafiantes para sus habitantes y visitantes. (Correo)

La violencia en La Rinconada no se limita únicamente a los asaltos o enfrentamientos entre grupos, sino que también está relacionada con prácticas profundamente perturbadoras. En las montañas circundantes, se hallan altares dedicados a entidades demoníacas, conocidas como “los abuelos”. En estos lugares, se colocan ofrendas inquietantes, como prendas de ropa interior de mujeres y niñas vírgenes, y en algunos casos, se han reportado sacrificios humanos. Además, el culto a “el tío”, una figura venerada por los trabajadores de las minas, es una constante. En cada yacimiento, es habitual encontrar pequeñas estatuas de esta figura, a la que los mineros le ofrecen cigarrillos y alcohol con la esperanza de obtener su favor en la búsqueda del metal precioso.

La leyenda local sostiene que, si un minero encuentra oro, debe gastar lo obtenido en vicios como alcohol, tabaco o prostitución. Si alguien decide usar lo encontrado para otros fines, como ayudar a su familia o destinarlo a un propósito más “legal”, el “tío” se burlará de ellos. Esta creencia ha calado profundamente en la mentalidad de muchos, creando un círculo vicioso donde el placer se ve como una forma de asegurar la suerte en la mina, mientras que la idea de usar el oro para fines altruistas es rechazada por la tradición.

La prostitución es otro fenómeno que se ha convertido en parte de la vida cotidiana de la ciudad. Las mujeres, muchas de ellas forzadas por las circunstancias, se ven obligadas a recurrir a este medio para sobrevivir, ya que las opciones laborales son escasas.

La vida en La Rinconada es una prueba de resistencia ante las adversidades. Los mineros que se adentran en este mundo, pueden ser testigos de la crudeza de las condiciones de vida, pero difícilmente podrán entender por completo lo que significa vivir en un lugar donde la promesa de riqueza se mezcla con el sufrimiento humano, la muerte y la desesperación. Sin embargo, en este rincón perdido del mundo, la vida sigue su curso.

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