Al caer la tarde de un día laborable, el ajetreo que recorre el Jirón de la Unión es abrumador. Jóvenes con atuendos casuales, secretarias en elegantes trajes sastre, hombres de negocios y trabajadores de distintos rubros avanzan en una misma dirección. Sin embargo, al llegar al final de la calle, cada cual toma su propio rumbo: algunos se dirigen a las estaciones del Metropolitano, mientras unos pocos caminan hacia las cocheras.
En esta caminata, es probable que más de uno se detenga brevemente frente a escaparates y tiendas. También hay quienes prefieren entrar a cafeterías antiguas para disfrutar de una cena ligera o un lonche antes de regresar a casa. En pleno corazón de Lima, el ciudadano de a pie encuentra diversas opciones de locales tradicionales, cada uno con una historia singular y digna de ser contada.
No obstante, existe una historia que podría atraer la atención de un sector de la población. Se trata del café bar Dominó, donde, en su momento, un cliente llegó a saldar cuentas con dibujos. Este local fue un punto de encuentro para artistas, escritores y figuras políticas, además de haber pasado por las manos de varios propietarios a lo largo de las décadas.
La historia oculta del café bar Dominó
El 5 de septiembre de 1956, el café bar Dominó recibió a sus primeros comensales en un local ubicado en la entonces moderna Galerías Boza. Su primer dueño fue Bruno Kalt, un cocinero alemán que llegó al Perú con una mochila llena de sueños tanto personales como empresariales.
El ciudadano extranjero alquiló este local con la intención de emprender en el Perú. Al llegar al país, no solo trajo su deseo de éxito, sino también la cultura gastronómica europea, que implementó a través de platos que ofrecía en su local.
En su establecimiento se ofrecían, además de café, platos como braywurt a la suiza con rosti, gulesh húngaro y filet mignon, entre otros. Estos potajes, aún presentes en el menú, continúan satisfaciendo a un público cada vez más exigente.
Pronto, el alemán se dio cuenta de la necesidad de contratar más personal para asegurar una atención de calidad. Fue entonces cuando se acercó a Agustín Utrilla, quien trabajaba en ese momento en el Café Viena. Esto ocurrió en 1958.
A partir de 1958, Utrilla trabajó como mozo en el café bar Dominó. A lo largo de los años, fue testigo de cómo los platos europeos ganaban popularidad. Si bien la gastronomía extranjera tenía gran acogida, los comensales también disfrutaban de platos criollos como el lomo saltado y el lomo a la chorrillana.
El mozo, considerado el trabajador más antiguo del Dominó, tuvo la oportunidad de conocer a una amplia gama de artistas, escritores y políticos. Por ejemplo, en el local pasaron personalidades como Luis Alberto Sánchez y Pedro Beltrán, así como figuras como Doris Gibson, Catita Recabarren y Enrique Zileri. Además, escritores de renombre como Sebastián Salazar Bondy y Alfredo Bryce Echenique también frecuentaron el local.
Bryce Echenique solía visitar este café mientras cursaba la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cuyo campus funcionaba en la histórica Casona del Parque Universitario.
El café también fue frecuentado por políticos como el alcalde de Lima, Alberto Andrade. Asimismo, lo visitaron pintores como Víctor Humareda y Fernando de Szyszlo, además de Sérvulo Gutiérrez, quien dejó varios trazos, como los de Santa Rosita y Doris Gibson. Aunque el artista realizó estos trabajos por amor al arte, también tenía un propósito especial detrás de ellos.
El artista que pagaba sus cuentas con dibujos
Sérvulo Gutiérrez, nacido en Ica en 1914, fue un artista multifacético conocido por saldar sus cuentas en el café bar Dominó con dibujos. Pintor, poeta y boxeador, se convirtió en un destacado exponente del expresionismo peruano. Desde los primeros pasos de su carrera artística, su obra recibió reconocimiento y admiración.
El programa “Chema a las 10”, de RPP, realizó una nota sobre el Dominó con el objetivo de profundizar en su historia. En un fragmento del video, José María ‘Chema’ Salcedo preguntó al mozo Agustín Utrilla si Sérvulo Gutiérrez utilizaba sus dibujos para pagar lo que consumía, a lo que Utrilla respondió: “Eso es cierto”.
Agregó que en las paredes del local —que actualmente se encuentra en el Portal de Pumacahua de la plaza San Martín— se exhiben sus dibujos. Es preciso señalar que las obras de arte que adornan el establecimiento son copias.
En un boletín de cultura peruana del Ministerio de Relaciones Exteriores, el escritor Fernando Ampuero también hizo referencia a los dibujos del connacional. “Luego, movido por el azar, la noche me arrastraba de café en café, o de sótano en sótano, o de antro en antro. El café Dominó, donde veías en las paredes dibujos de Sérvulo Gutiérrez, era frecuentado por pintores, lo mismo que el Viena, sito en Ocoña (...)”, escribió.
Finalmente, es menester dar a conocer que este negocio tuvo varios dueños a lo largo del tiempo. En 1962, tras seis años como propietario, Kalt traspasó el café a una pareja de belgas, quienes luego lo cedieron a un ciudadano suizo. Este último, en 1970, vendió el Dominó a su compatriota Richard Baumgartner.
Baumgartner dirigió el negocio hasta su fallecimiento en 1998. Desde entonces, el 50 % de la sociedad pertenece a su viuda, mientras que el restante 50 % está dividido entre los siete trabajadores del local.