En el amanecer del 26 de diciembre de 2024, en la histórica hacienda La Caravedo de Ica, un equipo de científicos peruanos se preparó para un experimento que marcó un antes y un después en la historia del pisco. Esta vez, el protagonista no era solo la bebida bandera del Perú, sino también las semillas de uvas pisqueras, que serían enviadas a la estratósfera para estudiar los efectos de las condiciones extremas en su germinación y resistencia.
El proyecto, denominado “Estratósfera”, fue liderado por la Asociación Peruana de Astrobiología (ASPAST). “El objetivo es analizar los efectos de la radiación ultravioleta y las bajas temperaturas en organismos vivos. Para esta ocasión enviamos ocho muestras de semillas de uva, proporcionadas por la destilería La Caravedo, junto con dos botellas pequeñas de pisco,” explicó Octavio Chon Torres, presidente de ASPAST.
Las semillas seleccionadas correspondían a las ocho variedades patrimoniales utilizadas en la producción del pisco: quebranta, negra criolla, torontel, italiana, albilla, mollar, moscatel y uvina. Este conjunto de muestras biológicas se complementó con ediciones especiales de pisco Portón mosto verde. Según Daniel Byrne, CEO de La Caravedo, “esta investigación permitirá no solo evaluar los efectos en las semillas, sino también abrir puertas para comprender cómo optimizar la producción pisquera en el futuro”.
Preparativos y colaboraciones
Los preparativos comenzaron meses antes. Obtener los permisos de Corpac y de la Dirección General de Aeronáutica Civil no fue tarea fácil, pero el esfuerzo conjunto de ASPAST, La Caravedo y el influencer gastronómico Mauricio Velarde logró concretar el plan.
En las primeras horas del día, el equipo ajustó las últimas piezas del módulo de lanzamiento, que incluía un globo estratosférico inflado con helio, capaz de alcanzar los 30 kilómetros de altura. “El proceso es minucioso; cualquier descuido puede afectar la elevación del globo o la protección de las muestras,” destacó Alejandra Vera, directora de cultura de ASPAST.
A las afueras de la destilería, rodeados de viñedos que han dado vida al pisco durante más de 300 años, el equipo trabajó en armonía. La destilería, reconocida por sus alambiques de cobre y procesos tradicionales, sirvió de escenario para este encuentro entre tradición e innovación.
Lanzamiento a la estratósfera
“Hola, Pisco”, fue el mensaje inicial que Octavio Chon comunicó a la torre de control del aeropuerto, así contó el diario ‘El Perúano’. La respuesta confirmó el lanzamiento programado para la una de la tarde. Antes de ese momento crucial, los científicos verificaron las muestras y ajustaron el dispositivo GPS que permitiría rastrear el globo durante su ascenso y descenso.
El despegue se produjo con precisión. Mientras el globo ascendía, las muestras de uvas y pisco se alejaban cada vez más de la superficie terrestre. En cerca de 90 minutos, el módulo alcanzó la altitud planificada. Desde tierra, los científicos monitoreaban los datos transmitidos por el GPS. “Estamos a 30 mil metros,” anunció el equipo con entusiasmo.
El descenso comenzó alrededor de las 2:30 de la tarde. La ruta, previamente calculada con base en factores como el peso de la carga y la velocidad del viento, dirigió al equipo hacia el desierto de Ica. Sin embargo, localizar el módulo en un terreno tan vasto presentó un reto adicional.
Finalmente, después de varios minutos de rastreo con las camionetas del equipo, el módulo fue encontrado. Aunque las botellas de pisco sufrieron daños durante el aterrizaje, siete de las ocho muestras de semillas permanecieron intactas. Esto garantizó que el siguiente paso —el análisis en laboratorio— podría llevarse a cabo con éxito.
Una iniciativa con impacto
Este experimento no solo buscó responder preguntas científicas, sino también reafirmar el valor cultural del pisco como parte de la identidad peruana. Mauricio Velarde destacó que, en paralelo a esta iniciativa, documentos históricos recientemente inscritos en el programa Memoria del Mundo de la Unesco confirman el origen peruano del pisco. “La ciencia y la tradición se complementan para posicionar al Perú en un nivel internacional,” comentó.
La estratósfera, una capa de 35 kilómetros de espesor ubicada entre la tropósfera y la mesosfera, es conocida por contener la capa de ozono, crucial para filtrar la radiación UV del sol. Este tipo de misiones aportan información sobre cómo diversos organismos reaccionan ante condiciones extremas, lo que a su vez puede inspirar futuras investigaciones sobre la posibilidad de vida en otros planetas.
El experimento liderado por ASPAST deja abierta una pregunta: ¿qué más puede lograr la ciencia peruana si continúa explorando las fronteras de lo posible? Aunque el impacto de este lanzamiento solo comenzará a analizarse en los laboratorios, el simbolismo del pisco alcanzando las alturas de la estratósfera ya es un hito para el Perú.