A mediados del siglo XX, Lima vivía una efervescente transformación cultural. En el corazón del Rímac, un distrito que aún hoy conserva el alma criolla de la ciudad, se gestaba una revolución en el mundo de la música peruana.
Entre las huellas de su populosa historia, en un mayo de 1955, un joven cantó su desdicha por una chica que le fue arrebatada por un “blanquiñoso” en un Cadillac. El tema, “Yo la quería, Patita”, inmortalizó la mirada nostálgica hacia la vida de la Lima de antaño. Con un videoclip que parecía perdido para siempre, la historia del audiovisual criollo se encuentra con un inesperado renacer.
En este contexto, la figura central es Mario Cavagnaro, compositor de la emblemática canción que, además de marcar la pauta para el dúo Los Troveros Criollos, representó uno de los primeros momentos clave en la historia del videoclip nacional. Cavagnaro, oriundo de la tradición criolla, dejó su huella al componer con la vivaz jerga del “replana” y darle voz a un tema que, décadas después, se revaloraría con una nueva mirada sobre la Lima popular.
Los Troveros Criollos
Desde su primer resplandor en 1952, Los Troveros Criollos se consolidaron como un referente de la música criolla peruana. Integrados inicialmente por Jorge Pérez López y Luis Garland, el dúo dio inicio a una carrera plagada de éxitos que atrajo la atención nacional.
El dúo alcanzó un éxito inmediato, destacándose en el popular programa radial “La hora del bancario” y luego ganando reconocimiento a través de sus apariciones en Radio América. Con un estilo propio que representaba el espíritu de la Lima vibrante y popular, Los Troveros Criollos marcaron un antes y un después en la historia de la música criolla.
El redescubrimiento de un tesoro audiovisual
Decenas de años pasaron antes de que el videoclip de “Yo la quería, Patita” viera la luz nuevamente. A pesar de ser uno de los primeros trabajos de su tipo en la historia del cine peruano, el material fue dado por perdido durante décadas.
Filmado en los alrededores del Paseo de Aguas, en el histórico distrito del Rímac, las escenas capturan la vida cotidiana de aquellos años, cuando las calles aún conservaban el encanto de la Lima tradicional.
La escasa construcción alrededor del Cerro San Cristóbal, un joven que camina cabizbajo con su guitarra y un bar lleno de parroquianos, componen una suerte de poema visual que rememora el sentir de aquellos tiempos.
La nostalgia de la Lima de antaño
El redescubrimiento del videoclip no solo nos devuelve a una Lima olvidada por el paso del tiempo, sino que también nos permite valorar un producto de su época. La crítica del periodista François Guzmán, publicada hace algunos años, destacó la crudeza del montaje, mencionando que el corto parecía una “negación del cine”.
El Rímac, con sus callejones empinados y sus paisajes tradicionales, se presenta como un personaje más en este relato. Cada rincón capturado por la cámara nos transporta a una época llena de contrastes: lo viejo y lo nuevo, lo popular y lo elitista, como se refleja en el diálogo de la canción que narra una historia de amor no correspondido, marcada por las diferencias sociales de la Lima de mediados de siglo. La canción sigue siendo un referente popular, una huella indeleble de la vida urbana de aquellos tiempos.
Cada uno de estos momentos refleja el espíritu criollo que, con el paso del tiempo, ha logrado mantener su vigencia, convirtiéndose en un emblema de la identidad musical peruana. Aunque los protagonistas han cambiado, su legado perdura en cada rincón de la ciudad, especialmente en esos primeros fotogramas de la historia audiovisual de Perú.
Más información:
¿Cuál es el significado de “patita” y “gila”?
En el español coloquial peruano, “patita” suele emplearse como una expresión afectuosa para referirse a un amigo cercano o compañero. Es una manera informal y amistosa de hablar de alguien con quien se tiene confianza.
Por otro lado, “gila” tiene connotaciones diferentes según el contexto. En algunos casos, se utiliza para describir a una persona ingenua o fácil de engañar. También puede ser una forma coloquial de referirse a una mujer joven, aunque su tono puede variar dependiendo de quién lo diga y cómo lo utilice.